En 2009, el expolicía Horacio Grasso fue condenado a 27 años de cárcel por el asesinato del pequeño Facundo Novillo, en medio de un asalto narco en Córdoba. La criatura recibió un disparo de FAL en la cabeza, tras quedar en medio de un tiroteo.
Luego de pasar por distintos penales de Córdoba, Grasso recayó en la cárcel de Río Cuarto.
En esta ciudad, le concedieron dos veces la prisión domiciliaria por razones de salud.
La primera vez fue en 2019, supuestamente por una afección cardíaca que no podía ser tratada en la cárcel.
Según trascendidos, estaba alojado en la casa de su madre cuando habría sido denunciado por violencia de género por el hijo de su pareja.
No habría agredido a su madre. Sí se corroboró que se subía al techo de la casa. Con todo, el 6 de marzo del 2020, el beneficio le fue revocado por el juez de Ejecución del primer turno de Córdoba.
Grasso volvió entonces al Establecimiento Penitenciario 6 de Río Cuarto. El 10 de abril de 2020 presentó un recurso para volver a pedir la domiciliaria, basado en informes de diferentes dolencias.
En principio, el juez Gustavo Echenique Esteve no se la concedió, según fuentes de la causa.
En marzo de 2021, con un nuevo abogado, Enrique Pérez Aragón, Grasso logró que le hagan nuevas pericias médicas y finalmente lo dejaron salir de la cárcel, con una tobillera electrónica. Entonces, se alojó en Córdoba, en el departamento donde albañiles contratados por su hermano recientemente hallaron un cadáver en el placard.
“La primera vez, el juez Echenique no hace lugar a la domiciliaria, porque la pericia médica no tenía los estudios intensos que necesitaba para determinar la patología. Esa resolución va en casación al Superior Tribunal de Justicia, pasan ocho meses y la patología se agrava. Se pide nuevamente la domiciliaria y se la otorgan después de que dos peritos dicen que no puede tener un tratamiento adecuado en la cárcel de acuerdo a su diagnóstico”, detalló Pérez Aragón.
Versiones dan cuenta de que en Córdoba había nombrado como responsable por su salud a un profesor universitario, pero luego éste habría renunciado a ese rol.
Múltiples afecciones y problemas de locomoción
El abogado Pérez Aragón explicó el diagnóstico que le permitió a Grasso salir de la cárcel.
“Tenía cardiopatía bilateral aguda, síndrome vertiginoso agudo, rotura de atlas y severa obstrucción bilateral de los miembros inferiores (por los medicamentos que tomaba afectaba su locomoción) por eso no podían darle tratamiento en la cárcel”, dijo su ex abogado.
Indicó que Grasso perdió el beneficio del arresto domiciliario semanas antes del macabro hallazgo. Con el monitoreo de su tobillera electrónica se habría detectado que no cumplía con las restricciones fijadas.
En declaraciones a Telediariodigital, el letrado argumentó que, por la medicación que debe tomar, el condenado por la muerte del niño pasaba gran parte del día durmiendo e incumplía los horarios acordados de los turnos médicos.