Tres hombres fueron condenados en las últimas horas a penas de entre 7 y 14 años de cárcel por haber participado de un brutal asalto en el que un hombre recibió un balazo en el cuello y a quemarropa mientras se encontraba indefenso y en el suelo. El violento asalto sucedió el 21 de mayo de 2023 en el barrio Matienzo de la ciudad de Córdoba.
Félix Lallana sobrevivió al balazo, aunque quedó con secuelas. En la actualidad, vive haciendo changas y en condiciones muy humildes con su familia.
A 18 meses de aquel alevoso asalto, la Cámara 3ª del Crimen condenó a los tres acusados en el marco de un juicio abreviado. Fue, como se suele decir en Tribunales II, una condena exprés.
Walter Agustín Reartes y Franco Moroni Segovia fueron condenados a las penas de 14 y 12 años respectivamente, tras ser hallados culpables de los delitos de robo calificado por el uso de arma y tentativa de homicidio criminis causae (buscar la impunidad).
En tanto, Mario Díaz fue sentenciado a 7 años y 4 meses por robo calificado por el uso de arma de fuego.
Si bien todos admitieron haber participado del hecho, en la última audiencia y, antes de leerse el fallo, Díaz se arrodilló en la sala para pedir perdón.
A todo esto, el fiscal de Cámara, Marcelo Hidalgo, no está conforme con el fallo dado que el tribunal quitó uno de los agravantes: la alevosía.
Cabe señalar que Hidalgo y los defensores de los tres asaltantes habían llegado a un acuerdo para la realización de un juicio abreviado y se habían acordado condenas que fueron avaladas por el tribunal. Sin embargo, a último momento, los jueces descartaron uno de los calificantes y redujeron levemente las condenas.
Un asalto brutal
Todo sucedió el domingo 21 de mayo de 2023 en barrio Matienzo, en la zona sudoeste de la Capital.
Eran poco más de las 8 cuando la banda salió a buscar víctimas al voleo. Iban armados y divididos en una moto Rouser negra y en un Volkswagen Gol gris de la esposa de uno de ellos. La mujer se había quedado en casa.
En esa recorrida, se toparon con una verdulería en calle Reconquista al 4100. Quizá pensaron que se iban a encontrar con una fortuna en un simple negocio de barrio.
Así las cosas, frenaron y, como si ya lo hubieran hecho varias veces, se dividieron con roles asignados.
Mario Díaz se quedó dentro del auto. Su cómplice Franco Moroni Segovia hizo lo propio en la moto haciendo de “campana”.
En tanto, Walter Reartes y otro cómplice que nunca fue identificado cargaron las pistolas y encararon hacia el negocio. Sin embargo, Reartes se frenó antes y abordó a un hombre que justo se acababa de bajar de un utilitario y entraba a la verdulería.
Era Félix Alberto Lallana, un humilde trabajador de la barriada que justo iba a hacer unas compras.
Sin embargo, el delincuente pensó que era el dueño del comercio, le puso la pistola en el pecho y entró con él.
“A vos te conozco. Fuimos juntos a la primaria en barrio Suárez… ¿Te acordás?”, alcanzó a decir el jefe de la banda delictiva.
Ya con el rehén encañonado, los dos asaltantes entraron a los gritos a la verdulería. En instantes, coparon todo y comenzaron a exigir el dinero.
Reartes tardó en darse cuenta de que su víctima no era el propietario. “¿Dónde está la plata?”, comenzó a repetir de manera insistente.
El rehén fue obligado a tirarse al piso boca abajo y quedarse callado.
Su captor quedó a sus espaldas..
El otro delincuente, en tanto, saltó a la caja del negocio, manoteó $ 3.000 y dos celulares. Era todo.
Como Lallana no regresaba al coche, su pareja decidió entrar a ver qué estaba pasando.
Fue entonces que los delincuentes que estaban en la puerta entendieron que había que abortar el plan y huir.
Balazo a quemarropa
En ese momento, el asalto devino en una ejecución.
Según la fiscalía de instrucción y así lo mantuvo el fiscal de Cámara, Marcelo Hidalgo, Reartes habría querido matar a su rehén porque lo conocía desde la escuela.
Decidido, el delincuente remontó la 9 milímetros y, con su víctima indefensa y boca abajo, le disparó desde corta distancia. El balazo atravesó el cuello de la víctima.
La banda escapó en distintas direcciones.
Un poco por filmaciones, otro poco por datos de los propios vecinos, otro poco por la conmoción social y el reclamo barrial, los policías no tardaron mucho en atrapar a tres de los cuatro asaltantes.
Félix Alberto Lallana fue llevado al Hospital de Urgencias, donde lo devolvieron a la vida. Semanas después pudo volver a su casa. Quedó con secuelas.