La Fiscalía de Instrucción de Jesús María, presidida por Guillermo Monti, ordenó la detención de un hombre mayor de edad en Colonia Caroya y le imputó la presunta comisión del delito de tenencia de imágenes pornográficas donde se exhiben menores de edad. En el operativo, se secuestraron varios dispositivos electrónicos.
El allanamiento estuvo a cargo del personal de la oficina de Cibercrimen de la Dirección de Investigación Operativa (DIO), en forma conjunta con la Unidad de Equipos de Computación, y personal de la brigada de Investigaciones de la Departamental Colón de Policía.
La investigación fue originada a partir de un reporte NCMEC (sigla en inglés de National Center for Missing and Exploite Children) recibida durante marzo pasado.
Las diversas medidas probatorias recopiladas durante la investigación permitieron determinar que el material audiovisual comprometía a niños y niñas menores de edad en actos sexuales en los que participaban adultos.
Según se anticipó desde el Ministerio Público Fiscal, el material secuestrado habría sido subido a un sistema de respaldo en la “nube” desde un dispositivo localizado en Colonia Caroya.
Un antecedente cercano y preocupante
En 2021, un joven de 25 años de Colonia Caroya fue condenado a la pena de 14 años de prisión tras reconocer, en juicio abreviado, que había sido el autor de la comisión de 13 delitos en contra de la integridad sexual de mujeres menores y mayores de edad por medios telemáticos y virtuales.
J.E.L reconoció su responsabilidad en la comisión de los delitos de grooming, abuso sexual gravemente ultrajante continuado, coacción agravada, producción de material de pornografía infantil, promoción a la corrupción de menores de edad agravada, y facilitación de representaciones sexuales de menores de edad, entre otros.
Para la condena se tuvo en cuenta la jurisprudencia que sentaron las causas “Dávila” y “Carignano”, esta última porque tenía como protagonista al extecladista de Trulalá, quien recibió 14 años de condena cuando se comprobaron sus abusos virtuales.
Vale señalar que también en el caso de referencia en Caroya, el condenado jamás tuvo contacto físico ni presencial con sus víctimas y todo se consumó vía redes sociales y por internet.
Desde 2015 –cuando se produjeron sus primeros acosos virtuales– y hasta que fue detenido, fue perfeccionando la manera con la que abordaba a sus víctimas y con la que lograba que accedieran a sus requerimientos de índole sexual.
Utilizó un patrón común que consistió en utilizar un perfil femenino falso en la red Facebook desde la que abordaba a sus pequeñas víctimas para prometerles premios, participaciones en películas, y aprovechando los grupos de esa red social con muchos seguidores, por ejemplo, los dedicados a la serie Soy Luna, entre otras.
