Dos “Franklin” en la billetera y envoltorios con cocaína detrás del bidé. Los elementos secuestrados en un hotel de la ciudad de Córdoba complicaron la situación de Valeria Soledad Suárez, la novia del avezado “camello” salteño al que detuvieron con 52 cápsulas de cocaína en septiembre.
Juan Bernardo Peláez Quiroga (34) y Suárez (29) fueron detenidos el 5 de septiembre en el hotel Olinda, ubicado en Alta Córdoba, con 52 cápsulas con cocaína y tres gramos de marihuana.
El juez federal N° 1, Ricardo Bustos Fierro, los procesó en noviembre y ahora la Sala B de la Cámara de Apelaciones de Córdoba confirmó el fallo en el caso de la mujer.
La mano que tiembla
No es la primera vez que el “capsulero” o “camello” salteño (se denomina así a quienes transportan droga en su cuerpo) fue capturado con estupefacientes en su estómago. En 2016, Peláez Quiroga fue detenido en Jujuy cuando no pudo dominar su nerviosismo.
Con su mano temblorosa le acercó los papeles al gendarme, quien rápidamente advirtió un posible delito. Las sospechas se confirmaron cuando detectaron que llevaba 75 cápsulas de cocaína en su estómago. Lo condenaron a cuatro años de prisión.
Noche “blanca”
El “camello” –lo operaron para extraerle varias cápsulas– quedó nuevamente en la mira de la Justicia cuando le encontraron las cápsulas de cocaína en el hotel, tras una denuncia anónima recibida en las dependencias de la Gendarmería. En el placar le hallaron 36 cápsulas envueltas en una frazada.
Al profundizar la requisa, la noche del 5 de septiembre, detectaron otras siete cápsulas detrás y sobre el bidé por más de medio kilo. También secuestraron los teléfonos celulares de ambos y 200 dólares en la billetera de la novia.
Al ser indagada, la mujer relató que con su pareja e hijo habían viajado desde Salta hasta Tucumán, y de allí hasta Córdoba. Sin embargo, negó conocer lo que transportaba su novio, y señaló que él abonó los pasajes y el hotel con dinero en efectivo.
Mencionó también que ya habían visitado Córdoba, pero que ella luego había viajado a la ciudad de Jesús María, donde –según señaló– reside su hermana.
Lo que resolvió la cámara
En su voto, la camarista Liliana Navarro se expidió por la revocación del procesamiento y por el dictado de la falta de mérito al considerar que no existía “un indicio concreto de que hubiera participado en el hecho”.
La vocal resaltó la declaración del efectivo de Gendarmería, que mencionó que Suárez había manifestado en todo momento que no transportaba nada y que, incluso, desconocía que su novio llevaba drogas. “Se la notó asustada y sorprendida”, dijo por entonces el gendarme.
Navarro dijo que lo que reforzó el estado de duda sobre la mujer fue que no se encontraron elementos personales de ella ni de su hijo que pudieran confirmar la hipótesis delictiva. Y subrayó que ambos no portaban drogas en su estómago, y que particularmente Suárez no acumula antecedentes ni vínculo residencial con su novio en Salta.
De esta manera, rechazó considerarla coautora del transporte de estupefacientes o cómplice. “La figura de Suárez no habría sido más que una compañía”, concluyó.
Confirmaron el procesamiento
Desde otra óptica, el camarista Abel Sánchez Torres entendió que los elementos probatorios eran lo suficientemente indicativos para atribuirle la coautoría. Sostuvo que la droga estaba a la vista en el hotel: en el placard, en la frazada y en el baño.
“Otro elemento de cargo en contra (…) lo constituye el hecho de que la misma (Suárez) se encontraba presente en la habitación donde se halló la droga, y que en su poder se secuestraron dos billetes de 100 dólares estadounidenses, de lo cual se infiere que Valeria Soledad Suárez no sería ajena a la actividad ilícita (…), dado que la droga habría estado a la vista y la suma de dinero que portaba no se correspondería con su nivel socioeconómico”, razonó.
Así, consideró que el transporte de la cocaína (para su comercialización) se consumó al llegar a Córdoba desde presuntamente Salta. El vocal Eduardo Ávalos se pronunció en el mismo sentido que Sánchez Torres y confirmaron el procesamiento de Suárez.
