Dolor, impotencia y mucha bronca se respiran en Traslasierra en cada marcha que recuerda el secuestro, tortura y asesinato de Santiago Aquilera Allende. A un mes de la brutal ejecución de este joven de 18 años en jurisdicción de Las Tapias, en el departamento San Javier, su familia, amigos y la comunidad siguen reclamando justicia.
No hay recuerdo en la región, ni en la provincia, de un caso de esas características. La última vez que un secuestro terminó en asesinato en Córdoba fue en 1998 y la víctima fue el panadero Héctor Corradini.
“No tenemos ninguna información. Al dolor y la presión que sufrimos, se suma que nada sabemos. Todo indica que no hay avances en la investigación. Pensamos que un mes después íbamos a saber algo más de esta locura”, afirmó Carlos Aguilera, el padre de la víctima.
El hombre, quien cuestiona los pasos dados por la investigación, reclamó celeridad y resultados.
“A Santiago lo asesinaron brutalmente, pero antes lo hicieron sufrir y lo hicieron sufrir mucho sin ninguna razón. Por eso, esto no puede quedar impune, los asesinos están sueltos, y quizá estén entre nosotros”, sostuvo.
En distintas localidades de la región se vienen haciendo manifestaciones que reclaman, en silencio o a gritos, que se esclarezca el caso.
La pesquisa se encuentra en manos desde el primer día del fiscal federal N° 1 de Córdoba. Enrique Senestrari, quien trabaja con investigadores de la Policía de Córdoba.
La causa tiene a un joven detenido. Se llama Walter Gil, era empleado de Aguilera padre y amigo de Santiago.
Está preso y acusado por supuesto secuestro seguido de muerte.
Desde ámbitos de la causa se dijo que Gil no participó en el asesinato.
La Policía está tras los pasos de una banda integrada por varias personas. La hipótesis es que se trató de una venganza.
Sin embargo, la banda no cae.
El detenido aún no ha sido indagado y su defensor viene reclamando la liberación.
Secuestro y tortura
En la noche del 16 de agosto pasado, Santiago salió de su casa del paraje Chuchiras, ubicado a pocos kilómetros de la ciudad de Villa Dolores. Le dijo a sus padres que se iba a tomar una gaseosa con un amigo y que luego regresaría.
Nunca volvió.
A la mañana siguiente, su padre, dueño de un corralón de productos para la construcción, recibió un mensaje extorsivo por WhatsApp.
El mensaje había sido enviado desde el celular de su hijo.
Una persona afirmaba que Santiago estaba secuestrado y que la familia debía pagar 10 millones de pesos y no alertar a la Policía.
En el mensaje se consignó que iba a existir otra comunicación, la cual nunca llegó.
Anoticiada la Policía, por tratarse de un secuestro extorsivo, se dio parte a la Justicia federal.
Senestrari viajó a la región y, tras algunas averiguaciones, se ordenó la detención de Walter Gil (23) en Villa Dolores.
Según voceros, el muchacho había sido uno de las últimas personas que tuvo contactos con Santiago. Cámaras de seguridad, y seguimientos de comunicaciones, habrían comprometido al detenido.
Ante la falta de noticias, Senestrari obtuvo y habilitó una recompensa por parte del Ministerio de Seguridad de la Nación para quien aporte datos de la causa
En principio, nadie llamó para aportar información.
El 21 de agosto, de casualidad, un baqueano halló el cadáver de Santiago en un camino rural, a unos siete kilómetros de su vivienda.
Un ataque brutal
La autopsia determinó que la víctima había sido asesinada con feroces golpes de machete el día anterior. Además, fue víctima de tortura.
Los criminales tuvieron cautiva a la víctima en un aguantadero.
“Fue víctima de una violencia feroz. Una violencia indescriptible”, resaltaron investigadores, quienes indicaron que en absoluto se ha dejado de investigar.
“Algo hicieron mal”
A un mes de esas horas aciagas, Carlos Aguilera dijo: “En esos días se supone que estaban en esta zona las fuerzas de seguridad más importantes de la provincia. Todos los recursos, los mejores detectives y, sin embargo, a mi hijo lo tuvieron en algún aguantadero, lo torturaron, lo mataron a golpes y lo tiraron en un camino por donde pasan autos; tengo que pensar que algo hicieron mal”.
Aguilera recordó que al cuerpo de su hijo lo encontró un peón rural, y lamentó que los rastrillajes se centraron sólo en el paraje Chuchiras (entre Las Tapias y San Javier) donde queda el domicilio familiar.
“Parecía que buscaban sólo un cadáver”, reclamó el hombre.
También lamentó que no se hayan hecho, en esos días, controles en rutas y accesos a la región.
“Queremos justicia y queremos explicaciones, porque Santiago estuvo con vida tres días y tres noches; y no supieron llegar hasta él, sentimos que se burlaron de nosotros y de la Policía”, se quejó Carlos.
“Lo digo como un padre destruido. No conozco de protocolos, pero se detuvieron demasiado en una hipótesis que ahora nos lastima porque se perdió tiempo, y era la de que Santiago podría haberse ido por su voluntad. Nos preguntaron eso 100 veces”, exclamó.
“El fiscal Senestrari me parece una excelente persona y trabajó muchísimo, pero necesitábamos que mi hijo apareciera vivo”, dijo Aguilera, quien lamentó que ninguna autoridad política se haya comunicado con él.
“No podemos seguir promocionando a Traslasierra como una zona tranquila si nos siguen pasando estas cosas. Hay cámaras de seguridad que no funcionan, recursos que no están, algo pasa”, sostuvo el hombre, al tiempo que agradeció el apoyo de la gente de la región, que se manifiesta en cada marcha. “Es lo que nos da fuerza”, declaró.
Nueva marcha. Este martes 20, a las 20, se realizará una nueva marcha por justicia en Villa Dolores.
En la marcha del viernes en Villa de las Rosas, se escucharon insultos contra la Policía cuando los manifestantes llegaron a la subcomisaría de esa localidad, de la que son oriundos los padres de Santiago, y donde él cursaba su último año de secundaria.
