Tienen entre 14 y 20 años. Varios de ellos cuentan con detenciones en su haber por violentos robos armados en las calles. Pese a sus cortas edades, habían aprendido aquello de asaltar a mano armada y con suma violencia a bordo de motocicletas. Sabían de motos, de armas, de horarios policiales, de ubicación de cámaras. Cuentan en el barrio que algunos pares los llamaban “los patrones”. Cuentan además que solían ufanarse en las redes sociales de los asaltos cometidos.
Se habían hecho conocidos en los barrios Ciudad Evita y Capullo de Mi Esperanza, en la zona sudeste de la ciudad de Córdoba.
Cuatro de estos jóvenes quedaron detenidos acusados de tener participación directa con el alevoso asesinato de Sebastián Villarreal (46), el vecino que fue ultimado por motochoros el pasado 29 de febrero en barrio Yofre Norte, de Córdoba.
Los dos principales acusados tienen 14 y 17 años. Para los investigadores habrían sido ellos los motochoros que atacaron a Sebastián aquella mañana cuando el hombre se iba a trabajar. El de 17 está señalado de haber sido el autor material de los disparos con pistola.
Está acusado por homicidio en ocasión de robo.
El de 14 es inimputable.
Los otros dos acusados tienen 19 y 20 años. Están sospechados de integrar esa patota y de haber cometido otros asaltos con la misma modalidad de los motochoros.
En las próximas horas, se conocerán las imputaciones definitivas por parte del fiscal Andrés Godoy, a cargo de esta pesquisa por un crimen, enmarcado en la ola de inseguridad, que conmocionó a Córdoba.
La causa lejos está de haber quedado cerrada. Es que los pesquisas de la división Robos y Hurtos de la Policía continúan con la investigación y se esperan más detenciones.
No se descarta que haya más jóvenes de corta edad involucrados.
No es la primera vez que jóvenes con antecedentes serios, e incluso menores de edad, terminan detenidos por haber cometido violentos asaltos armados en Córdoba.
El crimen de Sebastián, en paralelo, vuelve a dejar en evidencia los por demás escasos resultados obtenidos en los últimos años tanto por la Secretaría de Niñez Adolescencia y Familia (Senaf), como de los juzgados y fiscalías juveniles en Córdoba.
Asesinado y asaltado en la calle
Sebastián fue víctima de un fenómeno delictivo sin freno en la ciudad de Córdoba: los asaltantes que se mueven en motocicletas.
Se trata de una modalidad delictiva que arrancó tiempo atrás y que no ha dejado de extenderse.
En los últimos tiempos, se vienen repitiendo graves asaltos callejeros cometidos por ladrones en motos en distintos puntos de la Capital y alrededores. Los robos son tanto contra familias (cuando entran o salen de sus domicilios) como contra peatones, vecinos que esperan el colectivo, comerciantes, automovilistas y, por cierto, motociclistas en plena calle.
Sebastián fue atacado de madrugada y en moto.
Sucedió el 29 de febrero pasado, cuando iba a trabajar a una fábrica de plásticos. A poco de salir de su casa a bordo de su moto, en Yofre Norte, fue abordado por dos motochoros que llevaban cascos y portaban al menos una pistola automática.
En esas circunstancias, fue ejecutado a balazos. “¡No me matés!”, alcanzó a gritar la víctima. Le dispararon y se llevaron su ciclomotor.
Los pesquisas ahora ubican a los dos menores, el de 17 y el de 14 años, en la escena: serían quienes iban en la moto y cometieron el asesinato.
Pero detrás de ellos están los demás. Actuaban, dicen los investigadores, como una banda.
La investigación, como ya se indicó en La Voz, se basó en un prolijo y puntilloso trabajo de análisis de filmaciones de cámaras de seguridad, además de toma de testimonios y de búsqueda de testigos.
