Las cámaras de seguridad, la geolocalización de las comunicaciones y las preguntas insistentes terminaron cercando al único sospechoso por el secuestro extorsivo agravado y muerte intencional de Santiago Aguilera Allende (18), hallado asesinado a golpes en unas canteras de la localidad de Las Tapias a fines de agosto.
La desaparición inicial y posterior secuestro del hijo de un empresario de Villa Dolores causó estupor en el país y terminó de la peor forma tras varios días de frenética y agónica búsqueda. Por estas horas, el juez federal N° 2 de Córdoba, Alejandro Sánchez Freytes, procesó y ordenó la prisión preventiva de Walter Ezequiel Gil (22), imputado como presunto coautor del secuestro extorsivo agravado por haber provocado intencionalmente su muerte.
El fiscal N° 1, Enrique Senestrari, sin encargo presume que actuó en complicidad con otras personas en la planificación del secuestro por el que se pidieron siete millones de pesos de rescate.
Las pruebas contra Gil, una por una
Gil había entrado a trabajar al corralón Alto de Castro, propiedad de Carlos César Aguilera (padre de Santiago), en mayo. Habría comenzado una relación de amistad con la víctima que trascendió el ámbito laboral al social, ya que compartían algunas fiestas o reuniones con otros jóvenes. Gil se encargaba de coordinar las salidas de esparcimiento en su Peugeot 405 en el que pasaba a buscarlo por su casa.
Aunque los padres de Santiago no le prohibían salir con él, tampoco consentían el vínculo fuera del trabajo a raíz de las relaciones que el imputado habría tenido con presuntos delincuentes.
Amparado en la amistad, Gil habría intentado obtener de manera insistente información sobre los bienes y el dinero que manejaba el padre de Santiago. Estratégicamente habría recurrido a Santiago para conseguir datos al punto de llegar a incomodarlo con sus preguntas.
Cuando llegaba algún camión con material, Gil habría comentado a otros empleados: “Uh, ahí debe venir un montón de plata en material”. Hasta le habría preguntado a Santiago: “¿Cuánta plata habrá acá de material?”. “Santi le decía ‘qué sé yo’. Santi no tenía noción de esas cosas”, declaró uno de los trabajadores.
El padre del joven declaró que mientras se encontraba de viaje, su hijo le consultó qué hacer frente a las insistentes preguntas de Gil: “Pá, escúchame: ¿qué le respondo a Walter? Me pregunta dónde estás y si te compraste un camión”.
El testimonio de la hermana de Santiago también fue coincidente con las otras declaraciones en la causa sobre las preguntas incómodas sobre dinero y movimientos de la empresa que el nuevo empleado realizada en el corralón.
El juez subrayó un hecho sugestivo del que Gil tenía conocimiento y que habría tenido vinculación con el posterior contenido del mensaje extorsivo que la familia recibió en las horas de máxima tensión. “Resulta sumamente llamativo –señaló Sánchez Freytes- no solo el interés que manifestara Gil respecto del dinero de la familia Aguilera, sino que también poseía conocimiento de las gestiones llevadas a cabo por el padre de Santiago para el cobro de seguros” por dos siniestros viales antes del secuestro.
En el último choque, Gil había colisionado a bordo de una camioneta del corralón. El empleado estaba al tanto de las negociaciones que Aguilera había realizado con la aseguradora el 16 de agosto, el mismo día en que fue secuestrado su hijo y horas antes de que la familia recibiera los mensajes extorsivos (el 17, entre las 6.49 y las 7.15).
“Los tenemos bien vijilados (sic). Sabemos qué hacen, dónde y conquien (sic) están. Ayer, por ejemplo, estaban hablando con una aseguradora”, dijeron el o los captores al enviar el mensaje a los Aguilera desde el celular de Santiago.
No pasó desaparecibido que quienes estaban al tanto de los reclamos a la aseguradora eran el propio empresario, un encargado, el productor del seguro, la otra parte involucrada y también Gil. Este dato fue importante para los investigadores.
Llamados
El fiscal lo imputó por haber planificado el secuestro. Aquella noche, Gil y Santiago acordaron salir a tomar unas cervezas, pero la salida pareció en principio frustrarse porque Aguilera debía levantarse temprano para ir al colegio.
Sus padres no aprobaban esa amistad, por lo que Santiago habitualmente salía de su casa ubicada en el paraje Chuchiras, caminaba hasta una plaza situada a unos 250 metros y Gil entonces lo recogía en su auto.
Sin embargo, después de los mensajes que aludían a la postergación del encuentro para el día siguiente, el imputado lo llamó a las 23.28, lo que sería un fuerte indicio de que, por el contrario, habrían acordado reunirse.
Se deduce que para evitar quizás cuestionamientos de los padres por vincularse con Gil, Santiago les dijo que saldría a tomar una gaseosa con otro amigo -Benjamín Altamirano- con la promesa de que volvería pronto.
La presunta coartada de Gil habría sido dejar guardados los mensajes de que finalmente no se reunirían esa noche -para mostrárselos a su novia y evitar así represalias de ella por salir a tomar algo con Santiago-. Sí borró, en cambio, los registros de llamadas al joven de las 22.50, 22.52 y 23.28.
“Resulta lógico que Gil haya dejado almacenados los mensajes para demostrar que en definitiva nunca se juntó con Santiago”, advirtió Sánchez Freytes. Santiago salió a las 23.17, pero jamás regresó. Fue la última vez que su familia lo vio con vida.
