Luego de una compleja, prolongada e intrincada causa judicial, un efectivo de la Policía de Córdoba irá a juicio por haber matado de un balazo en la cabeza a un joven, en el marco de una persecución ocurrida hace 10 años. Todo sucedió a fines de 2012 en la ciudad de Río Tercero.
La víctima de esta nueva historia de excesos policiales fue Lucas Ángel Funes. Tenía 23 años.
El joven recibió primero varias perdigonadas de goma (disparo de escopeta) y luego un balazo de plomo de una pistola reglamentaria.
El acusado de este crimen es el oficial Luciano Carnero.
La fiscal de instrucción Paula Bruera, de Río Tercero, lo mandó a juicio por homicidio simple con exceso en el legítimo ejercicio de un cargo (figura culposa), confirmaron a La Voz fuentes judiciales.
El efectivo, por ahora, está en libertad y, según trascendió, continúa trabajando en esa misma ciudad.
De hecho, porta su arma reglamentaria. Esto podría cambiar si el nuevo Tribunal de Control Disciplinario de las Fuerzas de Seguridad interviene y le dicta la pasiva.
Idas y vueltas
Lo verdaderamente llamativo de esta compleja historia es que la por entonces fiscal de instrucción Andrea Heredia Hidalgo (hoy fiscal de Cámara en Bell Ville) había sobreseído al policía por este hecho.
La funcionaria había entendido que el policía Carnero había actuado conforme a derecho y se había defendido. Incluso, se pronunció en dos oportunidades a favor del sobreseimiento.
Estas decisiones, a su vez, habían sido avaladas por un juez de Control.
Sin embargo, la parte querellante apeló aquellas resoluciones, por lo que la causa llegó hasta la Cámara del Crimen de Villa María, que hizo las veces de Cámara de Acusación.
Esta instancia siempre devolvió el expediente a fiscalía, rechazando el sobreseimiento del uniformado.
En 2019, tras haber asumido como fiscal en Río Tercero, Bruera se hizo cargo del caso, comenzó a analizarlo y ordenó una serie de medidas probatorias, como testimoniales y una reconstrucción digital que solicitó a gabinetes de Policía Judicial.
Balazo fatal
El episodio sucedió el 14 de diciembre de 2012 en barrio Monte Grande de Río Tercero.
En el marco de un operativo, Lucas Ángel Funes terminó muerto de un disparo de plomo en la sien.
La Policía informó que todo sobrevino en el marco de una persecución e incluso se indicó que hubo un intercambio de disparos.
No está claro por qué la Policía estaba ahí. Lo concreto es que hubo una persecución por varias cuadras.
Fuentes judiciales señalaron que, a priori, el joven habría hecho disparos al aire y que luego tiró el arma.
Esto fue notificado por los policías por la frecuencia radial.
La persecución continuó y el joven recibió un disparo de escopeta con balas de goma.
Sangrando y herido continuó escapando, según declaró una vecina quien ratificó que no iba armado.
Uno de los policías –Carnero– terminó matando a este joven con un disparo que le dio en una oreja.
La familia de Lucas Funes, quien siempre reclamó justicia e insistió que todo había sido un “gatillo fácil”, denunció siempre que el muchacho presentaba una decena de impactos de goma en la cabeza y que, ya reducido, recibió el disparo mortal.
En las últimas horas, y con los resultados de una reconstrucción digital del hecho, la fiscal Bruera concluyó la nueva investigación y mandó a juicio al policía Carnero.
El homicidio simple con exceso en el legítimo ejercicio de un cargo prevé una pena de 3 a 6 años de cárcel.
Fuentes judiciales señalaron que el uniformado permanece en libertad.
Voceros oficiales indicaron que el efectivo fue ascendido dos veces y sigue trabajando en la misma ciudad.