“Al comienzo, el trabajo fue muy duro y complejo. No había pistas concretas. Pero se hizo un trabajo prolijo y paciente desde afuera hacia adentro”, dijo un pesquisa.
Con el paso de los días, la causa se fue apuntalando en la fiscalía de Andrés Godoy.
Mientras tanto, se repetían las marchas en reclamo de justicia por parte de los familiares y allegados del trabajador asesinado.
Banda con roles asignados
Según fuentes de la investigación, los ahora acusados integraban una peligrosa banda de jóvenes motochoros que habían aprendido a actuar con violencia y con roles bien asignados a la hora de atacar.
El de 20 años presuntamente llevaba la “voz cantante” y repartía responsabilidades a la hora de los asaltos callejeros.
Según fuentes del caso, habían aprendido sobre horarios de movimientos de potenciales víctimas y de patrullajes. Sabían de cámaras y sus ubicaciones.
Para cometer sus delitos, apelaban a maniobras distractivas y a un aceitado procedimiento de vigilancia de las zonas: se intercambiaban las motos, las armas, las prendas.
No dejaban nada librado al azar.
Voceros del caso señalaron que al menos tres de los acusados habían participado en numerosos hechos. Vivían en Ciudad Evita y en la villa Capullo de Mi Esperanza.
Sobre el acusado de 14 años, no hay precisiones. Los pesquisas saben que era oriundo de Vila Carlos Paz, ciudad donde fue aprehendido.
Trascendió que viajaba a la Capital a menudo y paraba en una casa situada en Capullo de Mi Esperanza.
Sobre los otros tres, pesa una larga lista de antecedentes delictivos.
En los pasillos de Tribunales se habla de “puerta giratoria”. Los investigadores han señalado que en numerosas oportunidades habían sido detenidos y liberados. Nadie se explica por qué los dejaban sueltos.
Entre ellos, regía un horario: actuaban a partir de las 7 de la mañana y se guardaban en sus domicilios, o en los “aguantaderos” a las 10.
Atacaban en distintas zonas de la ciudad y unos hacían de soporte mientras otros eran los encargados de perpetrar los robos.
Robaban motocicletas, celulares, dinero y carteras, hasta donde se pudo acreditar. Tras la huida, al menos dos de ellos se ocupaban de esconder lo robado. Rápidamente, todo era reducido y vendido.
Los que habían puesto la cara durante los ataques tomaban otro vehículo que los esperaba a pocos metros del sitio donde atacaban.
La maniobra distractiva estaba perfectamente ensayada, según los pesquisas. En cada uno de los robos, actuaban fuertemente armados. Por el momento, no se los vincula con otra balacera.
Según la investigación, la banda se movía con soltura en los callejones barriales donde se produjo la mayor cantidad de allanamientos: barrio Ciudad Evita. Lo que más llamó la atención fue la corta edad de los integrantes de la banda. “Habían aprendido a robar y lo hacían con saña”, dijo un detective. “El más grande coordinaba todo. Y luego se dividían roles. Es una organización de pibes dedicada a lo peor del delito. Es un verdadero desastre esto...”, comentó, afectado, un alto investigador del caso.
Convocan a una nueva marcha
La familia de Sebastián Villarreal convocó a una nueva protesta callejera en Córdoba. Será este jueves a las 12 frente a Tribunales I, de Córdoba, donde funcionan el Tribunal Superior de Justicia y la Fiscalía General de la Provincia. Allí pedirán justicia por el crimen.
En paralelo, a través de un video difundido en redes sociales, los familiares hablaron sobre “crueldad” de parte de la Justicia. Reprocharon haberse enterado de las detenciones por la prensa.
Además, reclamaron el esclarecimiento del crimen. “Queremos saber de dónde sacaron las armas”, dijo la hija de Sebastián. “Nunca más mi papá me va a poder abrazar. Se cumplen tres semanas y por eso los convocamos e invitamos a participar de este pedido de justicia y de esclarecimiento por el crimen de mi papá”, planteó la joven.