“Habría sido el acusado quien determinó a Aguilera a escribir los mensajes que eliminaban la salida juntos para luego trasladarlo a un lugar desconocido (…), donde lo habrían privado de su libertad”, razonó el juez.
Las cámaras, el recorrido y más pruebas
Senestrari realizó la “trazabilidad” del itinerario que Gil realizó en su 405 desde su casa hasta las inmediaciones del domicilio del joven y la geolocalización del celular de Santiago. En su teléfono quedaron registradas las llamadas de Gil de las 22.50, 22.52, y 23.28, las mismas tres que el imputado borró luego de su propio celular.
Las primeras dos comunicaciones fueron captadas por una antena orientada al domicilio de Santiago y la tercera, por una celda ya alejada, lo que indicaría que la víctima se alejó geográficamente con el sospechoso.
“Así, el recorrido que habría realizado Gil desde su domicilio hasta las cercanías del inmueble de Santiago (…) guarda relación no solo con los diálogos y comunicaciones telefónicas efectuadas por éste, destinadas a reunirse con la víctima, sino que el encuentro entre ambos se sustenta en las filmaciones que habrían captado a Gil y las señales de conexión del teléfono de Santiago”, resaltó el juez.
El otro punto clave en la causa es el comienzo y continuidad del recorrido de Gil. “Coincide en todo momento con la ubicación del teléfono que utilizaba Santiago, que nuevamente los coloca en el mismo horario y lugar en dos ocasiones más, con la particularidad de que, en el último trayecto, Gil no se habría conducido junto a Santiago sino solo con su celular”, remarcó.
El fiscal ubicó al acusado y al celular de la víctima en tres lugares específicos: en las proximidades del domicilio de Santiago, en las canteras donde hallaron el cadáver (el 21 de agosto) y en la casa de Gil, en Villa Dolores.
Así entonces, inicialmente y en dirección a la casa de Santiago, las cámaras de casas y comercios tomaron el 405 bordó TGU 983 de Gil (con manchas de masilla en el capó y el baúl y la ausencia de la ventanilla derecha trasera) en proximidades de su casa, a la 23.03.
Cinco minutos después cargó GNC en una estación en la que se lo vio con una campera y capucha. A las 23.10 envió a Santiago un emoji en señal de que no se juntarían esa noche (con la presunta coartada de mostrárselo luego a la novia), a pesar de que, en sentido inverso, sí estaba dirigiéndose a buscarlo.
A las 23.15, otras cámaras lo tomaron ingresando por el camino de tierra que conduce a la casa de la víctima, y a las 23.28, la antena captó el celular de Santiago alejándose de su domicilio.
Ya presuntamente con Santiago en su auto, las cámaras también registraron la dirección que habría tomado Gil hacia las canteras mientras habría llevado engañado al joven con la idea de tomar las cervezas.
Casualmente, una de las cámaras del corralón de los Aguilera constató el paso del 405 a las 23.44. El juez estimó que Gil sabía de la existencia del sistema de vigilancia, por lo que dedujo que apagó las luces del auto y dobló hacia el callejón Luis de Tejeda (en Villa Dolores) para no ser detectado por las otras tres cámaras del local en medio de la oscuridad.
Una hora y cuarto después, tomó la calle Roberto Noble, paralela a Tejeda, y se retiró de las canteras presumiblemente solo con el teléfono de Santiago. ¿Fue mantenido cautivo Santiago por uno o varios cómplices? La investigación intenta determinarlo.
Gil volvió a su casa, pero quizás pasó por alto un detalle clave: que el celular de Santiago siguió activo durante los minutos posteriores, lo que permitió que se registrara la zona de ubicación. Lo detectó la antena en dirección al domicilio de Gil a 1.21 ya del día 17.
A las 7.06 y 7.10 volvió a ser captado a la hora en que, sugestivamente, fueron enviados los mensajes extorsivos a la familia (6.49 y 7.15). Luego, el celular de Aguilera fue apagado y se perdió toda actividad rastreable.
Palabras llamativas
El juez también ponderó las “muy llamativas” coincidencias entre la escritura utilizada en los mensajes extorsivos enviados a la familia y la que empleada usualmente Gil en otros mensajes, “puesto que resultan idénticas”.
“Buenos días la mento decirle que tenemos secuestado a su hijo la suma de dinero para su debolucion serian 7 millones no intenten nada raro los tenemos bien vijilados sabemos que hacen donde y conquien están ayer por ejemplo estaban hablando con una aseguradora tengo pinchado cada uno de sus celularres cual quier error y lo mato Tipo 9 buelvo a comunicarme si no me comunico es que hicieron algo o llamaron ala policia los estamos observando cada momento”, decía literalmente la extorsión.
En sus mensajes habituales, Gil escribió “vijilados”, “buelvo”, “conquien” y “ala”, términos exactamente coincidentes con los plasmados en los mensajes extorsivos. “Gil habría sido la persona que, desde el aparato de la víctima, habría escrito el mensaje extorsivo como parte de la tarea asignada, mientras sus cómplices habrían retenido y ocultado a Santiago”, enfatizó el juez al procesarlo.
El joven murió de manera intencional el 20 de agosto por golpes en la cabeza y heridas en el tórax y la cabeza. Un día después encontraron su cuerpo, y con él se desvaneció la última esperanza de encontrarlo con vida.
