Cuando imputaron y detuvieron a Gastón Zárate por el crimen de Nora Dalmasso en Río Cuarto, el joven tenía 27 años. Fue en febrero de 2007. Tres meses antes, se había enterado de que iba a ser padre por primera vez.
Su madre, Shirley Barrionuevo, le dijo que tenía que buscarse un trabajo. Así fue como recayó en la casona del Golf Club, de la familia Macarrón-Dalmasso, para hacer trabajos de pintura en las reformas que el matrimonio había encarado en 2006 en su hogar.
A más de 15 años del crimen de Nora, y en el marco del juicio histórico que comenzó esta semana en la Cámara del Crimen 1ª, donde un jurado popular debe decidir si el viudo Marcelo Macarrón –único imputado– es absuelto o condenado a prisión perpetua por el asesinato de Dalmasso, el hombre aún hoy sufre el estigma de haber sido salpicado en la causa.
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“Estamos temerosos al día de hoy. Todavía tenemos algunos problemas. Para nosotros, todo lo que nos tocó atravesar fue una experiencia horrible”, confió a La Voz Shirley Barrionuevo, la mamá de Zárate, y agregó: “Todavía hay algunas personas que lo destratan a mi hijo”.
Vivir en Río Cuarto, 15 años después
La familia de Zárate nunca abandonó la ciudad de Río Cuarto. Pese a los problemas que atravesaron, “agacharon la cabeza y siguieron trabajando”.
“La imputación de Gastón fue horrible. Sin comerla ni beberla caímos en algo que nos hizo mucho daño. Una situación que nunca pensamos que tendríamos que atravesar como familia”, sostuvo Barrionuevo.
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En la actualidad, Gastón se alejó de los trabajos en obras como pintor. Ahora se dedica a hacer fletes. Tiene seis hijos. Su primera hija nació en julio de 2007, cuando aún seguía imputado por el crimen de Nora.
“Yo siempre fui inocente. La Policía necesitaba a alguien, por eso me involucraron”, expone hasta el día de hoy Zárate en los breves contactos con la prensa. Su madre lo tiene “multado”. No quiere que haga muchas declaraciones porque entiende que es “volver a revivir una película de terror que les hizo daño”.
Pero es inevitable que su nombre vuelva a emerger en el marco del juicio. Gastón estuvo imputado desde 2007 hasta marzo de 2011, cuando lo sobreseyeron definitivamente.
Una rebelión popular para clamar por su inocencia
La imagen de Gastón subido en andas en los hombros de personas de Río Cuarto recorrió el país. El día que se conoció la imputación y posterior detención del joven, una “marea humana” salió a la calle para exigir su liberación y mostrar su disconformidad con el accionar de la Justicia.
La movilización se convirtió en un hito del caso. Miles de personas, de distintas clases sociales, con ramos de perejil en las manos, inundaron las calles del Imperio.
La presión fue tan fuerte que, el 10 de febrero de 2007, Zárate dejó el calabozo y recuperó su libertad. De ahí se lo conoció como “el Perejil”: el inocente al que querían culpar y con el que querían poner un punto final en la causa.
Cuando recuperó la libertad, ante cada mirada, él devolvía una sonrisa y levantaba su dedo pulgar.
En su mente ya tenía pensado darle un abrazo a su madre Shirley cuando llegara a su casa. También quería jugar al fútbol con amigos. Horas más tarde, abrazó a su mamá y cumplió su deseo de jugar a la pelota. En un potrero de la ciudad, hacía gambetas a sus contrincantes y gritaba goles.
Cómo fue su liberación
Zárate recuperó la libertad la mañana del 10 de febrero de 2007, después de que el juez de control Daniel Muñoz entendió que no había fundamentos suficientes para que siguiera en prisión.
A pesar de haber sido liberado, el pintor siguió imputado por cinco años, acusado de los delitos de homicidio criminis causae –que se comete para ocultar otro hecho–, de abuso sexual y de robo calificado.
“Del relevamiento de las pruebas remitidas por los representantes del Ministerio Público, se puede colegir la inexistencia del presupuesto básico del instituto de detención, ante la ausencia de elementos de convicción suficientes sobre los aspectos materiales de la atribución delictiva respecto de la participación de Gastón Zárate en los hechos investigados”, sostuvo el juez Muñoz en su resolución.
La detención del pintor Gastón Zárate había sido solicitada por los abogados de Marcelo Macarrón, y por uno de los tres fiscales que investigaban el crimen en esa época.
Cómo ven los Zárate el juicio a Macarrón
Tanto Shirley como su hijo Gastón son cautelosos con el tema. “Nadie tenía derecho a quitarle la vida a una persona”, dijo la mujer, y cerró: “Yo espero que con este juicio salga todo a la luz. Pero creo que Marcelo Macarrón no será condenado”.
Por su parte, el expintor dijo que los Macarrón nunca le pidieron disculpas. “Pienso que les debe dar vergüenza culpar a alguien inocente, yo sólo fui a trabajar”, concluyó.
