A Doris Cappenberg (85), una escritora que se había asentado hacía una década en Capilla del Monte, en el valle de Punilla, para vivir en paz, la mataron a golpes y de manera brutal. Fue luego de sufrir un violento asalto en su casa para que dijera dónde tenía el dinero escondido. Luego, el cadáver fue envuelto en bolsas y terminó arrojado en un descampado cerca de un arroyo en la apacible y vecina localidad de San Esteban.
Esa es la hipótesis judicial por este brutal crimen ocurrido días atrás y que sacude a Córdoba.
Por ese asesinato, dos jóvenes de 24 y 26 fueron detenidos este martes por orden de la fiscal de Cosquín, Paula Kelm, y en el marco de una compleja investigación con pesquisas de la Dirección de Investigaciones Operativas (DIO) de la Policía Judicial.
Están acusados por homicidio criminis causae: cuando se mata para lograr la impunidad.
Uno de los acusados era inquilino de la víctima. Aparentemente, el joven sabía sobre los ahorros de la dueña de la casa. Doris compraba dólares con lo que ganaba del alquiler. Era su forma de ahorro.
El otro acusado es “un amigo de andanzas” del inquilino, según señaló una alta fuente de la causa.
La sospecha es que la víctima fue asaltada y golpeada para que dijera dónde tenía el dinero. Sufrió golpes en la cabeza. Tras asesinarla de manera cruel, se deshicieron del cuerpo en busca de la impunidad. De allí, la gravosa imputación fiscal. En caso de mantenerse esa carátula en un juicio oral, la pena que corresponde es la prisión perpetua.
Presuntamente, los sospechosos se habrían hecho de dinero, tarjetas y al menos un celular, entre otras pertenencias, según otro vocero del caso.
De la confianza a la traición
De confirmarse esta hipótesis delictiva, el caso se agrega a un preocupante fenómeno criminal que crece en Córdoba: víctimas atacadas por personas a quienes conocían de antemano y que terminaron traicionándolas de la peor manera. Víctimas que confiaban en esas personas, las dejaron entrar a su casa, les contaron secretos o datos y terminaron siendo asesinadas tras golpizas brutales en el marco de asaltos.
Dicho de otra forma: de la confianza se pasa a la traición, el robo y la muerte en cuatro paredes.
En lo que va del corriente 2024, y con el caso de Doris, ya hubo al menos seis episodios delictivos criminales de esta clase en la provincia, sobre todo en la Capital, siempre según las hipótesis judiciales de estos casos.
Estos episodios guardan similitudes: las víctimas vivían solas y eran, por lo general, personas adultas.
Por otro lado, hay otro aspecto que no deja de generar espanto: el descarte del cuerpo.
Se vienen repitiendo desde hace tiempo en Córdoba y en varios puntos de la Argentina los casos de mujeres que, tras ser asesinadas, sus cuerpos son arrojados como basura en sitios abandonados.
Atacada en su casa
Doris Cappenberg vivía sola en Capilla del Monte desde hacía unos 10 años. Residía cerca de la comisaría y de la plaza. Se dedicaba a una vida plácida, alejada de los ruidos y de las grandes urbes. Había escrito tres libros y seguía los pasos del Sai Baba.
Entre el 9 y el 10 de septiembre pasado desapareció.
Sus familiares y allegados, preocupados por su paradero, habían realizado la denuncia. El pasado jueves 12, mientras Córdoba se sacudía por el caso del automovilista que atropellaba peatones y chocaba autos de manera descontrolada en el bulevar Chacabuco, en Punilla se descubría un nuevo caso de espanto.
Esa misma jornada, el cuerpo fue hallado embolsado por la Policía en cercanías de un río en las afueras de San Esteban, población cercana a Capilla del Monte.
Cerca del cuerpo, se hallaron huellas de un vehículo.
Pese al hermetismo de la pesquisa, pudo saberse fue la víctima fue muerta a golpes. Lesiones en la cabeza. Luego, habría sido arrojada en ese lugar para despistar.
La principal presunción es que el inquilino que residía con la mujer se habría enterado sobre la existencia de dinero ahorrado.
“La hipótesis es que fue asaltada y asesinada para ocultar el crimen. Luego, su cuerpo fue envuelto en bolsas, llevado a otro lugar y arrojado. Algo terrible”, contó una fuente con acceso a la causa judicial.
La fiscal Kelm decidió trabajar con investigadores que dependen exclusivamente de la Policía Judicial. De manera indirecta colaboraron pesquisas de la Policía provincial.
Tras distintas averiguaciones basadas en testimonios, filmaciones y rastreos tecnológicos, entre otras pruebas, la fiscalía fue recabando elementos que permitieron cerrar el cerco en torno a dos sospechosos.
Los dos acusados, de 24 y 26 años, fueron atrapados en la misma ciudad de Capilla del Monte.
