Dos médicos fueron condenados a un año de prisión en suspenso e inhabilitación de cinco años para ejercer la profesión, mientras que otro resultó absuelto por el homicidio culposo de un adolescente que debía ser internado en el Complejo Esperanza y se descompensó.
Una compleja situación con un joven que estaba bajo la tutela de la Justicia Penal Juvenil de Villa María se planteó esta semana en la Cámara 2ª del Crimen de Córdoba por la muerte de CJS, un adolescente de 16 años que el 11 de noviembre de 2014 fue aprehendido durante la madrugada en esa ciudad del sudeste provincial, al mediodía fue trasladado a Córdoba y horas después sufrió una descompensación que derivó en su muerte.
Los hechos señalan que CJS se puso nervioso cuando se enteró que iba a ser trasladado por una comisión policial para ser internado en el Complejo Esperanza. Antes de salir, tragó una tapita de gaseosa y sufrió una obstrucción en su canal respiratorio, por lo que los uniformados debieron practicarle la maniobra de Heimlich (presionando su esternón desde atrás) para liberar la vía aérea.
El adolescente tuvo pasos anteriores por el complejo donde funcionan los institutos socioeducativos para chicos en conflicto con la ley penal. Cuando le comunicaron que volvía a ese lugar, se puso mal y se descompensó.
Tras llegar a Córdoba, antes de ser internado, el joven debió ser revisado en la Policía Judicial, donde un médico estimó que debía ser derivado al hospital Neuropsiquiátrico debido a su desequilibrio.
En ese centro de salud mental de barrio Juniors fue asistido a las 21.30 por un equipo encabezado por los psiquiatras Catriel Lucas Vitabile y Fernanda Prado Chamorro, quienes le suministraron por vía endovenosa e intramuscular varios psicofármacos con el objeto de estabilizarlo.
Según la instrucción judicial finalizada por el fiscal Horacio Vázquez, ambos psiquiatras omitieron tomar las precauciones que el deber de cuidado exigía. Sin haber reparado mayormente en el diagnóstico ni en las posibles complicaciones que podía tener, ordenaron a la guardia que suministraran Haloperidol, Fenergan, Nozinan y Lorazepam.
Esta habría sido la causa de la “depresión cardiorrespiratoria” que desencadenó una “insuficiencia cardiorrespiratoria”.
Con el informe que suministró el personal del “Neuro”, los uniformados que acompañaban a CJS lo llevaron otra vez a Policía Judicial, donde fue atendido por el médico Omar Francisco Hiruela. Vázquez consideró que este médico actuó de modo negligente y pasada la medianoche ordenó el traslado al centro socioeducativo Esperanza, al sur de la ciudad de Córdoba.
Pero en ese instituto una médica comprobó que el adolescente no respondía a los estímulos y pronto establecieron que había sufrido un paro cardíaco. Trasladado al Hospital de Urgencias, falleció a las 3.30.
El juicio
Por estos hechos, Vázquez imputó a los dos psiquiatras del Neuropsiquiátrico y al médico de Policía Judicial por homicidio culposo, acusación que también él defendió en el debate que se hizo en la Cámara 2ª.
Tras escuchar a los testigos y cerrarse la recepción de prueba, el fiscal Vázquez solicitó en su alegato que los tres profesionales acusados fueran condenados a tres años de prisión con una inhabilitación de cinco años de prisión.
Tras deliberar, la jueza Traballini condenó a dos de los acusados: un año de prisión en suspenso a los psiquiatras Catriel Lucas Vitabile y Fernanda Prado Chamorro.
En cambio, el asistido por sus abogados defensores José D’Antona y María Eugenia D’Antona, el médico de Policía Judicial Omar Francisco Hiruela, terminó absuelto por la camarista Traballini.
