El pasado domingo 2 de julio, Laboulaye, la ciudad del sudeste cordobés, torció su habitual tranquilidad, propia de un conglomerado de 21 mil habitantes, por un crimen horroroso.
La Policía, guiada por los vecinos, encontró ese día el cuerpo de Joaquín Sperani (14).
La ciudad se llenó de periodistas y de desconocidos que llegaron para narrar los hechos o acompañar a las víctimas del horror. Hubo marchas, protestas y hasta un principio de “pueblada”.
La Voz accedió en detalle a los pasos que fueron dando los investigadores y pudo reconstruir cada etapa de la difícil labor que sobrelleva el juez laboulayense Sebastián Moro desde la desaparición del chico hasta hoy.
Antes del hallazgo del cuerpo de Joaquín, el adolescente fue buscado intensamente –hubo más de 90 agentes involucrados en los rastrillajes– ya que su madre, Mariela Flores, había advertido por redes sociales y ante las autoridades locales que su hijo faltaba del hogar desde el último jueves de junio.
Unos vecinos señalaron la dirección de una casa abandonada donde había sido escondido el cuerpo sin vida. Sarmiento al 470 –la dirección en cuestión– está a la vuelta de la escuela de Joaquín, donde fue visto con vida por última vez.
Un pibe tímido, sencillo, simple, sin maldad, buen compañero –según lo describen sus propios compañeros de curso, profesores y el director técnico del club donde era arquero– apareció caminando en un registro de un videovigilancia a metros del Ipem 278 Malvinas Argentinas.
Iba junto al principal sospechoso del homicidio, otro adolescente de 14 años, inimputable en Argentina.
Punto uno: la participación de un tercero en el crimen de Joaquín
Las primeras actuaciones llegaron al juez una vez que la fiscalía de instrucción de Laboulaye, a cargo de Georgina Osella, derivó el caso.
Ya se había descubierto que el presunto asesino era otro chico menor de edad y la causa debía ser atendida por un juez en lo penal juvenil.
Moro tomó el timón y comenzó su investigación bajo un hermetismo absoluto.
Hasta entonces, se había descubierto que el chico había sido golpeado con un elemento contundente. Estos golpes le ocasionaron una muerte casi inmediata.
Llena de congoja, la madre de la víctima junto a los familiares, empezaron a plantear que no les cerraba la hipótesis que se investigaba. Los familiares comenzaron a preguntarse cómo era posible que un niño de contextura pequeña (el apuntado por el crimen) sería capaz de dar muerte de semejante manera.
Para la familia de Joaquín, debía investigarse la participación de un adulto.
Los investigadores afirman que cuentan con elementos sólidos para pararse sobre la hipótesis de la mecánica fatal. Tienen en sus manos la confesión del presunto homicida, el resultado de la autopsia y muchas otras pruebas que fueron recogiendo con el paso de los días.
“No nos quedamos con una sola hipótesis ni descartamos ninguna línea de investigación. Simplemente, seguimos con rigor cada prueba que va surgiendo”, explicaron las fuentes consultadas.
Descartaron, con los elementos disponibles, la posible participación de un adulto. Para los laderos del juez Moro, nada hace pensar que haya un tercero involucrado en el crimen.
Es clave esto: si llegara a aparecer algún indicio que diera cuenta de la participación de un adulto, la causa debería ser remitida nuevamente a la fiscalía de Osella.
Punto dos: el móvil del crimen de Joaquín en Laboulaye
Mucho se ha hablado sobre las motivaciones que hubo detrás del caso. Rumores.
Para los investigadores lo que cuenta es determinar la autoría del crimen. “Si de la prueba surge el móvil, mejor. Pero no es una prioridad de investigación. Lo que sí es prioridad es establecer la autoría del hecho”, repiten las fuentes.
Está claro desde un comienzo que había un ruido en la relación que mantenían hacía años Joaquín y su presunto victimario. Los hechos parecieran demostrar que en el último tiempo se habían peleado, porque habían distanciado sus bancos de colegio, ya no se mostraban juntos como antes y recientemente hubo compañeras de ambos estudiantes que advirtieron problemas en ese vínculo.
A esto hay que agregar que la familia de la víctima dijo una y otra vez que el chico era objeto de bullying (acoso) y de violencia en la escuela. Por estos hechos habría actas firmadas por la madre en poder de la directora de la escuela.
El Ministerio de Educación, como en otros casos donde la violencia involucra en ciertos aspectos al ámbito escolar, inició una investigación administrativa para evaluar el rol de los directivos. Ahora el colegio Ipem 278 Malvinas Argentinas entró en receso invernal.
Hay que decirlo: no en todas las investigaciones se descubren las razones de los hechos. Y en algunas otras directamente pareciera no existir un comportamiento racional. Con la autoría alcanza para establecer los sucesos que son relevantes en el ámbito judicial.
Acá se agrega otro aspecto: hay dos menores de edad involucrados a quienes se debe resguardar.
Punto tres: un siniestro vial en 2014 y el reciente crimen de Joaquín
Este medio pudo saber que en el 2014 hubo un siniestro vial en Laboulaye que involucró a un familiar de Joaquín. Un camión arrolló a Richard Abel Billordo, un niño de dos años que tras el incidente fue derivado primero a un hospital de Río Cuarto y luego al hospital de Niños de la ciudad de Córdoba, donde finalmente murió.
El camión era conducido por Martín Sperani, el papá de Joaquín. Fue un punto de inflexión para la familia caída en desgracia. Ahora, ese fantasma revivió cuando se vinculó a la familia Billordo con el entorno del adolescente victimario.
Fuentes locales comenzaron a trazar una posible relación entre el suceso actual y el hecho de hace casi una década atrás. Este medio intentó, sin lograrlo, contactar a los padres de la víctima fatal de aquel siniestro.
Para los investigadores este hecho no mantiene relación con el asesinato de Joaquín.
Punto cuatro: la inimputabilidad del presunto autor del crimen y su resguardo
La causa se centra en la potencial autoría de un homicidio por parte de un adolescente. El juez dio parte a la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf), que tienen a su cargo el resguardo de los chicos que actuaron por fuera de lo establecido por la ley.
El presunto homicida fue trasladado al Complejo Esperanza, en Bouwer. “Lo están asistiendo porque un niño que comete un delito, por más grave que sea, es un niño vulnerable. No es cierto que esté preso, está al resguardo de su propia salud”, enfatizaron.
La familia del presunto victimario dijo que todavía no pudieron establecer un contacto directo con él.
Con este entramado, la causa pudo ir abriéndose paso. Pero todos saben que la investigación llevará todavía un largo tiempo de resolución hasta poder darles a los padres de Joaquín y a los vecinos de la conmovida Laboulaye una respuesta.
