“Ya tenés las valijas. Ojo: poneles ‘candado’ a las botellas”. El imperativo pedido de asegurar la “mercadería” no dio el resultado esperado y la “mula” terminó no sólo cayendo en el aeropuerto de Ezeiza con casi ocho kilos de éxtasis camuflados en botellas de vino importados de Barcelona, sino que además se transformó en “delator”.
M. R. O. mutó a imputado colaborador o arrepentido clave en la causa que develó las maniobras de contrabando de droga desde Europa a la Argentina, los roles y actores, que finalmente lo llevaron a la cárcel, a él y a parte de la banda.
Narcobotellas
El 22 de julio de 2022, M. R. O. aterrizó en Buenos Aires en el vuelo 2601 de Level Iberia, procedente de Barcelona. A través del escáner, los efectivos de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) detectaron algo sospechoso en la valija y profundizaron la revisión.
Encontraron tres botellas con MDMA (éxtasis) por un total de 7,7 kilos. “Solamente logré avisarle a Marc. Le mandé un mensaje por WhatsApp diciéndole ‘cagué’”, declaró el arrepentido. Marc es Marc Ristol, un español prófugo actualmente, que lo esperaba fuera del aeropuerto en una Fiat Ducato.
“‘La Polaca’, madre de Alejandro y nexo con la banda en España, fue la que se comunicó conmigo, me llevó a su domicilio y me contó cómo era la metodología para traer las botellas”. M. R. O. nunca dejó de hablar ante la Justicia y reveló las identidades de los demás implicados en la organización: Claudia Mariela “la Polaca” Bursztein (52) y su hijo cordobés, Alejandro Daniel Zuccato (32).
Una “narcopyme”
Madre e hijo, desde Buenos Aires, organizaron el viaje de la “mula” a España, dándoles instrucciones sobre qué debía hacer y cómo. Bursztein ofició, además, de nexo con “Toto”, el presunto jefe argentino de la banda, afincado en España y facilitador de la droga.
En las maniobras, Zuccato transfirió (con su nombre y desde su cuenta bancaria) $ 7.500 a la “mula” para que pagara el pasaporte exprés para salir del país.
Para la fiscal auxiliar Silvana Iannicelli ante el Tribunal Oral en lo Penal Económico Nº 2 de Buenos Aires, la organización reclutaba “mulas” para que trajeran droga desde Europa al país (algunos están prófugos aún).
Durante el primer juicio, en el que fue condenado por contrabando agravado, el arrepentido contó que Ristol Orué le ofreció realizar el viaje a España y le presentó a Bursztein-Zuccato. El español, con residencia permanente en Argentina, le hizo bajar la aplicación encriptada SureSpot, a través de la que comenzó a mantener contacto con “la Polaca”.
La mujer le pagó a M. R. O. U$S 5 mil como “anticipo” del viaje, tratativas de las que también participó Zuccato. Le entregaron la valija y “viáticos” en una pizzería porteña. La metodología de “mulas aéreas” habría sido la moneda corriente de la banda hacia el viejo continente, siempre a través de la misma aerolínea.
El arrepentido contó que para comunicarse con “Toto” y “la Polaca”, además usaba una segunda app, WickrMe. Al igual que SureSpot, funcionan con una tecnología de cifrado y de eliminación de datos de los mensajes, cuyo uso creciente en delitos similares se ha hecho popular entre narcos.
Sin elusiones, “tenía agendado en WickrMe sólo a dos contactos: “Toto77732″ y a “Polaca92″. “‘La Polaca era el nexo entre el jefe de la banda con la Argentina”, puntualizó M. R. O. en referencia a “Toto”, que le entregó las botellas con las que cayó luego en Ezeiza.
Pero los investigadores también descubrieron que Bursztein, a su vez, tenía como contacto de WickrMe a “Toto77732″, por lo que así pudo probarse la conexión de la mujer con el supuesto cabecilla argentino.
La fiscal no tuvo dudas de que Bursztein se encargaba de coordinar los viajes de las “mulas” (le reservó el aéreo al arrepentido) y gestionar los permisos de Covid negativo para que pudieran salir del país. Pero su rol incluía el control de la llegada a destino de las “mulas”: cada una debía reportarse con Bursztein mediante SureSpot.
Zuccato quedó implicado aún más en la causa por su conexión con Ristol Orué (contratante de la “mula” arrepentida, quien recibió el dinero para obtener el pasaporte) a partir de una llamada de 53 segundos. Aunque el cordobés no negó la comunicación, señaló que nada lo vinculaba con diálogos sobre el contrabando o con la “mula”.
El tribunal sí encontró conexiones cuando descubrió que Zuccato llamó al arrepentido cuatro veces el día de la detención de este y luego de hablar, casualmente, con Ristol. Para los jueces, la madre de Zuccato (sobreseída por robo de electricidad) y el cordobés (con una condena anterior por robo) ostentaron un rol necesario e indispensable para el intento de contrabando.