Alexis Benavidez, de 28 años, fue hallado muerto el pasado 29 de junio en la zona rural de James Craik, cerca de Villa María, luego de varios rastrillajes. El cuerpo, según se pudo establecer, llevaba algunos días en ese lugar. Su padre había denunciado la desaparición en los Tribunales de Río Segundo diez días antes.
La víctima, según el expediente judicial, fue maniatada con un cinturón de seguridad de un auto y sometida a torturas durante una hora “con el ánimo de provocarle el mayor dolor posible”.
El cuerpo de Benavidez presentaba lesiones en casi todos lados. Varias causadas por una cuchilla, que luego fue secuestrada. Finalmente fue ejecutado de dos balazos en el pecho. Antes de irse los acusados intentaron quemar el cuerpo, pero solo lo consiguieron parcialmente.
Por el caso hay tres personas detenidas, acusadas de homicidio calificado por ensañamiento y alevosía agravado por el uso de arma de fuego. La Fiscalía de Río Segundo acaba de dictarles la prisión preventiva. Se trata de Isaac Colazo (30) y los hermanos Martín “Piki” Ferreyra (21) y Federico “Chanchín” Ferreyra (23).
¿Cómo llegó la víctima a ese lugar? ¿Cómo lograron los investigadores dar con el cuerpo de Benavidez? ¿Por qué lo mataron? ¿Cuál era la relación de la víctima con los acusados?
La excusa del viaje
Alexis Benavidez era “remisero”. En rigor hacía viajes en un auto particular que le prestaba un conocido de la ciudad de Pilar, a donde vivía el joven.
En el expediente consta que el 18 de junio a la mañana los imputados, “previo acuerdo de partes, división de tareas y ánimo homicida”, hablaron por teléfono con Benavidez para pedirle sus servicios como remisero. Pero en realidad todo se trató de una emboscada.
Cuando Benavidez llegó en un Ford Fiesta al lugar, entre Laguna Larga y Manfredi, lo esperaban los acusados. Según la instrucción lo habrían hecho descender del auto y le habrían indicado que fuera en el asiento de atrás. Durante el camino a James Craik lo habían golpeado.
La hipótesis de la fiscalía es que Benavidez les debía plata por droga a los hermanos Ferreyra y a Colazo. Según la investigación, los acusados ya le habían advertido que de alguna manera se la iban a cobrar. “Hay una bala con tu nombre”, fue una de las amenazas.
Una vez en James Craik, a unos 60 kilómetros de donde había comenzado el “viaje”, los acusados tomaron un camino alternativo a la ruta, hasta un canal de desagüe a donde detuvieron el auto.
Diez días después el cuerpo de Benavidez fue hallado en ese lugar por la policía, que llegó hasta allí luego de revisar distintas cámaras de seguridad. A los investigadores les había llamado la atención el tiempo que el vehículo con los acusados había pasado en la zona de James Craik.
El “amigo” del detenido
Luego de intentar prender fuego el cuerpo, y siempre según el expediente judicial, los acusados intentaron retornar a Laguna Larga en el auto que Benavidez usaba para sus viajes. Antes descartaron la patente.
A mitad de camino, y en el intento por deshacerse de las pruebas que los incriminaban, frenaron en Oncativo, en la casa de un conocido de los Ferreyra. Allí pidieron ropa prestada y se fueron. Al parecer iban drogados.
A pocos kilómetros de allí fueron interceptados por la Policía, que pretendía realizarles un control, luego del llamado de un vecino que había advertido que tenían una actitud sospechosa.
Los acusados se fugaron y comenzó una persecución que terminó varios kilómetros después, en la zona de Manfredi, cuando Colazo, al mando del vehículo, chocó contra un árbol. Unos instantes antes los Ferreyra habían descendido del auto, logrando escapar.
Cuando la Policía controló el vehículo encontró una escopeta, una cuchilla con restos de sangre y ropa, que luego se supo que era de la víctima. Colazo intentó escapar corriendo pero fue detenido a unos 400 metros.
Unos días después fueron detenidos los hermanos Ferreyra, en distintos allanamientos.
Colazo (un músico y remisero de Pilar) y Benavidez se conocían, de hecho la víctima había vivido un tiempo con Colazo. Además se frecuentaban regularmente.
En los tribunales los acusados se negaron a declarar. Uno de los Ferreyra intentó defenderse con una coartada, diciendo que el día del crimen estaba en Oncativo, pero rápidamente esa versión se desmoronó.
Por el caso podrían ser condenados a prisión perpetua. En parte esa fue una de las razones por la que la fiscalía de Río Segundo, a cargo de Manuel Ayán, dictó la prisión preventiva a los tres imputados.