En un nuevo episodio que sacude a la Policía de Córdoba, un cabo en actividad quedó detenido en las últimas horas acusado de haberse robado al menos un celular y un perfume de una distribuidora que, momentos antes, había sido blanco de un importante golpe comando en la Capital.
Según la sospecha fiscal, el suboficial José Adolfo Guzmán habría aprovechado la confusión reinante en la empresa en medio de la llegada de la Policía luego de que una banda se llevara dos cajas fuertes con nueve millones de pesos.
El caso, como ya se informó en La Voz, sucedió en la madrugada del 25 de noviembre pasado en una distribuidora ubicada en barrio Yofre H, en la zona norte de la Capital cordobesa.
El celular era del dueño de la empresa. El perfume, importado y de 200 miligramos, de un empleado.
El policía Guzmán fue detenido por orden del fiscal Andrés Godoy, quien lo imputó por los supuestos delitos de hurto calamitoso agravado (por la condición de policía) y abuso de autoridad. No se descarta que, conforme avance la causa, puedan producirse más detenciones o imputaciones.
El acusado ya fue enviado al Establecimiento Penitenciario N° 9 y de allí irá al pabellón de los uniformados en la Cárcel de Bouwer.
A todo esto, hay un comisario en situación pasiva. Sin embargo, no sería imputado ya que su accionar habría quedado presuntamente en una “falta administrativa”.
El caso no deja de generar malestar y preocupación tanto en la Policía como en el Ministerio de Seguridad de la Provincia dada la reiteración de casos de uniformados involucrados en delitos en los últimos tiempos.
A todo, el fiscal Godoy y pesquisas del Departamento Robos y Hurtos trabajan para identificar y detener a los ladrones civiles que se llevaron las cajas fuertes.
Todo ocurrió el pasado lunes 25 de noviembre a la madrugada en la distribuidora “Simple Distribuciones”, firma ubicada en calle Abasto al 1300, a 100 metros de Circunvalación, en barrio Yofre H de la ciudad de Córdoba.
En medio de la lluvia, llegaron varios delincuentes en un vehículo.
En medio de la oscuridad, y con información certera sobre la existencia de dinero guardado, los ladrones sortearon el alambrado perimetral y realizaron un boquete.
Una vez dentro, el grupo dañó cámaras de seguridad y el sistema de alarmas y accedieron a las oficinas del primer piso.
Con distintas herramientas, lograron apoderarse de dos cajas fuertes que estaban abulonadas al piso. Los cofres fueron retirados y cargados en un vehículo.
Las fuentes señalaron que lo sustraído ronda los nueve millones de pesos en efectivo.
Policías bajo sospecha
Alertado por un llamado, el gerente de la empresa llegó al predio a las 3.43 del lunes cuando todo había pasado.
Tras la bronca y el shock por el golpe comando, el comerciante entró a las oficinas e hizo un recuento de las cosas que faltaban.
La Policía ya estaba. Había sido alertada por un llamado al 911.
Llegaron varios móviles, cuyos uniformados entraron al predio como parte del procedimiento.
Al cabo de un rato, el gerente entró en un ataque de ira y llamó al comisario a cargo. Le dijo que iba a cerrar el portón de la empresa: que ningún policía se podía ir. Entendía que efectivos de azul le habían robado en medio del caos.
¿Cómo? Según le dijo al comisario, en medio del operativo, entró dos veces a su oficina. En la primera vio dos celulares en su escritorio. En la segunda, ya no estaban. Un aparato era blanco y el otro negro.
Esa misma madrugada, y ante el cariz que tomaba la situación, llegó al lugar la máxima autoridad de Seguridad de esa jornada. Era un comisario de Bomberos.
Según trascendió, el alto oficial hizo parar en fila a todos los policías y les informó que habían desaparecido dos celulares de la empresa y que tenían que aparecer sí o sí.
“Al cabo de unos minutos, llamativamente, uno de los teléfonos robados apareció abandonado dentro de una bolsita en el predio”, indicó una alta fuente con acceso al escándalo.
Un policía fue el que lo encontró. Ese mismo uniformado, mientras los demás se sacaban sus pertenencias para exhibirlas, sacó un costoso perfume de su pantalón.
Nadie sospechó nada.
¿Qué problema podía haber en tener un perfume en el uniforme? Ninguno, supuestamente…
Pero pasaron cosas.
Perfume desaparecido
Mientras el escándalo detonaba en la Policía, el fiscal no dejó de tomar testimonios a los damnificados en los días siguientes en Tribunales.
¿Qué pasó? Un empleado de la firma refirió que le habían sustraído un perfume de una mochila que estaba en una de las oficinas.
Fiscal y secretario se miraron entre sí. Bastó que le preguntaran qué perfume era para que las cosas se agravaran.
Con lujo de detalles, el damnificado relató que se trataba de un perfume importado de 200 mililitros. Igual al que se sacó el policía aquella madrugada.
Según trascendió, las miradas se pusieron pronto en ese suboficial.
En la fiscalía, tras analizar pruebas, testimonios y analizar celulares, decidieron detener al cabo sospechado.
“Creemos que fue un ‘lobo solitario’. Un efectivo que, aprovechando la confusión reinante, supuestamente decidió robar aparentemente. No hay pruebas de que todos los policías hayan sido cómplices”, indicó a La Voz una alta fuente de la causa. “Pero es muy grave. Muy grave”, añadió.
El cabo fue detenido será indagado en los próximos días por supuesto hurto calamitoso agravado (por la condición de policía) y abuso de autoridad.
¿Y el segundo celular sustraído? Si bien trascendió que el aparato había sido localizado, esto fue negado por fuentes oficiales. Da apagado y no lo ubican.
Papas fritas
“El colmo mayúsculo es que el policía detenido, según testimonios, mientras estaba toda la confusión aquella madrugada en la empresa, y mientras ya habían desaparecido los celulares, le pidió a un jerárquico de la distribuidora si no podía darles a los muchachos policías unas papas fritas de sabor limón… Claro, como era una distribuidora de comidas, le pintó pedir…”, indicó una alta fuente de la pesquisa.
Causa interna
A todo esto, hubo mucho malestar en la fiscalía por la “excesiva demora” de los jefes policiales en entregar el procedimiento aquel lunes en la Comisaría 13ª.
El fiscal, según trascendió, ordenó que se entregara cuanto antes el procedimiento para iniciar las dos pesquisas: el robo de las cajas fuertes y el robo de los celulares (no sabían del perfume aún).
La entrega del procedimiento fue muy demorada.
De allí que el Órgano de Control Disciplinario (el ex Tribunal de Conducta) pusiera en situación pasiva a un comisario inspector que trabajó aquella madrugada en el operativo.
Por ahora no está imputado y no lo sería.
Mientras tanto, los pesquisas de Robos y Hurtos siguen tras los pasos de la banda que se llevó las cajas fuertes en un auto.