“Tengo una grandísima sensación de impotencia”. Así se refirió el cura Mariano Oberlín, luego de un gravísimo episodio que se registró en las últimas horas contra el centro de rehabilitación de jóvenes adictos que dirige en Campo de la Ribera, en la zona de barrio Müller de Córdoba capital: un individuo abrió fuego con una escopeta recortada contra un grupo de pibes. El violento ataque sucedió el pasado martes a la tarde.
Afortunadamente, no hubo heridos. El agresor escapó aparentemente con otras personas en un auto bordó, pese a la presencia policial que existe en la zona e inmediaciones.
El caso fue dado a conocer por el propio sacerdote quien, a la vez que alertó sobre la existencia de narcos y matones en la zona, cuestionó duramente a la Policía de Córdoba.
Oberlín dijo que todo sucedió pese a la existencia de uniformados y dependencias policiales en el sector. Incluso, denunció que no hubo reacción por parte de los uniformados.
En diálogo con La Voz, el sacerdote fue más allá y trazó un duro diagnóstico: habló de zonas liberadas, criticó la existencia de matones que imponen su mandato en el sector y volvió a cuestionar a las autoridades. Además, denunció que ha sufrido varios robos en los últimos tiempos y dijo que policías lo mandaron a contratar seguridad privada.
Ni desde Jefatura ni desde el Ministerio de Gobierno ni la Secretaría de Seguridad hubo respuestas o pronunciamientos oficiales con la prensa. De todos modos, fuentes de la Policía desvirtuaron por lo bajo lo señalado por el sacerdote, aunque reconocieron que es una zona compleja. Le colocarán custodia.
Oberlín lleva más de 13 años trabajando en esa compleja zona de la Capital, como el conglomerado de barrios que agrupan a Maldonado, Müller, Villa Inés y Campo de la Ribera, rescatando a chicos y jóvenes de la droga. Allí, donde el Estado no siempre se ve, Oberlin y su fundación viene llevando adelante una imparable y ardua labor para educar, contener y dar trabajo a jóvenes excluidos; alejándolos del narco.
Precisamente, Oberlín ha sido blanco de amenazas y aprietes en numerosas oportunidades.
Semanas atrás, por caso, hubo un extraño y supuesto robo en las instalaciones que dirige. La Policía dice que el robo existió y que detuvo a un joven. En el círculo cercano de Oberlín son cautos sobre ese hecho.
Ataque armado y escape ante policías
A todo esto, el martes último a la tarde, al menos un matón llegó armado en auto hasta las instalaciones de su centro de rehabilitación en Campo de la Ribera. El lugar es conocido como “la casita de los chicos”.
Oberlin denunció que, con una escopeta recortada, el sujeto efectuó disparos intimidatorios. En el lugar, había 40 jóvenes. Afortunadamente no hubo heridos.
El agresor subió a un auto bordó, donde aparentemente había otra persona, y escapó a toda velocidad hacia la Costanera, pese a que en la zona hay policías y hasta una dependencia de la fuerza.
Oberlín no se encontraba en el lugar. Tras enterarse de lo sucedido, volvió de inmediato a su fundación y, junto a jóvenes de su equipo, salió a buscar a los agresores o al auto.
Indicó que localizaron el coche y le tomaron la patente. Tras una rápida indagación por internet, el propio sacerdote y sus allegados descubrieron que la chapa era trucha.
“Acudió un móvil a entrevistar y luego se fue. Hasta allí, toda la Policía actuó como simple espectadora”.
Duros cuestionamientos
“Cada dos por tres nos entran a robar a Campo de la Rivera, en la casa donde viven los chicos. Ahí fue que se produjeron los disparos. Da la sensación de que es una zona liberada. El año pasado, cerca de fin de año, tuvimos un hecho grave y los chicos quisieron echar con palos a los ladrones”, le contó a La Voz.
“La Policía no venía cuando la llamábamos. Si venía, nos echaba la culpa a nosotros. Nos decía que era culpa de los chicos que eran todos choros”, añadió el sacerdote.
Con bronca e impotencia, reveló que este año hubo robos y hasta amenazas contra los jóvenes.
“Hicimos las denuncias pero la Policía nos dijo que teníamos que contratar una empresa de seguridad privada”, indicó.
“Matones” y amenazas
Oberlín no se anduvo con vueltas. “Cada vez que hablamos de algo que incomoda a alguno, se viene la represalia hasta que se equilibran las cosas. Mientras tanto, hay que padecerla. La sensación es que los disparos fueron un mensaje para amedrentar”, le dijo a La Voz, en referencia a lo sucedido el martes pasado con el ataque con la escopeta.
“Hay 15 o 20 matones que imponen las reglas de convivencia en la zona. Este es un barrio de gente honesta. Estos tipos intentan imponer una norma de convivencia: ‘Lo mejor es robar’. Pero si sos un albañil, te comprás una tele en 40 cuotas, se la roban y la tiene el vecino que la compró robada… Es un mensaje que dice la única forma es vivir robando”, expresó Oberlín, con dolor.
“Me refiero a los reducidores, a los que alquilan armas, a los que venden droga al por mayor. Acá en el barrio están esos 20 tipos. Si los sacás, el resto de la gente se acomoda porque quiere vivir dignamente”, expresó con impotencia.
“Si la mayoría de la gente quiere vivir bien, por qué no sacan a estos tipos que son muy fáciles de identificar”, añadió, y volvió a cargar contra la fuerza de seguridad: “La Policía no hizo nada más que tomar los datos”.
