Matías Ozorio es, actualmente, uno de los prófugos más buscados por el triple crimen de Florencio Varela. Sobre él pesa un pedido de captura de Interpol. La investigación lo sitúa dentro de la casa donde fueron asesinadas Morena Verdi (20), Brenda del Castillo (20) y Lara Morena Gutiérrez (15).
Ozorio, que reside en las cercanías del barrio Zavaleta, en Barracas, es sospechado de ser el “ladero” o mano derecha del peruano conocido como Pequeño J. Una de las principales hipótesis manejadas sugiere que Ozorio actuó como representante de Pequeño J para “asegurar que se cumpla su mensaje”.
El sueño fallido del trading y las deudas
Según el testimonio de sus familiares, Matías Ozorio era un joven que había abandonado un trabajo en blanco con la esperanza de volverse millonario a través del trading de criptomonedas. Estaba convencido de que lograría la riqueza, una idea que le fue inculcada en la academia de trading donde se había anotado.
Ozorio se inscribió en una academia llamada Revolution, con sede en la Torre de la Naciones de Tigre. Esta academia, liderada por un influencer financiero conocido como Cristian Díaz, promueve un estilo de vida opulento, visible en videos motivacionales donde Díaz se muestra con autos de alta gama. Sin embargo, ni Revolution ni Díaz están habilitadas para operar dentro del país. De hecho, la Comisión Nacional de Valores (CNV) presentó una denuncia penal contra Díaz el pasado 4 de junio por presunta estafa (Artículo 172).

Matías estuvo vinculado a Revolution entre septiembre de 2023 y febrero de 2024. Pero la promesa de riqueza no se cumplió. En lugar de volverse millonario, “perdió un montón de plata”. Incluso buscaba sumar inversores en redes sociales.
Su situación económica se volvió crítica. Ozorio, quien anteriormente trabajó como camarero y en un lavadero de autos, acumuló una deuda por casi 3 millones de pesos con entidades como Mercado Pago o Sur Finanzas, según el registro de deudores del Banco Central. Es catalogado como un deudor irrecuperable. Un familiar relató que Ozorio dejó su trabajo en blanco a fines de diciembre del año pasado, forzando su despido para cobrar una indemnización, la cual invirtió y también perdió. Ante las pérdidas, Matías andaba pidiendo préstamos para intentar saldar las deudas que venía “pateando”.
Ruptura familiar y cambio de vida
En los últimos meses, el joven experimentó un cambio de vida brusco. Matías, que en otro perfil de redes aparece militando a Javier Milei y discutiendo con usuarios kirchneristas, llegó a publicar un posteo en febrero de 2025 pidiendo una colaboración de 1.500 dólares con el pretexto de ayudar a su abuela “que se encontraba muy enferma”.
El cambio no sólo fue financiero, sino social. Había eliminado a muchos de sus amigos de Facebook. En el último tiempo, su relación con su familia se había roto. Su madre no tenía contacto con él desde hacía seis meses debido a peleas. El pasado 11 de septiembre, día en que Matías cumplió 28 años, la madre le envió un saludo, a lo que él respondió de manera cortante. Esas fueron las últimas noticias que su familia tuvo de él antes de que su rostro comenzara a aparecer en los canales de noticias.
Pese a la gravedad de los cargos, la familia insiste en su inocencia, jurando ante las cámaras que Matías es “un perejil” y un “buen pibe”. No logran entender cómo ese joven de casa terminó transformándose en un referente narco. La policía actualmente allana su casa y la de sus familiares mientras buscan a este fugitivo que pasó del sueño de las criptomonedas a una alerta roja de Interpol.