Oriana Giannini tenía 20 años, trabajaba en una farmacia por el Programa Primer Paso. Había estado de novia un par de años con un compañero del colegio, Nicolás Agustín Zabala (24). Lo que casi nadie sabía es que esa relación continuaba pese a que, en una Navidad, ella lo había dejado luego de una agresión. El episodio sólo se lo había referido a una amiga. Además, Zabala tenía otra pareja.
El 29 de enero de 2022, a las 13.05, Daniela Rechimón, su mamá, recibió el mensajito habitual que la joven le enviaba al terminar su horario de trabajo. “Ya salí, ahora me voy para casa”, escribió Oriana. Por temor a que le robaran la motocicleta, la madre le imploró, como siempre: “Avisá cuando llegues”. El mensaje esperado nunca llegó.
Se cree que Zabala, quien necesitaba dinero y conocía al dedillo los movimientos de Oriana, la esperó en la casa y la mató salvajemente. La investigación la hizo el fiscal Daniel Miralles, quien lo imputó por homicidio calificado por el vínculo y por mediar violencia en contexto de género.
Según su hipótesis, a las 13.05 de ese sábado, Zabala se introdujo en el patio de la casa de Oriana y presumiblemente se escondió tras una pila de ladrillos. La vivienda se encuentra ubicada en Hermanos Velazco 1649, barrio Trulalá, de Río Cuarto.
Ni bien la víctima ingresó su moto en el patio, presumiblemente a las 13.17, él la habría comenzado a agredir.
Para Miralles, “por cuestiones del momento no establecidas”, Zabala inicialmente le pegó golpes de puño, luego la arrastró desde sus extremidades inferiores al interior de la vivienda. En el ingreso al baño, habría continuado su ataque mortal con un cuchillo de mesa, serrucho –tipo Tramontina–, un destornillador con un sacabujía o llave tubo, y una pala de punta, todos elementos que se encontraban en el lugar.
La autopsia reveló que Gianini murió por broncoaspiración por traumatismo craneofacial grave, entre las 13 y las 14 del 29 de enero de 2022. Zabala se habría retirado del lugar aproximadamente a las 13.35, de donde se llevó el celular, una billetera y documentación de la víctima.
La madre encontró a Oriana asesinada
Ese sábado 29 de enero, Oriana programaba salir con las amigas a un cumpleaños. El último mensaje, que envió fue a las 13.04, decía “me encanta”, en referencia a la vestimenta de una amiga.
Al no tener respuesta de su hija, Daniela Rechimón llamó a su hermana y juntas fueron de inmediato a la casa, donde se dieron con el más horroroso cuadro.
Las cámaras de la zona corroboran la presencia de Zabala en el lugar minutos antes. Las pruebas genéticas en su contra son contundentes. La más importante son los rastros de sangre de Oriana en una remera blanca con la que había envuelto la tarjeta de crédito de la víctima. Según trascendidos, el acusado declaró, como coartada, haber ido a comer un asado a la casa de un amigo ese mediodía.
Ese amigo lo confirmó, pero testimonió también que en un momento Nicolás le pidió permiso para pasar a cambiarse la remera por una oscura, lo que le llamó poderosamente la atención. Una vecina de Oriana lo había visto con la ropa clara frente al domicilio de la víctima y luego pasar a toda velocidad en moto y “blanco como un papel”, justo después de las 13.30.
Según la investigación del fiscal Daniel Miralles, Zabala tuvo una relación pública con Oriana desde 2018 hasta inicios de 2021. Luego, pese a que él estaba en pareja y vivía en Córdoba, seguían vinculados. Se interpreta que la comunicación diaria de Zabala con ella “era una forma de controlarla (…) de hacerle “sentir su presencia y su poder”. Cada vez que estaba en Río Cuarto, quería verla e insistía hasta lograr su cometido.
Los chats recuperados del chip del teléfono de la víctima (el aparato nunca se encontró) revelan no sólo el vínculo, sino “una cierta sumisión de Oriana para con Nicolás, un control absoluto por su parte y un conocimiento acabado de la vida, los movimientos y las acciones de Oriana”.
Las conversaciones son de contenido sexual y, al decir del fiscal, “en todas Zabala hace notar como una superioridad, la sumisión de Oriana, una necesidad de que lo adulen y de sentirse dueño de ella”.
El juicio con jurados populares se realizará en la Cámara del Crimen número 2 de Río Cuarto. Un punto clave para el ministerio público será probar el contexto de violencia de género, que no habría sido advertido inicialmente por la familia y los amigos. Según el fiscal, se trasunta hasta en las comunicaciones de Oriana y Nicolás, como aquella “concepción cultural arcaica respecto a que la mujer debe someterse a los designios del hombre, aun cuando este tiene otra pareja”.
Zabala no tiene antecedentes. Al momento de ser detenido, requirió un tratamiento para estabilizarse (por adicciones). Entre otros síntomas, decía ver imágenes alucinatorias de la víctima con mandatos de autolesionarse o de realizar conductas impropias, consideradas emergentes de una situación estresante posterior al hecho investigado.
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