El salvaje asesinato del arquitecto Reinaldo Carlos Flehr (61) la noche del 28 de diciembre de 2021 conmocionó a los cordobeses por algunos signos de la ejecución: en el interior de su casa, el hombre estaba sentado en una silla, atado de pies y manos, y con dos balazos en la cabeza.
Desde ese momento, la causa pasó por dos fiscales: en primer término, por el despacho de Claudia Palacios; y luego se dirigió a la Fiscalía de Violencia Familiar y de Género del 3° Turno, a cargo de Cristián Griffi. La investigación avanzó hasta que fueron individualizados con numerosa prueba la hija de la víctima, Irina Flehr, que tenía 19 años, y su novio Leandro Moscarello, quienes estaban enfrentados al arquitecto por una disputa patrimonial.
Asesinato del arquitecto Flehr
También fueron identificados otros tres jóvenes que habrían sido los sicarios de un crimen ejecutado con alevosía.
Tras numerosas instancias recursivas, en las que el expediente fue y volvió varias veces hasta la Cámara de Acusación de Córdoba, previo paso por la (entonces) jueza de Control, Cristina Giordano, siempre fue confirmado lo actuado por Griffi.
Este viernes, este fiscal –que por estos días jura como camarista del crimen– pidió la celebración del juicio oral contra los cinco presuntos responsables de este asesinato. La calificación legal es tan estremecedora como el mismo crimen y las circunstancias que lo envuelven: “homicidio agravado por el uso de arma de fuego, calificado por el vínculo, codicia, por el número de participantes y por alevosía”.
Por supuesto, este cuádruple calificante es merecedor, en caso de culpabilidad, de la única pena de prisión perpetua.
Los responsables de estas acciones son Irina Lourdes Flehr (19), única hija del asesinado y esposa del principal acusado, Leandro Moscarello (26). Ellos están considerados partícipes necesarios y, acaso, ideólogos del asesinato. Pero los otros tres serían los ejecutores del salvaje crimen o coautores: Samuel Moscarello (24), hermano de Leandro, y sus amigos David Suárez (24) y David Silvestre (23). Las edades que se consignan son las que tenían al momento del asesinato del arquitecto, hace casi dos años.
La tentación del dinero
El arquitecto fue asesinado de dos balazos (en el cráneo y en el cuello) efectuados a muy corta distancia, mientras estaba atado de pies y manos a una silla. El alevoso asesinato fue cometido en su propia casa de avenida La Voz del Interior al 8200, luego de que fue sorprendido cuando ingresaba su vehículo al garaje.
La acusación sostiene que Irina y Samuel encargaron el crimen a los tres jóvenes que atacaron al arquitecto. Dos de ellos –Samuel Moscarello y David “Loro” Silvestre– entraron a la vivienda antes de que llegara y lo esperaron adentro, mientras que el restante –Suárez– se quedó en el auto para asegurar el escape.
No hubo robo ni escena de otro móvil que el de una ejecución cruel. Para dispararle en su casa, los asesinos encendieron el televisor y subieron el volumen al máximo.
Con relación al arma utilizada para el crimen –calibre 22–, nunca fue hallada, pero hay un testimonio que indica que Samuel Moscarello vendió una similardías después de que Flehr fue asesinado.
El móvil del crimen tendría que ver con la ambición del yerno Leandro Moscarello respecto de los bienes que la víctima tenía que repartir con Irina, única hija y heredera. Además, Irina habría venido reclamando durante años que su padre le adelantara la fortuna que, según sostenía, provenía de los bienes de su madre fallecida.
La niña tenía unos 12 años cuando perdió a su madre. Pero al cumplir la mayoría de edad y conocer a Leandro, comenzó a reclamar con insistencia los inmuebles que la madre había legado.
Hasta que el crimen se produjo, el arquitecto sufrió el vacío que le hicieron su hija y el yerno una vez que tuvieron una hija e impedían que la viera.
Una relación que fue el detonante
En paralelo, se sabe que Reynaldo, años después de enviudar, conoció a una mujer que habría conseguido que el arquitecto se olvidara de sus problemas con su hija y el yerno.
Pero la pelea por los bienes no cejaba. Aparentemente hubo algo que precipitó las diferencias en la disputa patrimonial. Se presume que en diciembre todo se profundizó cuando en una mano se hizo visible un anillo de compromiso que hizo temer por la parte de los bienes del viudo.
Semanas antes del crimen, como publicó este diario, Leandro le había enviado un mensaje nada sutil a Reynaldo: “Va a haber balas para vos”.
Cuando mataron a su padre, Irina –una exalumna del Colegio La Salle– tenía sólo 19 años. Los 20 los cumplió un mes después, cuando aún gozaba de la libertad.
