El fiscal Andrés Godoy mandó a juicio a Daniel Emanuel Ledesma y a su novia, Natalia Elizabeth Miranda, por el brutal crimen de una mujer cuyo cuerpo fue encontrado enterrado en la casa de la pareja, en barrio Zumarán de la ciudad de Córdoba. La víctima de esta historia fue Nadia Laureano, una vecina de la misma barriada y que se encontraba sumida en un cuadro de extrema vulnerabilidad, pobreza y adicciones. El espanto fue descubierto el pasado 12 de abril.
Los dos acusados fueron enviados a juicio como presuntos coautores del delito de homicidio calificado por alevosía. Uno fue acusando al otro, y viceversa, sobre el asesinato de la mujer, quien se encontraba desaparecida desde enero de 2022.
Una enormidad de pruebas abonaron el camino para la requisitoria fiscal.
Todo se descubrió luego de que Natalia Miranda llamó al 911 para denunciar un hecho de violencia de género. Cuando los primeros policías arribaron, la mujer los encaró. “Decile a la Policía lo que hiciste”, dijo, mientras su novio estaba presente. Luego, ya mirando a uno de los policías. “Que te cuente él lo que hizo. Mató a una policía y la enterró en el patio”, confiaron fuentes del caso.
Ante los ojos absortos de los uniformados, Miranda los acompañó hasta la parte trasera de la vivienda. Les señaló una pileta y les aseguró que abajo estaba el cuerpo de una joven vecina.
Nadie daba crédito de lo que estaba ocurriendo. Rápido, se movilizó todo un operativo del que participaron bomberos. Tras vaciar la pileta y correr la lona, los uniformados comenzaron a cavar. El hallazgo macabro no iba a tardar en salir a la luz.
A todo esto, el fiscal Godoy buscaba a Laureano como desaparecida desde hacía más de un año.
Ante los indicios de que podría tratarse de la misma persona, todas las actuaciones pasaron a su oficina.
El funcionario se metió de lleno en esta trama de espanto junto con un grupo de pesquisas para desentrañar cómo había sido todo. Un estudio de ADN terminó por confirmar que la mujer enterrada era la buscada.
Presunciones sobre el asesinato
Una de las hipótesis es que Nadia Laureano habría ingresado al domicilio sin permiso, con la voluntad de robar algún objeto de valor.
En el entorno barrial era conocida por esta conducta. Sus vecinos dijeron que solía entrar a los patios de la casa para quedarse con “chucherías”, venderlas y comprar droga con ese dinero.
Pero hay al menos una segunda suposición: Nadia y Daniel Ledesma habrían tenido un vínculo íntimo. En ese marco, una de las hipótesis es que la mujer visitaba la casa con asiduidad.
Según el fiscal, entre el 29 de enero y el 8 de febrero de 2022, en horas de la madrugada, los imputados Daniel Ledesma y Natalia Miranda estaban en su casa de calle Sebastián Gaboto al 2015, de barrio Zumarán. En esas circunstancias, el hombre habría permitido el ingreso a la propiedad de Nadia.
Así las cosas, aprovechando el grado de indefensión de la joven, el hombre la sorprendió desde atrás y la asfixió de manera mecánica
Mientras esto sucedía, según el fiscal, Natalia Miranda apareció en el garaje, vio lo que sucedía y habría “alentado” a su novio para que terminara de matar a la joven y luego la descuartizara con una amoladora.
De acuerdo con la hipótesis fiscal, y con la finalidad de procurar su impunidad, ambos habrían envuelto el cuerpo de Laureano en una lona de pileta y la habrían arrojado a un foso cavado previamente en el patio trasero de la morada. Luego, le arrojaron cal y la taparon con tierra.
Miranda declaró que su novio “la había cortado” con una amoladora. Que habían enterrado las partes en el pozo donde finalmente fueron hallados los restos. De la casa, los investigadores secuestraron una amoladora en un archivero.
El hombre dijo –según aseguraron fuentes de la investigación– que su mujer le pedía que la “corte en pedazos”, pero que él nunca lo hizo.
Por el estado en que fue hallado el cuerpo, no se pudo establecer esa circunstancia final.
Peritaje psicológico: los perfiles de los imputados
Cuerpos investigativos aseguraron que el peritaje psicológico concluyó que Miranda, la dueña de “la casa del horror”, llevaba las riendas de la relación.
Según esta documentación, la toma de decisiones y el poder simbólico los habría tenido ella. En cambio, el varón, quien se ganaba la vida como guardia de seguridad, habría presentado un comportamiento complaciente con su pareja.
Una de las conclusiones fue que él habría asumido un rol dependiente, con una actitud cotidiana que se plegaba a lo que la mujer mandaba.
Estos papeles lo presentarían como una persona sumisa.
Incluso, los peritos habrían identificado actitudes discriminatorias de parte de la mujer hacia él.
Los investigadores entienden que el resultado de los peritajes podría complicar a Miranda. En la fiscalía prefirieron no emitir opiniones sobre este asunto.
Resta esperar ahora, si la elevación a juicio queda firme, qué Cámara del Crimen juzgará este asesinato.
Ambos acusados tienen asesores letrados diferentes, a pesar de que en un comienzo contaban con un único defensor.
El curso de la causa y las acusaciones cruzadas los obligaron a dividir sus estrategias.
