Burdo, traicionero, violento y efectivo. Así era el esquema de “trabajo” de la banda de delincuentes.
Lo hicieron una vez, les funcionó y ya no se detuvieron más en Córdoba. Quién sabe si lo pergeñaron con mucha antelación o si ya lo habían hecho en otro lado.
Lo de ellas y ellos era muy simple: las mujeres creaban cuentas con perfiles falsos en las redes de citas. Tinder y Happn eran las más utilizadas.
Conocer hombres les era rápido y el encuentro en un bar, de noche, se concretaba en cuestión de horas.
De allí, se partía al departamento o a la vivienda de él. Ya en la habitación, se pasaba a la segunda parte del plan: mientras una de ellas se quedaba con su víctima en la cama, la otra cómplice fingía ir al baño, pero en realidad abría la puerta de calle.
A veces, ponían somníferos en la copa de champán o en el vino espumante.
Entonces, entraban ellos.
Lo hacían armados y con toda la impunidad. La puerta se cerraba y la víctima de turno caída sumergida en una extensa noche/madrugada de pesadilla. Por lo general, terminaba maniatada, golpeada, amenazada, humillada y víctima de un saqueo total. Y cuando se dice total, es total: la banda robaba de todo y lo cargaba en el auto de la propia víctima. La llave del departamento se cerraba ya desde afuera y se tiraba a un tacho de basura.
Los asaltados terminaban casi sin nada, atados y golpeados.
No fueron muchos los damnificados que denunciaron. Varios, por vergüenza o por estar en pareja, inventaron otras historias. Sin embargo, algunos contaron la verdad, la Policía trabajó en serio y la Justicia hizo su parte.
La banda operó, al menos, en la primera parte de 2022.
Se probaron y se comprobaron 13 violentos asaltos en la ciudad de Córdoba.
Ahora fue el turno de la Justicia: 10 personas, entre varones y mujeres, fueron condenadas antes de la feria de judicial en Córdoba. Fue en la Cámara 3ª del Crimen y hubo sentencias severas. A su vez, la acusada número 11, quien era menor de edad durante los hechos, fue declarada culpable y su expediente fue girado a un Juzgado de Menores para que resolviera.
A pedido, del fiscal Marcelo Hidalgo, los jueces impusieron penas de entre cuatro y siete años por delitos como asociación ilícita agravada, robo, robo calificado, violación de domicilio y privación ilegítima de la libertad, entre otros cargos.
Ni la jefa e ideóloga de la banda, Mayra Nahir Quiñone Soto, ni el resto de sus cómplices, mujeres y varones, pidieron perdón en la sala de audiencias. La mayor parte de lo robado nunca apareció.
Se sospecha que los damnificados son muchos más, pero varios optaron por guardar silencio.
“Esto no terminó en un homicidio por cosas del destino, eh. Acá tranquilamente, sobre todo con las pastillas que les daban a las víctimas, alguno se podría haber muerto descompuesto, como ya pasó alguna vez con aquella viuda negra que actuaba en Córdoba”, comentó una alta fuente judicial que conoce el caso.
Se refiere a Lorenza Antonia Giampietro Giampietro, quien mató a dos jubilados tras mezclar pastillas con jugos en el marco de robos. Fue sentenciada a 24 años de cárcel. Y no, tampoco nunca pidió perdón.
Engaño y violencia puertas adentro
Volviendo a “la banda del Tinder”, el grupo se había especializado en operar en la ciudad de Córdoba.
Tras el engaño, las víctimas eran citadas por las mujeres en bares, en discos o en cafeterías de estaciones de servicio. Esa misma noche o esa madrugada, terminaban en la casa del hombre elegido como blanco.
Por lo general, las víctimas eran elegidas y estudiadas de antemano. Las delincuentes escrudriñaban sus historias, sus fotos, sus feeds, sus reels y así conocían sobre sus bienes, sus autos, sus viajes, o sobre si había un perro en la casa.
Por lo general, eran dos (y hasta tres) las mujeres que iban con su víctima a su departamento o a su vivienda.
Ya en el domicilio, se pasaba a la habitación. Como se dijo, había dos variantes: o el hombre por asaltar era dormido con alguna pastilla mezclada con alcohol, o bien una de las mujeres le franqueaba el ingreso a los varones cómplices y armados.
Por toda la ciudad
Los casos se dieron en Cofico, Alta Córdoba, Alto General Paz, Alto Alberdi, Villa Belgrano, Argüello y Cerro de las Rosas, entre otros barrios. También, en La Calera.
Los asaltos llegaban a extenderse por varias horas. Las víctimas eran maniatadas, amordazadas y trompeadas. Por lo general, mientras los ladrones varones maltrataban y pegaban, sus cómplices mujeres ponían la música o el televisor a todo volumen.
Las viviendas eran saqueadas por completo. Todo se guardaba en el propio coche de la víctima, el cual luego aparecía abandonado. Siempre que apareciera, claro.
Hubo episodios en los que los vehículos no fueron localizados.
Respecto de las víctimas, terminaban atadas y pidiendo ayuda a sus vecinos. Un hombre quedó amordazado en el balcón de su departamento y, a los gritos, logró ser salvado.
Hubo otro que terminó en un hospital, producto de la intoxicación que le habían provocado.
En la Cámara 3ª del Crimen, fueron condenados Mayra Quiñone Soto (la jefa), Nahuel Alejandro Villarreal Román, Marcos Castro, Aldana Celeste Cabrera, Sol Rebeca Quiñone, Anthony Joel Moreno Ramírez, Marcelo Jorge Ayala Bracamonte, Marcelo Gabriel Agüero, Camila Ailén Cabrera y Aldana Jazmín Ruarte. Recibieron penas de entre cuatro y siete años de cárcel.
La menor S.A.R.S. fue la 11ª condenada, pero no se le impuso pena por tener 17 años.
La banda contaba con al menos un cómplice más que, hasta ahora, nunca fue localizado.
