Casi 18 años después del homicidio de Nora Dalmasso (51) en Río Cuarto, la querellante Mariángeles Mussolini consideró “indubitables e irrefutables” las dos pruebas genéticas que comprometen al nuevo sospechoso: Roberto Marcos Bárzola (44).
Mientras el fiscal Pablo Jávega busca, en todo el país, si Bárzola tiene algún antecedente que pudiera interrumpir la prescripción, los abogados de la defensa ya hicieron un planteo de extinción de la acción penal y la querella prepara una férrea oposición.
Para Facundo Macarrón y su familia, es “inconcebible” que el hombre comprometido por dos ADN, un indicio de presencia y varios más, no pueda ser juzgado por el crimen de su madre.
En noviembre de 2006, el matrimonio Macarrón había encargado trabajos de pintura y mejoras en los pisos de madera de su vivienda de la Villa Golf Club. Bárzola era un empleado nuevo de un carpintero que ya había hecho otras obras en la casa. Con 27 años, Bárzola se dedicaba a los pisos de madera, por eso lo llamaban “el parquetista”.
El fin de semana en que Dalmasso apareció muerta, estrangulada, su marido había viajado a Punta del Este y sus hijos tampoco estaban en la ciudad. La mujer había pedido que no fuera la empleada a trabajar y que tampoco fueran a hidrolaquear el piso de la escalera, “quería estar sola”.
Bárzola fue uno de los primeros testigos citados en la causa.
El 27 de noviembre de 2006, dijo que el sábado 25 había estado en la casa de Macarrón “alrededor de las 8.30″ para completar unos trabajos. Relató que llovía, que fue en moto, que abrió la reja, entró al porche, tocó timbre dos veces, y que, como no le abrieron, se retiró.
Sostuvo que desde ahí se fue a la casa de otro cliente, en el country San Esteban. Pero en ese domicilio negaron que se hubiera hecho presente. Nunca se investigó esa contradicción. El 9 de febrero, volvió a declarar, pero sólo le preguntaron por el pintor Gastón Zárate, detenido ese mismo día. En el juicio a Macarrón, repitió su versión.
La investigación por la verdad
A 18 años del crimen, cuando le encomendaron la investigación “por la verdad”, el fiscal Pablo Jávega se propuso hacer 200 pruebas de ADN a todos los que pasaron por la casa de los Macarrón para encontrar a quien dejó sus huellas en el cinto de la bata con que estrangularon a Nora.
El 23 de diciembre pasado, Jávega anunció que la prueba 45 dio positiva. El ADN de Bárzola resultó coincidente con el rastro extraño determinado en el cinturón homicida (en febrero de 2008).
De inmediato, cotejaron su perfil con el de un pelo hallado en la entrepierna de la mujer. La comparación con el resultado del estudio mitocondrial del vello púbico (determinado el 4 de diciembre de 2007) también dio positivo.
Bárzola quedó imputado como sospechoso de abuso sexual seguido de muerte.
Sus abogados hicieron un planteo de extinción de la acción penal, porque han transcurrido más de 15 años del crimen.
Jávega decidió abrir un incidente paralelo para que el pedido fuera resuelto por el juez de Control, Diego Ortiz. Como Bárzola no está detenido, no tendría un plazo perentorio para hacerlo. Mientras, el fiscal podría seguir investigando.
ADN, batalla legal y expectativas
Hasta el momento, las controversias por pruebas genéticas de la investigación del caso Dalmasso se relacionaban con muestras tomadas en los hisopados de la mujer.
Siempre hubo diferencias entre genetistas del Poder Judicial de Córdoba con el bioquímico policial de Río Cuarto en torno de si había o no semen en el cuerpo de Nora. También se discutió si los rastros de Marcelo Macarrón, en el cinto y en el cuerpo, implicaban un indicio de presencia, si podían corresponder a una relación anterior o a que sus prendas se lavaban juntas en el lavarropas.
La querella subrayó que, “esta vez, el fiscal Jávega parte de una prueba no controvertida: el cinto de la bata con el que fue estrangulada y un pelo hallado en partes íntimas”.
Mussolini expresó: “El ADN de Bárzola, doblemente confirmado, aparece en ocho muestras del cinto de la bata y en el pelo encontrado en la entrepierna de Nora Dalmasso. Es tan irrefutable que a la defensa no le queda otra que plantear una formalidad de la prescripción”. “Los defensores pueden creer en su inocencia porque él les dijo que es inocente, pero no por las pruebas”, alegó.
La querellante destacó “el trabajo sistemático, serio y metódico del fiscal Jávega y de su equipo, integrado por Agustina Fernández, Eugenia Aramburu y, durante un primer tramo, Julián Testa”.
Remarcó que, en 2022, el tribunal que absolvió a Macarrón, integrado con jurados populares, reconoció “a Nora Raquel Dalmasso como víctima de violencia de género”.
“Esta causa tiene que marcar un antes y un después en las causas de violencia contra la mujer. Hace rato que se viene pidiendo y tratando que los casos de violencia contra las mujeres no queden impunes por prescripción”, adelantó Mussolini.
Y argumentó: “El fiscal de cámara dijo que la prescripción nunca puede estar por encima de la verdad y solicitó seguir investigando. Ahora, a partir de esta prueba científica irrefutable, la prescripción, que es una formalidad, ¿va a estar por encima de la Justicia (…)? Llegamos a un punto en que se tienen que preguntar a qué le van a dar prioridad: ¿a un instituto de prescripción o a garantizar un juicio justo para que se defina si alguien es culpable o inocente?”.
“Esta es una oportunidad para sentar un precedente, generar un cambio, no sólo para que la familia tenga una respuesta, sino para toda la sociedad, porque el caso Dalmasso refleja de manera muy evidente la violencia de género”, agregó la querellante.
La batalla judicial recién comienza.
