Una nueva y siniestra historia de abusos sexuales reiterados y que terminan con la vida de la víctima tuvo finalmente sentencia en Córdoba.
Un hombre fue condenado a prisión perpetua tras ser hallado culpable por los constantes abusos sexuales contra una chica, quien finalmente decidió tomar una autodeterminación. Los ataques sucedieron entre los 6 y 11 años de la víctima.
Daniel Ignacio Chazarreta (60) fue condenado a la pena máxima de la ley argentina tras haber sido hallado culpable por la Cámara 8ª del Crimen de Córdoba, que contó con la participación de jurados populares. La sentencia coincidió con lo que había solicitado el fiscal de Cámara, Hugo Almirón.
Chazarreta llegó a juicio acusado por abuso sexual agravado y reiterado. Sin embargo, tras analizar la voluminosa prueba, los testimonios de espanto y los peritajes psicológicos, el fiscal solicitó agravar los cargos contra el depravado: lo acusó por abuso sexual calificado por la guarda y grave daño en la salud seguido de muerte, en concurso ideal con promoción a la corrupción de menores de 18 años de edad calificada por ser encargado de la guarda.
A la hora de su última palabra, Chazarreta, quien se ganaba la vida como vendedor de productos para mascotas, nunca se arrepintió ni pidió perdón en la sala.
Si bien lamentó la muerte de la chica, negó haberla causado, dijo que no es “ningún libidinoso” y que suele darle “besos a niños en la boca” y subirlos a su falda.
El jurado, a todas luces, tomó nota de sus dichos.
Más allá de lo tremendo de esta historia y la controversia que genera, ya que la chica víctima estuvo bajo tratamiento psicológico por parte de personal del Polo de la Mujer y de otras instancias oficiales, la condena a perpetua no es inédita.
En los últimos años, la Justicia cordobesa, en una acertada decisión, comenzó a entender estos ataques como homicidios y a condenarlos de esa manera. La pena es la perpetua.
De hecho, con Chazarreta ya suman al menos cinco los hombres que fueron sentenciados a la pena máxima por haber causado las muertes de sus víctimas de abusos.
Los otros cuatro casos son: Walter Insaurralde fue sentenciado a la condena máxima por haber causado la muerte de su hija adolescente Sathya, tras años de constantes ataques; dos hermanos de Jesús María sentenciados por haber provocado el suicidio de una joven familiar a quien atacaron por años; y Horacio Luis Guillermo Tapia, quien atacó durante 18 años de una hija quien tomó la decisión final de una autodeterminación.


Abusos y amenazas de muerte
El caso juzgado ahora determinó que entre agosto de 2014 y enero de 2020, Chazarreta abusó de una nena vecina cada vez que se quedaba a cuidarla en la casa de ella. Las familias eran vecinas. El depravado estaba casado y su esposa, según la causa, no sabía nada.
Los ataques sexuales empezaron cuando la criatura tenía 6 años y se extendieron hasta los 11.
Fue en una clase de educación sexual, en la escuela, donde la chica entendió, ya a sus 12 años, el infierno que había sufrido durante todo ese tiempo a manos de su “vecino Daniel”.
Según surge de la causa, fue tras ver un video de educación sexual en la escuela, ya en 2021, que entendió todo lo que había padecido. Fue entonces que decidió contárselo a sus mejores amigos.
En paralelo, sus familiares directos empezaron a notar cómo ella comenzaba a cambiar su forma de ser. En poco tiempo, la chica comenzó a volverse más retraída, le fue mal en el colegio y empezó a derrumbarse.
Enterada su madre de lo sucedido, fue con ella a denunciar todo al Polo de la Mujer en Córdoba capital.
Ante las especialistas de ese centro y luego en Cámara Gesel, la chica relató los años de padecimiento.
La causa fue tomada por una fiscalía de Delitos Sexuales que estudió el caso y, con las pruebas y testimonios recabados, dispuso detener al acusado.
En el marco de la pesquisa, la chica relató todo el calvario sufrido durante esos cinco años en distintos espacios y fue más allá.
Contó que el hombre le decía, tras abusarla, que todo era “como en las novelas” y luego empezó a amenazarla que si contaba algo, iba a matar a un pequeño familiar suyo.
En una oportunidad, la chica se fracturó una mano al escapar de la habitación del violador.
En febrero de 2024, y luego de un intento frustrado, la chica decidió quitarse la vida.

Padecimientos de la víctima
Chazarreta llegó a juicio por abuso sexual. Ya en la Cámara 8ª del Crimen, y tras analizar todas las pruebas recolectadas, los testimonios y sobre todo los informes psicológicos, el fiscal Almirón decidió agravarle los cargos y acusarlo directamente por abuso sexual seguido de muerte: homicidio.
En la causa, surgen informes de psicólogas y psiquiatras del Polo de la Mujer que llegaron a entrevistar a la propia víctima. La chica relató todo lo que había sufrido.
Todos esos informes fueron presentados en el juicio. Las profesionales resaltaron que la víctima sufría trastornos en el sueño, tenía horarios invertidos, trastornos alimentarios, autolesiones, tristeza, angustia, ansiedad, sentimientos de culpa y un estrés postraumático severo.
Una profesional dijo que se la envió a tratamiento psicológico a gabinetes del Hospital de Niños de la Santísima Trinidad.
En paralelo, las profesionales afirmaron que se pudo determinar que los relatos de padecimientos sufridos por la víctima eran sólidos, coherentes y verídicos.
Hay un punto central de la historia: la fiscalía determinó que la víctima no tenía patologías mentales previas a los ataques. Todos los trastornos se iniciaron y potenciaron tras los abusos reiterados durante años.
“El abuso sexual padecido deterioró progresiva y significativamente su calidad de vida (física, psíquica, social y educativa), lo que se tradujo en actos de autoagresión”, expuso el acusador en la sala de audiencias, según fuentes de la causa.
“Ella no tenía patologías de base. Los padecimientos que terminaron con su vida fueron pura y exclusivamente como consecuencia directa de los abusos”, remarcó el fiscal, quien solicitó perpetua.
En las últimas horas, y en fallo unánime, el jurado popular de la Cámara 8ª del Crimen condenó a Daniel Ignacio Chazarreta (60) a prisión perpetua.
En paralelo, los jueces requirieron al Servicio Penitenciario que le brinde asesoramiento terapéutico.
