Lian Gael Flores Soraide, de 3 años, desapareció en un cortadero de ladrillos de inmigrantes bolivianos, al sudeste de la provincia de Córdoba, y es buscado desesperadamente sin novedades desde hace una semana.
Delia Gerónimo Polijo desapareció en 2018 en el oeste provincial y nunca más se supo de ella. Tenía 14 años en ese momento y vivía con sus padres, llegados también de Bolivia, en un cortadero de ladrillos de la localidad de La Paz. Sus seres queridos aún piden por la chica que fue vista por última vez cuando regresaba del colegio.
Siete años después, la Justicia sigue “sin descartar ninguna hipótesis” sobre Delia. Si bien se teme lo peor, tampoco hay evidencias de fatalidad.
El caso de Ballesteros Sur recuerda inevitablemente en Córdoba al de Traslasierra.
La vulnerabilidad, las infancias carecientes, los enigmas, los silencios, la falta de certezas, parecen ser parte de dramas similares, que habrían comenzado antes de las respectivas desapariciones en un marco de intensa precariedad. Tanto un niño como otro eran parte de familias de cinco hermanos.
Si bien las topografías del sudeste y de Traslasierra son diferentes, se asemejan en las dificultades para la búsqueda física: grandes extensiones de campo (en un caso sembrados y en el otro poblados por montes y pastizales), predios abandonados, pozos y habitantes dispersos.
La mediatización
Delia regresaba de la escuela hacia las 16.30 la última vez que fue vista. Era el 18 de septiembre de 2018. Caminaba los seis kilómetros que separan al centro del pueblo de La Paz del paraje La Guarida, donde vivía su familia, a metros de un horno de ladrillos.
Ese anochecer, Mario Gerónimo denunció en la Policía la ausencia de su hija. Comenzó una búsqueda que en Traslasierra no tenía precedentes, pero que estuvo lejos de contar con la profusión de recursos humanos y técnicos con que hoy se investiga el paradero de Lian.
Vecinos, familiares y organismos de derechos humanos hicieron luego numerosas manifestaciones pidiendo Justicia en Traslasierra.
Pero el caso de Delia nunca cobró la dimensión de mediatización nacional que sí ha tenido el del niño de Ballesteros Sud por estos días. O el que tuvo desde junio pasado el del correntino Loan Danilo Peña (5), quien desapareció en la localidad de 9 de Julio sin dejar rastros, y se convirtió en el ícono del fracaso en este tipo de misterios.
El enigma de Delia
Autoridades, policías, bomberos, detectives, videntes, aventureros, canes, topadoras, drones, radares, vehículos diversos, maquinarias buscaron a Delia durante meses y años, sin lograr resultados ciertos. Cambiaron fiscales, comisarios y abogados de la familia. Las decisiones y los tiempos no siempre fueron oportunos. Siete años después, nada se sabe a ciencia cierta de la niña.
La última querella sostiene que la chica fue secuestrada, violada en una fiesta de jóvenes y asesinada, pero no se logran pruebas que confirmen esa hipótesis. Dos hombres que podrían haber integrado ese grupo agresor se suicidaron en La Paz meses después de la desaparición. El principal sospechoso fue hallado muerto en diciembre de 2018, aparentemente cercado por supuestas evidencias. Pero en siete años no han aparecido restos mortales y los registros de hechos concretos son endebles.
La semana pasada, los padres de Delia, Mario y Modesta, se presentaron ante los tribunales de Villa Dolores para reclamar responsabilidad civil al Ipem 137 de La Paz. Es que aquella tarde de 2018, en la previa al día del estudiante, la escuela permitió que los alumnos salieran antes de clases. Y no se informó a la familia, por lo que Delia, quien solía regresar en motocicleta con su hermano mayor, esta vez lo hizo caminando.
Mientras todos los recursos se avocan a la nueva búsqueda, y el caso de Traslasierra sigue prácticamente en el olvido, es de esperar que haya noticias alentadoras.
