“Fue una ejecución. Fueron a hacer eso, a ejecutarlo. Fue planificado, no fue algo azaroso”. “El tema es saber quiénes fueron. Y si no se logra saber quiénes fueron, habrá que ver por qué o para qué lo ejecutaron de esa manera. Eso puede llevar luego a saber quién o quiénes fueron. Pero fue una ejecución cuasi mafiosa…”. “Hay pistas, pero hay que ser cautos. ¿Robo? No encaja para nada en un robo”.
Las reflexiones son de tres informantes que, con conocimiento de causa y pidiendo anonimato, se refirieron al alevoso asesinato del arquitecto Reynaldo Flehr (61), quien fue ultimado el martes Día de los Inocentes, al filo de la medianoche, en su vivienda, camino al Aeropuerto Internacional de Córdoba.
El caso permanece sin detenidos ni imputados y se ha convertido en un verdadero enigma del año 2021.
Por ahora, la investigación está centrada en el círculo cercano de la víctima, en sus relaciones, en sus negocios, en sus contactos. La pesquisa va de adentro hacia afuera.
Cómo fue el asesinato del arquitecto
Tal como informó La Voz el miércoles pasado, Flehr fue hallado maniatado y ultimado con un arma automática calibre 22.
La primera información daba cuenta de que al menos dos criminales (uno solo no fue) lo habían ultimado de un disparo en la cabeza.
Absoluto error.
Los forenses corroboraron, ya en la autopsia en la morgue, que Flehr fue ejecutado de dos disparos en la cabeza y a quemarropa.
Uno de los impactos fue directo al mentón; el otro, a la frente.
El asesino le disparó desde adelante y estando de pie. Su compañero estaba en la vivienda.
¿Cómo se sabe que fueron dos? Por las huellas de calzado y por la mecánica del crimen.
Flehr fue asesinado mientras se encontraba maniatado de pies y de manos, sentado en una silla en el comedor de la casa.
Los criminales usaron precintos plásticos para inmovilizarlo.
Luego, prendieron el televisor y lo pusieron a todo volumen.
¿Cómo fue todo?
Flehr era un arquitecto que vendía elementos en un corralón y en ferreterías. Viudo y con hijos casados, contaba con un importante patrimonio.
Si bien ya estaba en pareja, vivía solo en un viejo chalé con techo de tejas a dos aguas y con un amplio jardín delantero.
La entrada, con alambrado y portón, está sobre avenida La Voz del Interior al 8200, entre dos predios comerciales.
La parte posterior de la casa da a un camino asfaltado y con viviendas.
Flehr tenía varios terrenos en la zona. Su casa estaba en venta.
El pasado martes 28 salió de su casa en su Honda. Tras hacer unas compras, volvió cerca de las 23.
Alcanzó a guardar el auto en el predio. Pero no llegó a meterlo dentro del garaje del chalé.
Una filmación de una cámara de seguridad lo capta entrando aparentemente solo. La zona es oscura.
No está claro si los atacantes ingresaron junto con él o lo esperaban escondidos en el umbral o bien ya dentro de la vivienda.
¿Un cómplice los habrá esperado en la calle posterior en un auto?
Lo concreto es que Flehr fue reducido, sentado en una silla y maniatado de pies y de manos con precintos (muy similares a unos que él usaba).
Ya con el televisor a todo volumen, uno de los criminales apuntó y gatilló.
Espanto
Su hermana lo encontró el miércoles siguiente a la tarde. Es que, como el hombre no respondía los llamados, fue a verlo a su casa.
Allí se topó con el espanto mismo. Tomó su celular y pidió ayuda.
Al cabo de un rato, el lugar se llenó de policías, de investigadores, de peritos, de forenses, de funcionarios policiales y judiciales; y de familiares, claro.
¿Fue un robo?
Las fuentes consultadas le restan probabilidad a esa hipótesis, aunque no puede ser descartada por completo, porque la causa está abierta.
Si no fue un robo, ¿qué fue entonces lo que sucedió?
Hay dos puntos centrales que echan abajo la teoría de un simple asalto domiciliario.
Primero, los atacantes no se llevaron ni la computadora portátil, ni la tablet, ni el celular, ni la billetera de la víctima, entre otros elementos que fueron hallados en la casa. Mucho menos, el televisor.
En la vivienda quedó el Honda City LX sedán gris cuatro puertas.
¿Habrá existido una fuerte suma de dinero guardada en la casa? No está claro. Pero nadie de la familia hizo mención de ello.
Segundo, y no menos importante, otro aspecto central: si bien fue una brutal ejecución, el arquitecto no fue ni torturado ni maltratado momentos antes, como suele suceder en los típicos asaltos.
El forense no detectó golpes ni lesiones compatibles al accionar de ladrones que exigen algo.
La casa estaba con cierto desorden. Pero, definitivamente, tampoco era el desorden típico de los asaltos.
Hay dos versiones respecto de una eventual venganza forzada.
“Hay una pista dando vueltas, pero hay que trabajar otras”, sostuvo una fuente con acceso a la causa.
Entre testimonios, búsqueda de datos y diversas averiguaciones, los pesquisas siguen trabajando.
Como se dijo, desde adentro hacia afuera en el círculo de contactos.
