La Cámara 5ª del Crimen de Córdoba condenó a 14 años de prisión a Tomás David Romero (22) quien, con una pistola 11.25, mató a balazos a Ever Fabián González (26) a mediados de julio de 2023 en el “denso” territorio de General Urquiza, al “fondo” de barrio Colón, al sudeste de la ciudad de Córdoba.
La víctima había alcanzado a estar internada en un hospital. Pero su estado de salud empeoró y murió.
La zona donde se produjo la ejecución es escenario de una confrontación prolongada entre dos familias, los Romero y los Gallo - González.
Según trascendió en el debate, en ese sector conviven el tráfico de drogas, jóvenes que consumen estupefacientes en la vía pública, robos y disparos a cualquier hora.
Esa violencia se trasladó a la sala de audiencias de Tribunales 2 donde, al comienzo, se enfrentaron familiares y amigos de ambas familias.
Días después, los Romero llegaron a increpar y amenazar al fiscal de Cámara Marcelo Fenoll y al abogado querellante (por la familia de la víctima), Nicolás Díaz.
En el banquillo de los acusados se sentó Tomás Romero, su hermano Tobías Lautaro Romero (21) y la madre de ambos, Silvia Karina Romero (51).
Tomás recibió los 14 años de prisión por “homicidio calificado por el empleo de arma de fuego” y por ser autor de “amenazas calificadas por el uso de arma”.
Este último cargo lo condenó a Tobías, a un año y ocho meses de prisión en suspenso. En cambio, la madre de ambos, resultó absuelta de amenaza simple.
Al cerrar el debate este jueves, se escuchó la última palabra de este mujer que, lejos de despejar las agresiones presentes en todo el juicio, contribuyó a generar la repulsa de los allegados a la víctima.
Karina Romero pronunció una frase muy irritante: “Ojalá descubran al verdadero asesino que está en la misma familia de ellos”, en referencia a los González - Gallo.
Esto quedó flotando en el aire, hasta que llegó la hora del veredicto del juez Villegas. Una vez escuchada la sentencia, la mamá de Ever González, Miriam Gallo, dejó su lugar y enfrentó a los tres acusados y comenzó a gritarles y a querer agredirlos con una campera.
Algunos consiguieron retenerla y hasta el fiscal Fenoll tuvo que intervenir para apartarla. Al condenado por el crimen, los guardiacárceles lo sacaron presurosos por detrás del estrado para evitar una agresión.
Del lado del público, en su mayoría familiares de la víctima, hubo indignación.
Hay que recordar que al abrirse el debate hubo enfrentamientos entre miembros de ambas familias y en otra audiencia, tras los alegatos, el fiscal Fenoll y el querellante Díaz fueron amenazadas e insultados por allegados a los Romero.

Otro saldo del juicio será la investigación por falso testimonio que se inició para analizar lo que declararon algunos testigos que evitaron inculpar al autor del crimen. No obstante, las contradicciones y prueba independiente fue suficiente para llegar a la condena.
El hecho
Según la instrucción a cargo de la fiscal Eugenia Pérez Moreno, González habría sido baleado por Tomás Romero, quien habría utilizado una pistola 11.25. El proyectil ingresó por el pecho, atravesó la cavidad abdominal, dañó el hígado y otros órganos y se alojó entre dos vértebras lumbares.
La agresión se produjo a las 2.20 de la madrugada, en el interior de un maltrecho Chevrolet Corsa en el cual se conducía González. Este, a su vez, venía acompañado del testigo clave, Franco Mendoza, quien presenció cuando Tomás Romero se acercó al vehículo, se sentó junto al conductor, lo saludó y le disparó a corta distancia. Luego, le entregó el arma a su hermano Tobías Romero y fugó.
A pesar de la internación, los médicos no pudieron revertir la infección generalizada que a González le provocó el proyectil al atravesar el peritoneo.

La causa tuvo una difícil investigación por las lealtades y silencios que a veces se producen en zonas complejas donde se extienden las violencias y el consumo de drogas.
Según se apunta, en ese confín situado al sudeste de la ciudad de Córdoba, en menos de 50 manzanas, dos familias se disputan territorio y se agreden frecuentemente. Los Romero y los Gallo, parecen haber estado presentes de algún modo en la escena del crimen.