Un joven de 21 años fue atado con alambre a un poste de luz en barrio Maldonado, en la zona sudeste de la ciudad de Córdoba, junto a un mensaje intimidante que desconocidos dejaron colgado en su pecho: “A la familia no se le roba”.
El hecho se registró el pasado sábado durante la siesta, cuando el joven fue visto por transeúntes que dieron la alerta a la Policía. Cuando la fuerza llegó al lugar, los uniformados se encontraron con la inquietante escena.
Tras desatar al joven, debió ser detenido ya que fue señalado como el presunto autor de un robo ocurrido durante la mañana. Según vecinos de la zona, el chico habría intentado ingresar a una vivienda y habría sido descubierto cuando huía, con un objeto robado.
Con estas pistas, los investigadores lograron dar con la damnificada del aparente robo: una mujer de 27 años, habitante de la barriada, que según la Policía cuenta con antecedentes delictivos.
La vivienda que habría sido objeto del ataque se encuentra ubicada en pasaje Río Paraná al 4070. La mujer habita la parte trasera y el joven –aparentemente, cuñado suyo– la parte delantera.
Según denunció la víctima a la Policía, el chico se había colgado de su techo para quedarse con un reflector, que habría arrancado sin más herramientas que sus propias manos.
Tras hacerlo, el sospechoso habría intentado huir, aunque minutos más tarde fue localizado por una banda que, según manifestaron vecinos de la zona, controla el territorio.
“Lo agarraron y le pegaron. Se reían, agarraron un alambre y le dijeron que la próxima vez lo iban a matar”, comentó un comerciante próximo a la esquina de las calles Río Paraná y Blas Parera, donde fue atado el sospechoso.
El cartel
Fuentes barriales aseguraron a este medio que el chico fue atormentado a lo largo de algunos minutos y que luego del sometimiento, tres jóvenes procedieron a atar al sospechoso de un poste del alumbrado público.
“Escribieron el cartel con una lapicera, se lo colgaron del cuello y se fueron caminando”, dijeron en el lugar.
Las horas pasaron hasta que alguien llamó al 911 y el joven fue desatado por la Policía del poste donde había sido inmovilizado.
Según el informe oficial, el joven presentaba una herida a la altura del pecho y debió ser trasladado en un móvil de la fuerza hacia el Hospital Misericordia.
Cuando fue entrevistado, el herido dijo no saber quién lo había atado al poste ni cómo aparecieron esas heridas en su pecho. “Estaba con miedo. Vive perdido en las drogas. Había robado para comprar pipazo”, dijo un habitante del barrio que aseguró conocerlo.
Tras recibir atención médica, fue dado de alta y quedó a disposición de la Justicia, que ahora deberá determinar si realmente participó de un robo.
Maldonado: la zona del pipazo
Según referentes vecinales, barrio Maldonado se convirtió en uno de los puntos de mayor circulación de la droga conocida como “pipazo”.
Este medio publicó días atrás un informe donde reveló las consecuencias que provoca el avance del consumo de este tipo de estupefacientes en los suburbios cordobeses. Especialistas lo describen como una droga de efecto rápido, duración fugaz y muy adictiva. Lo comparan con el “paco” de Buenos Aires.
“No es un residuo, sino un precursor del clorhidrato de cocaína mezclado con permanganato de potasio (químico que se usa como desinfectante), bicarbonato de sodio, querosén, thinner, ácido sulfúrico y otros tipos de hidrocarburos”, había detallado la jefa de toxicología del hospital de Urgencias, Andrea Vilkelis, en diálogo con La Voz.
Y en la barriada aseguran que “es la droga que más consumen los jóvenes”. “En Maldonado, Müller y Bajada de Piedra, los chicos están fumando pipazo todo el día. Esto trae aparejado peleas, robos y violencia, porque se desesperan por comprar una nueva dosis”, explican.
No es la primera vez, dicen, que luego de un aparente robo se produce una agresión o un enfrentamiento. “Algunos vecinos tienen armas e incluso hay familias que están involucradas en el narcotráfico y no quieren que se arme lío en el barrio”, cuentan.
Es por eso que las bandas persiguen a los jóvenes que bajo el efecto de este tipo de drogas, o por la ansiedad de volver a consumir, cometen un robo que atrae a la Policía.
“Son pocos los robos a casas de familia, en comparación con otros barrios, porque cuando eso sucede hay lío. Viene la Policía, hace operativos y se rompe el orden en el barrio”, comentan referentes del lugar.
En cambio, aseguran, sí abundan los arrebatos y los robos a choferes de motos o autos que prestan servicio de transporte por aplicaciones. “Para seguir consumiendo, los adictos apelan a lo que pueden: atacan a un taxi, o te manotean el celular”, lamentan.
