En un extremo de esta historia están los cuerpos de las dos hermanas asesinadas y arrojadas a ese pozo de 60 metros. Se espera que forenses concluyan cómo Esther y Sara Castro, de 41 y 39 años, fueron asesinadas. Ya se advirtieron golpes y cortes, varios cortes. Se detectó una marca compatible con un balazo en el cuello.
Se esperan conclusiones.
En el otro extremo de esta historia hay tres jóvenes (dos hermanos varones y una prima), todos familiares de las víctimas, presos en celdas distintas. Están incomunicados.
Los tres están acusados de haber sido los autores de este espanto que sacude a Córdoba. Por un lado, los hermanos Ismael y Esteban Castro están acusados de haber sido los asesinos; por el otro, la chica de 17 años, de haberlos supuestamente ayudado.
Presuntamente, ya le contaron todo a un tío. La fiscal espera indagarlos y comprobar si, cuando tengan defensores, admiten todo o no.
Los peritajes psiquiátricos determinarán si son imputables.
En el medio de esta cruel historia está la investigación.
Se trata de una pesquisa inicial que, entre tantos puntos por develar, tiene el objetivo central de determinar el porqué de todo: qué fue lo que pasó y por qué fue lo que pasó.
Hay una certeza entre las y los investigadores: el espanto de lo ocurrido en esa casa de calle Oscar Cabalén al 6532 aún no salió a la luz por completo. No emergió todavía en toda su dimensión.
La Justicia intenta confirmar si en ese hogar, como relatan algunos en el barrio, existía una larga cadena de abusos y violencias inenarrables.
Las miradas están puestas en el padre de las dos mujeres asesinadas y a la vez supuesto abuelo de los jóvenes. Un hombre mayor que murió meses atrás y sobre quien se teje toda clase de historias.
Cadáveres, una daga y basura
Tal como se temía y se sospechaba, los cuerpos de Esther y de Sara fueron hallados en el fondo de un aljibe ubicado en la parte trasera de esa vivienda de calle Cabalén, en Autódromo, un barrio popular enclavado al noroeste de la ciudad de Córdoba.
Complejo, extenuante y riesgoso fue el trabajo de los bomberos del Departamento de Unidades de Alto Riesgo (Duar) de la Policía de Córdoba para retirar esos cuerpos.
¿Por qué se buscó en ese pozo? Por las supuestas confesiones de los detenidos y porque perros especializados en búsqueda y rastreo de cadáveres habían marcado ese lugar.
Hasta que los bomberos bajaron hasta el fondo mismo de ese pozo, no sin dificultad, no había forma de confirmarlo.
Y se confirmó.
Los cuerpos estaban uno encima del otro. Los asesinos les habían tirado encima sus prendas, documentos, papeles. También, escombros.
El trabajo de los bomberos fue complejo y riesgoso precisamente por lo angosto del pozo.
Además de todo, allí adentro se hallaron una espada con forma de daga y un arma blanca “tumbera”, según confiaron fuentes oficiales.
Se buscó un revólver, pero no se lo encontró.
Todo fue seguido desde la calle por decenas de vecinos y de periodistas, sobre todo periodistas.
En otros rincones de la casa, se hallaron herramientas de mano que fueron secuestradas para peritajes.
El objetivo es determinar si tenían sangre y si fueron lavadas. Por caso, un hacha casera, o una pala.
Las tareas de los bomberos no han terminado: este miércoles volverán a la casa con palas y una retroexcavadora. Se siguen buscando pruebas.
Se sigue buscando un revólver.
De un momento a otro también se hará un examen de luminol en la casa para determinar si había sangre y si fue lavada en paredes o en el piso.
Todo de casualidad
“Es cierto... Si no se hubiera controlado a esos jóvenes en las Altas Cumbres… no descubrías nunca lo que pasó. Nunca. Esos cuerpos podrían haber quedado en ese pozo y quizá nunca serían hallados”.
Así se refirió una alta fuente de la causa sobre el doble crimen de las hermanas Castro y cómo se descubrió todo. ¿Y cómo se descubrió?
El pasado sábado a la tarde, una patrulla policial controló a dos varones y a una joven que, con niños, estaban en la zona de Copina, en las Altas Cumbres. Se trataba de Ismael y de Esteban Castro, y de su prima. No tenían auto ni moto. Estaban a pie y habían prendido una fogata.
Cuando uno de los uniformados los interrogó, los jóvenes dijeron que se iban a Mina Clavero.
No está claro si habían llegado haciendo “dedo” o bien acercados por un auto que se fue. Nada cerraba, algo raro había en esos viajeros.
Lo concreto es que los policías les hicieron llamar por celular a algún familiar para que los buscara.
Así que como se contactaron con un tío, que, desde la Capital, fue a buscarlos finalmente.
Ya de vuelta a Córdoba, según fuentes del caso, algunos de los jóvenes le confesaron el doble crimen de Esther y de Sara.
Esther sería la madre de ambos. Pero no está confirmado. Se espera que un ADN esclarezca todo.
Con semejante confesión, el tío de los jóvenes acudió a la Policía.
El domingo, los dos hermanos y la chica quedaron detenidos, y la casa de calle Autódromo fue precintada.
“Había olor a muerte. Se respiraba...”, comentó un pesquisa.
Los niños (los que estaban en Copina) quedaron bajo resguardo del tío, quien reside en otra vivienda.
Meterse al pozo
A temprana hora del martes, y tal como se preveía, arrancó el arduo trabajo de los bomberos en la vivienda de calle Cabalén 6532.
Toda la acción fue supervisada por la fiscal Andrea Martín, quien llegó al lugar con la jefa de Policía, Liliana Zárate, y con otras autoridades.
En la vivienda trabajaron bomberos, policías y peritos de la Judicial.
El inmueble fue prolijamente revisado en busca de pruebas, de rastros, de respuestas al enigma.
“Había mucha mugre, mucho abandono, mucho desorden. Es una casa simple, pero muy abandonada”, comentó una fuente policial.
En la vereda, decenas de curiosos, junto a la prensa, no se perdieron detalle del operativo, pese al sol, pese al calor, pese al viento norte.
Culminada la extracción de los cuerpos, la fiscal Martín confirmó las detenciones e imputaciones: los dos varones están acusados, por ahora, de homicidio calificado y homicidio simple. La joven de 17, por supuesto encubrimiento. No se descartan más arrestos.
Entre las medidas de la fiscal, está armar el árbol genealógico para determinar y confirmar cómo son los lazos en esa familia.
Heridas defensivas
Al caer la tarde del martes, se supo que las víctimas presentaban golpes y cortes presuntamente efectuados con arma blanca. En el cuerpo de una de las mujeres, se halló un balazo. Tenían heridas defensivas.
De todos modos, se esperan las conclusiones de los forenses. Esos estudios están al caer.
Lo que no está al caer todavía es el móvil del doble crimen.
Una de las hipótesis apunta a una eventual pelea por dinero.
Otra se centra en las malas relaciones que detonaron tras la muerte de don Castro, el padre de las mujeres.
Fue dicho: el espanto de calle Cabalén aún no emergió del todo.
