Detenido en una celda y con graves cargos sobre sus espaldas: homicidio agravado por el uso de arma de fuego. Esa es la compleja situación de un sargento de la Policía de Córdoba que, en la noche del sábado pasado y de franco de servicio, ultimó de un balazo en el abdomen a un hombre que presuntamente le había robado una garrafa de su domicilio en la ciudad de La Calera, en el Gran Córdoba.
La situación del uniformado es más que compleja por varios puntos: presuntamente no alertó sobre el robo al 911, salió a perseguir al sospechoso en su auto particular por varias cuadras y terminó ultimándolo con su pistola reglamentaria de un balazo a quemarropa. El acusado, presuntamente, estaba desarmado.
De todos modos, resta esperar el avance de la investigación por parte de la fiscal de feria Liliana Copello y su equipo. Se han ordenado distintos peritajes, rastreo de filmaciones y la toma de testimonios varios, entre otras medidas procesales.
Voceros policiales indicaron que el disparo fue “durante un forcejeo” aunque admitieron que la situación para el efectivo “es compleja”.
Mientras tanto, existe lógica conmoción y preocupación en La Calera, una población que viene creciendo demográficamente y donde, consecuentemente, se viene incrementando la inseguridad en consonancia con lo que ocurre en la Capital.
Lo sucedido con el supuesto ladrón ultimado se convirtió en el último eslabón de una cadena de graves episodios violentos que se vienen registrando en un enero en ebullición en Córdoba: en lo que va de este mes ya son tres los asesinatos derivados de peleas por robos.
El anterior caso ocurrió el pasado viernes cuando una riña con armas tras un robo terminó con dos hombres ejecutados a tiros en Marqués de Sobremonte Anexo, según la Justicia.
A esto hay que agregarle, la serie de violentas peleas y venganzas que se vienen dando por asaltos. Varios de esos hechos han terminado con heridos por disparos.
No menos preocupante es la reiteración de casos de vecinos que, aduciendo que no cuentan con ayuda estatal ni judicial para protegerse, están defendiéndose con armas de los delincuentes, con el enorme riesgo y peligro que eso acarrea para la vida propia y de terceros. En paralelo, cabe resaltar que no siempre “defenderse” termina con un sobreseimiento por legítima defensa.
Por otro lado, en lo que va de 2024, hubo otros dos crímenes en la provincia de Córdoba: por un lado, un joven mató a su madre en Alta Gracia; mientras que en barrio Ciudad Evita, un hombre acribilló a balazos a otro (que había salido de la cárcel hacía poco tiempo) tras reclamarle por una vivienda usurpada años atrás.
Toda esta violencia que pareciera haberse disparado en este verano es una continuidad de lo padecido en 2023 en Córdoba.
El año pasado se cometieron al menos 111 homicidios en toda la provincia. La mayoría de esas muertes se produjo en el marco de peleas, venganzas y ajustes; es decir, por violencia urbana. La inseguridad dejó una veintena de personas muertas, tanto víctimas propiamente dichas como supuestos ladrones.
En esta compleja realidad, hay dos puntos preocupantes: por un lado, la alta venta y consumo de drogas en los barrios; por el otro, la incontrolable portación de armas de fuego en manos de simples personas.
Robo, disparo y crimen
El último homicidio bajo análisis sucedió alrededor de las 22 del sábado en Cuesta Colorada, una barriada de clase media ubicada en las afueras de La Calera, cerca de countries.
Al menos un ladrón entró al patio de una vivienda de calle Los Jacintos. De la propiedad sustrajo, por lo menos, una garrafa de 10 kilos.
Hay dos versiones.
Una da cuenta de que el sargento Mariano Nelson R. (su identidad no fue suministrada) estaba en casa y descubrió el robo. La otra señala que fue un vecino quien lo alertó sobre lo que acababa de suceder.
Lo concreto es que, según voceros oficiales, el suboficial salió a buscar al/los ladrones en su auto. A pocas cuadras dio con un sospechoso, lo encaró, le reclamó la garrafa y éste se la habría lanzado.
Fue en esas circunstancias que el policía, de acuerdo a la versión que él le brindó a sus superiores, sacó su pistola reglamentaria y, durante un supuesto forcejeo, ultimó al acusado de un balazo en el abdomen.
“El sargento dijo que, antes de que todo sucediera, en su casa ya había tenido otro forcejeo con el ladrón y que este salió corriendo de la propiedad, llevándose la garrafa, por lo que salió a buscarlo en su auto. Dijo que lo encontró y que tuvo un segundo forcejeo… Habrá que determinar”, comentó una fuente policial.
El sábado a la noche hubo mucha presencia de jefes y jefas policiales en La Calera. Una ambulancia llegó y, ante los vecinos, el cuerpo médico se limitó a constatar la muerte de Mauro Alejandro Bustos, quien tenía 31 años y vivía en las inmediaciones.
Desde la Policía se diría luego que tenía antecedentes por hurto, daño calificado y resistencia a la autoridad.
El policía fue traslado a declarar a Jefatura de Policía.
Entrada la madrugada, la fiscalía dispuso su detención. Al caer la tarde, se conoció que había quedado imputado por homicidio agravado.
Preocupantes episodios en Córdoba
En lo que va de este enero, y a la par de una imparable secuencia de asaltos con víctimas heridas, ya se contabilizan en Córdoba: otros dos muertos baleados tras una discusión por un robo; un ladrón apuñalado por un vecino tras un ilícito; una automovilista que, con pistola, sacó a los tiros a ladrones; y dos casos de particulares que, armados, se metieron a barrios para recuperar lo robado (una acción que es desaconsejada por el riesgo y porque es ilegal).
