El 25 de noviembre pasado se cumplieron 15 años de uno de los hechos más oscuros de la historia criminal y judicial de Córdoba: el asesinato de Nora Dalmasso de Macarrón (51).
Desde hace más de dos años, la causa fue elevada a juicio con el viudo Marcelo Macarrón como único imputado de “homicidio calificado por el vínculo, por alevosía y por precio o promesa remuneratoria”. Desde la Cámara del Crimen 1 se afirma que en marzo de 2022 podría empezar el juicio.
Desde la requisitoria no se conoció ningún avance investigativo respecto de quién estranguló a Nora Dalmasso y de quiénes pudieron haber participado del supuesto plan criminal.
Es más, el fiscal que imputó a Macarrón como instigador, Luis Pizarro, dijo a este medio que quien debía continuar la investigación es el fiscal del primer turno, Pablo Jávega. En tanto, Jávega, sostiene que nunca tuvo intervención en el caso Dalmasso y que Pizarro lo tenía asignado por decisión de la Fiscalía General.
Lo cierto es que hoy prescribe la posibilidad de condenar a otros posibles partícipes del delito. La única certeza de la causa es que el autor material del homicidio de Nora Dalmasso puede estar seguro de que no irá preso. De lo único que no hay dudas es de su impunidad.
Pericias e impericias
Entre los numerosos puntos oscuros de la causa, puede mencionarse que Daniel Zabala, el primer bioquímico policial que intervino en el hecho, dijo haber hallado semen sobre el cuerpo de la víctima. El Ceprocor no detectó espermatozoides.
La Policía Judicial cuestionó la técnica de Zabala y promovió el envío de muestras al FBI, que demoró dos años en dar los resultados. El laboratorio internacional determinó la presencia de ADN de Marcelo Macarrón en “células epiteliales”. Luego, el Ceprocor concluyó que los rastros podrían obedecer a una contaminación de prendas en el lavarropas…
Además, para los primeros forenses intervinientes, Nora Dalmasso habría tenido “sexo violento consentido”. Luego, el fiscal Marcelo Hidalgo introdujo la hipótesis del abuso sexual (con la que fue detenido el pintor Gastón Zárate). Y, finalmente, el fiscal Luis Pizarro interpretó que la escena de sexo habría sido “simulada”.
Política e internas
Desde sus inicios, la causa Dalmasso sacudió al poder político, en especial en circunstancias electorales. Rafael Magnasco, vinculado por rumores a la víctima, era asesor de Alberto Bertea, el exsecretario de Seguridad de José Manuel de la Sota. A este funcionario siempre se lo sindicó como enfrentado al vocero del viudo, Daniel Lacase, por cuestiones relacionadas con el Frigorífico del Sur y con la interna menemista. En los ′90, Lacase fue segundo de Julio César Aráoz en la Secretaría de Lucha contra el Narcotráfico.
Después del “perejilazo” y la liberación del pintor Gastón Zárate, cayó el fiscal General Gustavo Vidal Lascano. En medio del escándalo, hasta había rumores de intervención federal. Con el correr de los años, trascendió que jerarcas de la ex-Side estuvieron realizando escuchas y una investigación paralela, con infiltrados en Córdoba.
Negocios y “mafia”
En 2012 se conocieron fotos de los matrimonios Macarrón, Rohrer y Boehler en la casa de un millonario jordano en las Islas Vírgenes. En la investigación no hallaron pruebas de que el viudo hubiera sido testaferro de alguien o de que hubiera lavado activos.
Las escuchas de agentes de la ex-Side remitidas a la causa por el fiscal Enrique Senestrari en 2015 aluden al móvil económico. “Aparentemente esta chiquita se habría enterado y que, bueno (…), y que le habría dicho que solucione el problema este tipo y que no, bueno, este tipo no lo solucionó y de todo se encargaron ellos”, dice el registro.
La madre de Nora Dalmasso, María Delia Grassi, desde el inicio afirmó que su hija fue asesinada por “uno de esos matones pagos”, habló de “una mafia”, de lavado, y en su última declaración, antes de sufrir un ACV, sindicó a un empresario como presunto autor y a otra persona como un cómplice. Dijo que no hablaba más por miedo.
Comunicaciones y anónimos
El asesino de Nora Dalmasso se llevó un celular, V-3 Blue, el más nuevo que tenía la víctima, uno de los primeros que salieron al mercado que tenían la posibilidad de filmar.
De su casa de la Villa Golf, que estaba en refacción, también desapareció el teléfono de Valentina Macarrón. Según la investigación, habría sido retirado por el pintor, Gastón Zárate. En la habitación del crimen, debajo de un control remoto se halló otro celular de la víctima. En ese aparato se recibió un mensaje el domingo al mediodía, cuando aún no se había descubierto el cuerpo (¿alguien entró antes a la casa?).
Con ese número se comunicaban Dalmasso y su amante confeso, Guillermo Albarracín. El día del crimen, el contador compartía el torneo de golf con Macarrón en Punta del Este.
Desde el inicio, el encargado de la División de Análisis e Investigación en las Comunicaciones (Daic) fue Ariel Avila, quien en otra causa terminó condenado en Córdoba por falsedad ideológica en 2014.
Un experto en informática de Buenos Aires, Ariel Garbatz, dijo a este diario que, a fines del 2006, investigadores de Córdoba lo consultaron porque “del registro de Telecom habrían borrado dos mensajes enviados por Nora Dalmasso”. Nunca se descubrió de dónde salieron los rumores y los anónimos que hablaban sobre supuestos vínculos de la mujer.
Morbo y violencia de género
El crimen de Nora Dalmasso reunió información sobre muerte, sexo, poder y dinero, una combinación perfecta para captar la atención y desatar el morbo.
El caso desnudó el machismo, la violencia de género simbólica y mediática que impera en nuestra sociedad. En el lluvioso atardecer del 26 de noviembre de 2006, en la puerta de la casa de Nora Dalmasso, una supuesta amiga lanzó una sospecha de “hipoxifilia”. “Son esos jueguitos sexuales”, dijo, y disparó el sensacionalismo más cruel.
Lo demás es historia conocida. Desde las fotos hasta las remeras, todo contribuyó a la revictimización. Recién ocho años después, en una marcha, se hizo oír, por primera vez, el reclamo de #JusticiaporNoraDalmasso.
