Los despachos de Tribunales 2 de Córdoba albergan historias de todo color. Entre las más oscuras están las que tienen que ver con los afectos o con la desnaturalización del amor de quienes se inclinan por intereses más mezquinos.
En el fuero de Violencia Familiar y de Género de la Capital son cada vez frecuentes las historias de vínculos que se tornan un suplicio para al menos uno de los integrantes y que habitualmente terminan de la peor manera.
El fiscal del 1° Turno de ese fuero, Pablo Camacho, investiga una de esas historias que cuesta creer como ciertas.
En un primer momento, se creyó que la mujer que fue hallada muerta en la casa de su pareja había sufrido la muerte porque él la descuidó.
En enero pasado, con los peores calores de años, en una vivienda de barrio Urca llamaron al 107 para constatar la muerte de Adriana Crippa Carena (67). La mujer yacía con muy mal aspecto en el piso de la casa de Raúl Ruiz Miranda, su compañero de los últimos años.
Fue muy difícil abordar el caso desde la investigación, con varios fiscales que comenzaron a investigar, hasta que Ruiz Miranda recibió la imputación de “abandono de persona seguido de muerte”.
Pero luego, el fiscal Camacho empezó a sumar prueba más precisa y así la escena comenzó a iluminarse para apreciar nuevos contornos que antes no se divisaban.
Se estableció que la mujer tenía escaras en lugares del cuerpo que sugieren que estuvo tendida en el suelo durante varios días, aproximadamente una semana, hasta su muerte.
De esto, se deduce que Ruiz Miranda, estando al lado de ella, no la habría levantado, no pidió ayuda médica ni tampoco habría avisado a la Policía, según se investiga.
Su deber, en cuanto pareja, era el de asistirla.
Indicios
Luego se sumaron otros indicios que sugerían acaso motivaciones muy precisas.
Apenas se conoció la muerte, Ruiz Miranda –entonces en libertad– habría comenzado a hacer movimientos para hacerse de un patrimonio de varios inmuebles de la víctima –casas y departamentos– a la par que esgrimía un escrito en el que supuestamente Crippa Carena le cedía sus propiedades.
La mujer acarreaba a lo largo de su vida algunas dificultades en su salud psíquica y había sufrido algunas internaciones.
En los últimos años, él la llevó a vivir consigo a la par de que ella se alejó de su familia.
Sin hijos ni padres vivos, Adriana sólo tenía una hermana que no es heredera forzosa, menos aún si aparece un “testamento” que podría apartarla de ese legado.
Agravamiento de la imputación
Con datos de la autopsia y otras evidencias, el fiscal Camacho hizo virar la imputación: ahora le adjudica a Ruiz Miranda el supuesto delito de “homicidio calificado por codicia y por el vínculo”.
Inmediatamente, el funcionario ordenó su detención.
Si bien el imputado negaba el vínculo, indicando que convivían, pero se querían “como hermanos”, una empleada doméstica asegura que eran pareja y hasta aporta haberles llevado a ambos el desayuno a la cama.
El dato no es trivial, cuando de deberes de asistencia a la pareja se trata.
Entre otros datos en contra del acusado, en un principio él apeló a una “testigo”, una vecina peluquera que llamó cuando Crippa estaba por morir o ya muerta.
Según la investigación ella fue quien le dijo que diera aviso.
Pero quien en principio apoyaba su versión, luego declaró que él había influido para hacer una constatación sobre la víctima. Terminó declarando que había sido su peluquera, pero que hacía meses no la veía.
El cambio de calificación legal tiene que ver con la falta de asistencia, pero también con los deberes que él tenía como pareja y su interés en sus bienes. “Él está en situación de garante, siendo que ella estaba en muy mal estado de salud y él estaba solo con ella en su propia casa”, confió alguien relacionado con la investigación.
Entre esa obligación de asistirla, debió haber buscado un médico, pero a propósito no lo hizo, “para que ella se muera y él herede”, señala a grandes rasgos la hipótesis que ya forma parte firme de la investigación.
Esta idea que sostiene la imputación considera que es un homicidio cometido por la omisión de ayudarla y, a su vez, motivado por la codicia.
Por algún motivo, ella se desplomó y luego no pudo levantarse por sus propios medios.
Su pareja, lejos de asistirla supuestamente, habría elegido que continuara con su deterioro hasta la muerte, de acuerdo a la sospecha judicial.
