La violencia urbana sigue calando hondo en numerosos barrios de la ciudad de Córdoba.
Otra vez, tal como ocurrió el mes pasado con el juicio por el crimen de Lidia Cabrera (65) en barrio Yofre Sud, la Justicia condenó a integrantes de una familia enfrentados con sus vecinos de la casa del frente.
La Cámara 8ª del Crimen de Córdoba dictó sentencia en las últimas horas por los crímenes de Andrea Soledad Figueroa (39) y su cuñado Hugo Martín Ceballos (45); ocurridos en la madrugada del 12 de julio de 2020 en barrio Lamadrid.
En un fallo unánime, tres hermanos fueron condenados: Pablo Gonzalo “Pitu” Carreras (36) recibió 16 años de prisión; mientras que Gustavo Leandro “Chuky” Carreras (26) y Julio César “Peladito” Carreras (34) deberán cumplir 15 años de prisión.
Los Carreras vivían frente a los Ceballos, en la cuadra de Morlotte casi pasaje José Verdi.
Estaban unidos en parentesco el matrimonio de Pablo con Carolina Ceballos, hermana de las víctimas. A su vez, la asesinada Soledad Figueroa estaba casada con otro de los hermanos Ceballos, Claudio Enrique, quien era mellizo de Martín Ceballos, el otro muerto por los balazos.
La disputa era de años y no sólo se limitaba a problemas vecinales. Según lo indicaron fuentes policiales y se ventiló durante el debate, en el sector había oscur
os intereses relacionados con el delito, particularmente con la droga.
Durante el juicio, actuó como acusador el fiscal de Cámara Hugo Almirón, quien pidió penas elevadas para los tres homicidas y acordó juicio abreviado con otros tres partícipes de abusos de arma durante los enfrentamientos. Su descripción de los hechos resultó escalofriante por la crudeza de los actores y porque nunca llamaron a la Policía.
Violencia, tiros y muerte
Tras un buen tiempo de diferencias “serias”, horas antes del episodio final hubo un enfrentamiento en la cuadra por un portón . En ese enfrentamiento, Pablo Carreras disparó a los pies de Martín Ceballos.
Luego, a la madrugada del domingo, los hermanos Martín y Valeria Ceballos se cruzaron a la casa de los Carreras para hacerles un airado reclamo. Martín llevaba una cuchilla. Hubo gritos y amenazas.
Pablo se levantó de la cama donde dormía con Carolina. Tomó un arma de fuego de arriba del placard y comenzó a disparar por la ventana cuyo postigón ya había sido roto.
Primero el visitante recibió un disparo en una pierna, que lo tumbó. Luego, lo alcanzó un balazo en el tórax, que le quitó la vida.
A la vez, Carolina, que estaba en el interior de la casa con Pablo también recibió un disparo de él en una pierna al interponerse entre el tirador y la puerta. Por suerte, sobrevivió.
Minutos después del comienzo del enfrentamiento llegaron los hermanos de Pablo, “Peladito” y “Chucky” Carreras, quienes comenzaron a disparar desde el techo a los Ceballos que estaban en la calle.
Parada en la vereda del frente, con otra arma en la mano, estaba Carolina Figueroa, quien fue alcanzada por otro disparo en el tórax y cayó muerta. Completando la escena de un set de policial, minutos más tarde, apareció por la cuadra otro de los hermanos Carreras, Brian “Yayo”.
Portando una escopeta en sus manos gritaba a viva voz: “¡Mátenlos a todos… Mátenlos!”.
La escena fue mucho más extensa e involucra a otros participantes, incluidos niños, todos en situación de violencia irracional y sin que nadie haya atinado a llamar a la Policía.
Por poco no fue una masacre que terminó con más muertos. Era el comienzo de un sangriento domingo, todavía no había salido el sol y la cuadra olía a pólvora.
Las condenas
De manera unánime, el tribunal aplicó condenas elevadas para quienes fueron considerados los homicidas, “Pitu”, “Chuky” y “Peladito” Carreras, mientras que otros dos hermanos y otro hombre que participaron en delitos de abusos de armas recibieron penas de menor cuantía.
Brian Andrés “Yayo” Carreras (25), Sebastián Antonio Peralta (41) y Roberto Manuel “Negro Mabel” Monjes (49), reconocieron al comienzo del juicio los hechos de la acusación que había instruido la entonces fiscal de Violencia Familiar y de Género Bettina Croppi (hoy fiscal General adjunta). Pidieron disculpas y se acogieron al trámite de juicio abreviado que acordaron con el fiscal Almirón.
Brian -el que esgrimía una escopeta jurando muerte- terminó con condena de tres años de prisión efectiva (además fue declarado autor de amenazas calificadas), mientras que los otros dos fueron condenados a la misma pena, pero de ejecución condicional.
Además, se cursaron antecedentes a un fiscal de turno para que se analice el posible falso testimonio de Carolina Ceballos (la mujer herida por su pareja, Pablo) y de José César Carreras, tal como lo había solicitado el fiscal Almirón.
Representados por el abogado Miguel Juárez Villanueva, en el juicio actuaron como querellantes Claudio Enrique Ceballos -viudo de Soledad y hermano gemelo del también fallecido- y los hijos de Martín, Milagros y Matías Ceballos.
Los Bonaldi y los Cabrera
El antecedente inmediato de este fenómeno de la violencia entre vecinos se remonta al mes pasado, cuando se realizó el juicio por el salvaje asesinato de Lidia Cabrera (65) durante la madrugada del 6 de diciembre de 2020 en su casa de bario Yofre Sud. Hubo dos condenas, una absolución y el imperativo de un resarcimiento para la hija de la víctima.
Durante años, hubo enfrentamientos entre la víctima y su hija y la familia que también vivía en la casa de al frente, los Bonaldi, que eran policías o expolicías.
El jurado popular constituido en la Cámara 12ª del Crimen encontró culpables a los acusados de asesinar de modo salvaje a Lidia Cabrera, en el marco de un prolongado enfrentamiento, en el frente de su casa, en barrio Yofre Sud, la madrugada del 6 de diciembre de 2020.
Roque Antonio Bonaldi (59) fue sentenciado a 25 años de prision y su hijo Leonel Bonaldi (28) a 22 años. Según la acusación los Bonaldi irrumpieron en la casa reventando la puerta y sacando a la mujer y su hija Yanina para matarlas. Lo consiguieron con la madre y, por poco, no llegaron a hacerlo con la hija.
Yanina Moreno, hija de la víctima, actuó como querellante en el juicio que se sigue a los dos acusados del homicidio, sus vecinos de la cuadra y expolicías de apellido Bonaldi. También llegó al banquillo Rocío Antonella Bonaldi (29), en su caso imputada por amenazas, pero los jueces decidieron su absolución.
Se fijó, además, un resarcimiento para Yanina, de 3,8 millones de pesos.
