No pasaron de la cama al living, como en la recordada canción de Charly García, pero sí del depósito mayor al cuartito del subsuelo de la Galería Norte, en la zona centro de Córdoba capital. Bajo la firme sospecha de que los cigarrillos robados habían sido escondidos en ese centro comercial, en el verano de 2018 los efectivos encontraron en aquel depósito un cuartito contiguo, con casi cinco kilos de cocaína.
El juez federal N° 2 de Córdoba capital, Alejandro Sánchez Freytes, procesó al inquilino de ambos depósitos, Pablo César Medina (45), ante la sospecha de haber facilitado el lugar para la guarda de estupefacientes.
De cigarrillos robados a cocaína oculta
El descubrimiento se produjo el tórrido 12 de enero de 2018 casi al mediodía. Bajo las órdenes de la Fiscalía del Distrito 3, Turno 6, y el Juzgado de Control de Feria, los efectivos de Robos y Hurtos de la Policía allanaron la galería (Santa Rosa 46, en pleno Centro de la capital) ante la pista de que los cigarrillos robados a una distribuidora de barrio Villa Gran Parque, en la misma jurisdicción, habían sido escondidos en el subsuelo.
El golpe a Tabacalera Centro S. A. había ocurrido unos días antes. Aprovechando que en el predio no se encontraban ni dueños ni empleados, los delincuentes primero rompieron el alambrado perimetral y luego violentaron el portón automático.
Posteriormente y, tras anular la alarma, se llevaron en un camión Mercedes-Benz 1114 un total de 1.200 cajas con 290 mil etiquetas de cigarrillos. Un gigantesco botín, valuado por entonces en $ 6,4 millones.
Antes de escapar, se encargaron de sacar de servicio unas cámaras internas y robarse los discos informáticos de una computadora donde se almacenan las filmaciones.

Con el paso de los días, los investigadores recabaron datos y apuntaron directamente a la Galería Norte como el “búnker” en el que la banda ocultaba los cigarrillos.
Los efectivos que allanaron el subsuelo identificaron a Medina como el arrendatario del “búnker” o depósito y uno de los sospechosos por aquel robo. De hecho, fue quien dirigió a los uniformados hasta el depósito donde se hallaron los cigarrillos.
Mientras decomisaban los cartones, los efectivos advirtieron un pequeño cuartito o segundo depósito. Al ingresar a él, y detrás de un pallet, observaron una bolsa con la inscripción “Renzo Rainero”, con envoltorios en su interior y una balanza.
Medina tenía acceso diario, con sus dos empleados, al cuarto de menor capacidad. Cuando los efectivos vieron que la bolsa contenía varios “ladrillos” de cocaína, el sospechoso rápidamente intentó desligarse. Dijo que “un chico” había dejado los estupefacientes para que él “sólo los guardara” a cambio de dinero para pagar el viaje de su hija a México.

En el caso intervinieron el entonces fiscal federal N° 2 de Córdoba capital, Gustavo Vidal Lascano, y el juez del mismo distrito, Sánchez Freytes. El peritaje arrojó que era cocaína combinada con cloruros en una cantidad total cercana a cinco kilos.
Medina fue imputado por almacenamiento de estupefacientes, pero el juez rechazó la figura y recalificó el hecho como facilitación para la guarda. Consideró que almacenar implica poner en guarda una cantidad abundante de objetos, excediendo lo ordinario, lo que no había sucedido en este caso, ya que el volumen decomisado no alcanzaba para endilgarle esa figura.

El magistrado remarcó, además, que no se encontraron pruebas de una eventual participación de Medina en la conservación de la droga para su comercialización. A pesar de sus intentos por deslindarse de responsabilidad durante el operativo, el juez lo procesó.
“No podía desconocer la presencia de los casi cinco kilos de sustancia prohibida, atento a que esta se encontraba en un depósito que alquilaba, donde ingresaban este y sus empleados, mediante el uso de una llave que se encontraba –según sus dichos– colgada dentro de su local comercial, sumado a sus manifestaciones espontáneas efectuadas el día del procedimiento”, razonó.


























