En el sistema penal argentino, se discrimina entre “estafa” e “incumplimiento contractual” como dos fenómenos que se diferencian según haya intención de defraudar o, en cambio, una serie de circunstancias que impiden cumplir con una obligación.
Como requisito para tipificar la estafa, se establece que debe haber un dolo inicial. Dicho en otras palabras, que el autor tenga intención de engañar a su víctima desde el inicio de la relación. Para que esta disponga de su dinero o un bien, el estafador recurre a un ardid (estafatorio) que el otro termina por creer y por eso resulta engañado.
Distinto es cuando una persona acuerda con otra entregar un bien o servicio a cambio de dinero y después no puede cumplirle por diferentes motivos, ajenos a su voluntad.
Pero hay otra dimensión que puede introducirse en el análisis, toda vez que una persona no puede entregar a la otra lo que habían pactado: verificar la posibilidad o la imposibilidad que alguien tiene de cumplir con eso. Y, más allá de su buena voluntad o su alta pericia, acaso se enfrente con un fenómeno tan adverso que no puede revertirlo.
Trasladado esto a la situación de Wenance y a las comercializadoras de los fideicomisos financieros cuyos integrantes reclaman por sus ahorros y sus intereses, habrá que determinar si hubo dolo estafatorio o si sólo se trató de un incumplimiento de contrato ante la aparición de algunas variables ajenas a la voluntad del actor. Pesará en esto si hubo engaños, ocultamientos o falsedades documentales, por citar algunas herramientas que suelen utilizar quienes quieren engañar a sus clientes.
Del mismo modo, quienes evalúen esta situación tendrán que determinar si hubo elementos ajenos a la voluntad de los administradores de estos fideicomisos que les hayan impedido cumplir con las obligaciones.
Finalmente, frente a las promesas del CEO de Wenance, Alejandro Muszak, de que pagará a todos los inversores, habrá que ver si él tiene, además de voluntad, la pericia suficiente para hacer frente a una corrida financiera cuyas dimensiones aún están por verse.
De este modo, más allá de establecer si quisieron estafar o no, también hay que saber si tienen la suficiente habilidad para controlar una situación cuyo verdadero impacto aún no alcanza a dimensionarse.
Muszak, dice que no es un “garca” y que va a pagar a todos. Muchos dicen que es un genio de las finanzas. Si no es un estafador, ¿tendrá la suficiente habilidad para devolver lo que no está pagando?
