Jamás pensó que iba a ser ejecutado de un disparo en la cabeza de manera cobarde, del otro lado de la medianera, mientras bajaba de su Fiat Palio con su hijita en brazos. Mauricio Alejandro Soria (29) había llegado esa noche a su casa junto a la niña de 2 años y a su esposa Brenda Gonzalía sin saber que estaba sería emboscado por tres vecinos que residían en la casa de al lado y lo estaban esperando.
El cruel homicidio fue cometido por Brandon Ismael Fernández (20) que le disparó por encima de la medianera al cráneo con un revolver Smith and Weston calibre 38 que le hizo estallar la cabeza. El agresor estaba a sólo cuatro metros de distancia y la víctima recibió el proyectil apenas asomó su cabeza al bajar de su vehículo.
A la par de esta agresión, el padre de Brandon, Daniel Omar Fernández (44) se puso detrás del auto y comenzó a efectuar disparos con una escopeta calibre 12. Cuando quisieron acercarse algunos vecinos a auxiliar a Soria, el hombre abrió fuego al grito de: “Acá no se acerca nadie”.
Mientras tanto, según parece, para evitar que Gonzalía bajara del auto, del otro lado de la medianera apareció Teresa Escudero (40, madre de Brandon y esposa de Daniel Fernández) y arrojó varias piedras de gran tamaño sobre el Palio del que había descendido el hombre baleado.
Desesperado, uno de los vecinos que insistía en ayudar al agonizante Soria, le gritó a Daniel Fernández: “Dispará si querés, yo igual voy a ayudarlo”.
Varios vecinos cargaron al hombre cuya cabeza estaba destrozada y lo llevaron al Hospital Municipal de Urgencias, donde minutos más tarde terminó falleciendo.
Investigación y juicio
El violento episodio ocurrió la noche del 11 de junio de 2024 en el final del pasaje de tierra Cardozo, de barrio Renacimiento, en el extremo sudeste de la ciudad de Córdoba.
Nunca se supo cuál fue la razón eficiente que desencadenó semejante acción de parte de los Fernández - Escudero.
No obstante, la Policía detuvo a los dos principales agresores y la Justicia inició la investigación, a cargo de la Fiscalía de Distrito 2, Turno 5, que contó con una prueba esencial: el registro de una cámara de video de vía pública que captó prácticamente toda la escena del crimen.
La instrucción llevó a juicio a los dos hombres y a la mujer. El debate se realizó con jurados populares entre el 20 de noviembre y el miércoles pasados en la Cámara 5ª del Crimen, integrada por los vocales María Susana Beatriz Gerzicich de Scapellato (presidenta), Alfredo Villegas y Cristián Griffi.
La acusación estuvo a cargo del fiscal de esa cámara, Marcelo Fenoll, quien argumentó a favor de una prisión perpetua para los tres acusados por homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas, agravado por el uso de arma de fuego.
A su turno, la defensora oficial Ana Pagliano, representante de la querella calificó el hecho como un acto de cobardía y adhirió a los argumentos del fiscal.
En el debate se destacó el alegato de la defensora oficial de Teresa Escudero, Ximena Guaita, quien en postura encontrada con los otros dos acusados (familiares directos de ella) desvirtuó la posibilidad de un acuerdo premeditado para matar a Soria y que en esa intención no estuvo incluida la mujer. También surgió del debate que tras los disparos, la madre y esposa de los otros acusados, convenció a ambos para que ingresaran a su casa y cesaran la agresión. En el juicio Teresa exhibió tristeza por lo realizado por su hijo y bronca hacia su marido.
La condena
Tras estos alegatos y la deliberación del jurado popular, se escuchó el veredicto de culpabilidad para los tres acusados, si bien no hubo prisión perpetua al caer el calificante para los tres y la calidad de autora para Teresa Escudera que finalizó el juicio con un rol menos protagónico, partícipe secundario del crimen cometido por sus familiares.
Uno de los miembros del jurado popular se anotó con la única discrepancia de la deliberación, votando por la prisión perpetua y el homicidio calificado. Por cierto, los dos vocales técnicos que emitieron su opinión -Griffi y Villegas- coincidieron con la mayoría de los representantes del pueblo.
Según estas evaluaciones del jurado respecto de las figuras penales y los roles de los tres acusados, el joven Brandon Fernández terminó condenado a 23 años de prisión, su padre Daniel a 21 y la mujer -madre y esposa- resultó con una pena de 9 años de prisión.
A los dos varones también se los halló responsables de coacción calificada, amenazas calificadas y tenencia ilegal de armas de guerra.
