La rutina en una concesionaria de barrio Villa Cabrera, zona noroeste de la ciudad de Córdoba, se quebró cuando, el 7 de noviembre de 2024, un violento asalto alteró a todos: dos hombres armados irrumpieron en el local de avenida Emilio Caraffa y se alzaron con una suma millonaria en efectivo.
Además se llevaron una camioneta Fiat Toro que estaba lista para la venta. Los ladrones se encontraron con la llave y con todo a su disposición.
A simple vista, todo parecía un robo planificado con precisión quirúrgica, según dijeron los propios empleados.
Sin embargo, había puntos que no cerraban para los investigadores desde el comienzo. Sobre todo, el conocimiento acabado de varios aspectos relacionados con el funcionamiento de la firma.
La pesquisa avanzó de manera notable y no sólo que fueron atrapados los dos presuntos asaltantes, sino que terminó capturado uno de los trabajadores de la concesionaria. Un empleado con años de antigüedad y con confianza plena de sus jefes.
Sin embargo, la investigación lo cercó: el hombre quedó acusado de haber suministrado presuntamente distintos datos a la banda: horarios, montos disponibles en la oficina, ausencia del propietario, y hasta la disposición estratégica del vehículo con el que los ladrones huyeron.

Con las investigaciones de la Unidad Judicial de Robos y Hurtos y de la Brigada Civil de la Policía, el fiscal Juan Pablo Klinger ordenó detener a tres acusados: Omar Maximiliano Canto, Braian Ezequiel Alives y el empleado Héctor Fernando Vera.
Los tres fueron acusados por presunto robo calificado con arma de fuego, cuya operatividad no pudo ser acreditada, y por violación de domicilio, en concurso real.
Hoy, los tres permanecen detenidos bajo prisión preventiva.
Robo a la concesionaria
Aquel jueves 7 de noviembre, alrededor de las 9.30, la concesionaria estaba abierta al público, pero sólo se encontraban trabajando dos empleados: un vendedor y Vera, el mecánico de confianza que llevaba ocho años en el lugar.
De acuerdo con la reconstrucción judicial, minutos antes de la llegada de los delincuentes, Vera acomodó la camioneta Fiat Toro en un lugar sin medidas de seguridad, lista para la fuga, según la investigación.
Apenas ingresaron sus cómplices, presuntamente les dio la señal convenida para avanzar.
Los ladrones se movieron con precisión. Uno de ellos simuló reducir a Vera, tomándolo del cuello y amenazándolo con un arma, para darle credibilidad a su supuesto rol de víctima.
Al mismo tiempo, y siempre según lo investigado por la Justicia, el otro asaltante apuntó con una pistola al vendedor y le exigió el dinero.
Primero obtuvieron dos fajos de $ 100 mil cada uno, pero luego obligaron al empleado a guiarlos hasta la planta alta, donde sabían que había una suma mayor, de acuerdo a lo que replica el expediente.
Allí sustrajeron $ 30 millones guardados en una mochila, un bolso y una caja.
Para dar verosimilitud al montaje, los asaltantes maniataron tanto al vendedor como a Vera con precintos y hasta usaron un cable de pava eléctrica para inmovilizar sus pies, según la fiscalía.
Después –de acuerdo la investigación–, cargaron el botín en la Fiat Toro y se dieron a la fuga. Todo se completó en minutos.

Las primeras pistas contra la banda del “robo interno” a la concesionaria
Con la denuncia en su despacho, el fiscal Klinger ordenó un amplio operativo de investigación. Personal de Robos y Hurtos trabajó con los registros de cámaras privadas y de domos policiales.
Las imágenes mostraron a dos hombres merodeando la zona minutos antes del hecho, vigilando los movimientos de los empleados y aguardando el momento para ingresar.
Luego sobrevino el hallazgo de la camioneta que utilizaron para huir, abandonada en barrio General Savio.
Estaba aún encendida y con las llaves sobre el capó.
Fue otra pieza clave para Klinger. La pista permitió inferir que los delincuentes contaban con apoyo y logística previa, explicaron los pesquisas.
Pero la primera gran confirmación recién llegó en marzo de 2025, cuando fue detenido Omar Maximiliano Canto, identificado por la Justicia como el presunto asaltante que portaba el arma.
Las pruebas en su contra fueron contundentes, según dijeron los pesquisas, porque un grupo de vecinos lo reconoció por su apodo, “Alambrito”, y las cámaras mostraron prendas coincidentes con las que él solía usar, y hasta en redes sociales aparecieron fotos que lo ubicaban con la misma indumentaria vista en el asalto.
Sin embargo, aún quedaba un interrogante: ¿cómo sabían los ladrones con tanta exactitud los movimientos internos de la concesionaria?
La pregunta orientó a los investigadores hacia la posibilidad de un “dato” interno.
Un empleado antiguo bajo sospecha
Durante meses, los propietarios jamás desconfiaron de Héctor Fernando Vera.
Con ocho años de antigüedad, era parte del día a día del negocio, y su testimonio tras el asalto había sido tomado como el de una víctima más.
Sin embargo, los indicios comenzaron a acumularse en su contra.
Los investigadores notaron inconsistencias en su relato y también les llamó la atención que los asaltantes sólo le habían quitado el teléfono a él, mientras que el otro empleado conservó sus pertenencias.
Ese detalle parecía, a los ojos de los pesquisas, más una maniobra para despejar sospechas que un robo real del celular.
Con el análisis de líneas telefónicas y con el entrecruzamiento de datos, surgió que Vera mantenía contactos previos con los otros implicados, de acuerdo a la investigación.
Fuentes investigativas aseguraron que, con el paso de los días, pudieron comprobar que él presuntamente había dejado lista la camioneta para facilitar la fuga y que, desde su puesto en la concesionaria, había transmitido información clave a los delincuentes.
El pasado 10 de septiembre, la fiscalía ordenó su detención. Fue capturado en su lugar de trabajo.
La escena provocó conmoción entre los dueños, que, hasta ese instante, no habían sospechado de este hombre, a quien consideraban uno de sus “empleados modelo”.
Un cierre investigativo al “robo interno” de la concesionaria
Con Canto ya detenido y con Vera bajo prisión preventiva, el cerco sobre Braian Ezequiel Alives, el tercer integrante de la banda y pariente de Vera, se fue estrechando.
Días atrás, Alives se entregó en la sede judicial y reconoció su participación en el hecho.
A partir de allí, la causa quedó firmemente encuadrada. El fiscal Klinger imputó a los tres por robo calificado por el uso de arma de fuego y por violación de domicilio.
El argumento central fue que, aunque no se pudo acreditar la operatividad del arma, el poder intimidante fue suficiente para concretar el golpe.
La prisión preventiva de Canto, dispuesta en abril de 2025, ya se encontraba firme.
Ahora, el mismo destino alcanzó a Vera y a Alives. Los tres permanecen alojados en Bouwer. Serán enviados a juicio.
Los $ 30 millones de pesos nunca aparecieron.