Con el brutal objetivo cumplido, guardaron el arma homicida, creyeron borrar algunas huellas, cerraron la puerta de la vivienda y se marcharon en silencio a toda velocidad. Hasta ahora, los asesinos no han caído.
En la casa quedó el espanto mismo: un hombre sentado en una silla, maniatado de pies y de manos y asesinado de dos balazos en la cabeza. Dos tiros a quemarropa y desde corta distancia. Uno al mentón; otro a la frente. No hubo golpes previos y, si los hubo, no quedaron marcas. Fue prácticamente una ejecución.
Han pasado más de dos semanas del brutal asesinato del arquitecto Reynaldo Flehr, quien tenía 61 años. Ocurrió en su vivienda ubicada en avenida La Voz del Interior al 8200, camino al Aeropuerto Ambrosio Taravella de Córdoba Capital.
El crimen permanece sumido en la impunidad, sin detenidos, sin imputados. Por sus características, se trata de uno de los casos más complejos de los últimos tiempos en Córdoba Capital. Lo reconocen los investigadores: hacía largos años que no se cometía un ataque de ese tipo.
Que no haya detenidos ni imputados, no significa que no se trabaje para su esclarecimiento. De manera silenciosa, los pesquisas policiales continúan con el arduo trabajo investigativo para dilucidad qué lo que pasó y fundamentalmente dar con las, al menos, dos personas que estuvieron detrás de todo.
Desde un primer momento, se señaló desde la investigación que se había tratado de una ejecución, de un asesinato premeditado y cometido de acuerdo a un plan.
En esa línea de sospechas, se había descartado la posibilidad de un asalto hogareño y todo se había volcado a la hipótesis de una venganza, un “ajuste”, un ataque criminal cuasi mafioso.
Sin embargo, en las últimas horas en el seno de la pesquisa comenzó a barajarse la posibilidad de un asalto.
Si bien de la vivienda los criminales no se llevaron electrodomésticos ni objetos de valor, ni siquiera el auto de la víctima, no se descarta que pueda haber tenido una fuerte suma de dinero consigo.
Cómo fue el asesinato del arquitecto
Asesinos en casa
Flehr era viudo y en los últimos tiempos estaba de novio con una mujer. Sus hijos tenían sus vidas resueltas.
El hombre era propietario de varios terrenos y se ganaba la vida vendiendo productos para ferreterías y corralones.
Vivía solo en su histórica casa la cual está en venta. Si bien no tenía las ganancias ni el bienestar pujante y floreciente de otros años, contaba con un cierto buen pasar económico.
En la noche del 28 de diciembre del año pasado, Flehr llegó solo a su vivienda. Momentos antes había estado haciendo compras. Estacionó el Honda gris en el jardín y entró a la casa. Nunca llegaría a guardar el coche en la cochera.
La zona es oscura y solo hay movimiento en el frente, en la avenida que conduce al aeropuerto y a Sierras Chicas. En la parte posterior hay una calle más tranquila.
Hay una estación de servicio siempre abierta, frente a la casa.
La oscuridad es un aspecto fue clave para los criminales. Así fue que lograron acceder al predio sin llamar la atención y sorprendieron al arquitecto cuando ya estuvo adentro.
No está claro si entraron con él a la vivienda o si lo esperaban dentro.
Las huellas en el piso señalan que fueron al menos dos hombres.
Flehr fue reducido y no se resistió. Lo ataron de pies y manos con precintos plásticos a una silla del comedor. Uno de los criminales puso fuerte el televisor.
Luego, llegaron los disparos a quemarropa directos a la cabeza. Usaron una pistola automática calibre 22.
El predio está rodeado de empresas y algunas casas de familia. Los comercios obviamente estaban cerrados al momento que pasó todo. Los vecinos, por su parte, dicen no haber escuchado nada extraño. En rigor de verdad, eso dicen. No está claro si el miedo ha hecho que relaten eso.
El crimen fue descubierto como suelen ser descubiertos estos casos: por la falta de noticias de la víctima.
Preocupada a más no poder porque el hombre no respondía los mensajes ni los llamados, una hermana suya llegó hasta la casa. No le costó acceder al jardín y le llamó la atención la presencia del auto sin haber sido guardado.
Ya era la siesta del 29 de diciembre.
Al entrar a la vivienda, se topó con el espanto mismo: en el comedor y con el sonido fortísimo del televisor de fondo, estaba el cadáver de su padre.
Desesperada, llamó a unos familiares que dieron parte luego a la Policía. Aquella jornada, a la escena del crimen convergieron policías, pesquisas, peritos judiciales.
El cuerpo fue retirado y enviado a la morgue. Esa jornada, los investigadores estaban convencidos de que el arquitecto había sido asesinado de un balazo en la cabeza.
Los forenses, horas después, emitieron sus precisiones: los disparos en realidad habían sido dos. En el estudio, los especialistas consignaron que la víctima no presentaba lesiones extras, como golpes, más allá de las marcas de los precintos en sus muñecas y tobillos, claro.
De adentro hacia afuera
Sin sospechosos firmes, los investigadores policiales y judiciales comenzaron a trabajar en el esclarecimiento de este brutal asesinato. La tarea incluyó, de rigor, el análisis de filmaciones y la búsqueda de testigos, además de la toma de testimonios, además de otras medidas investigativas que obviamente no trascienden para no echar todo abajo.
Lo que sí estuvo claro es que el trabajo investigativo comenzó a hacerse “desde adentro hacia afuera”: es decir, desde las personas cercanas a la víctima, los contactos, sus negocios, sus relaciones personales.
En ese marco, surgió el dato de un problema que habría tenido Flehr con un allegado de la familia tiempo atrás por cuestiones económicas.
Fuentes con acceso a la causa remarcan que, analizando la escena del crimen y la mecánica, a Flehr fueron a matarlo. Fue una venganza planeada y ejecutada. ¿Hubo un instigador? Es posible.
Otros voceros, en tanto, prefieren no descartar la hipótesis de un robo.
Afirman que, si bien no se notaron faltantes de electrodomésticos, señalan que había cierto desorden en la casa, como si alguien buscara algo. En ese punto, no se descarta que haya existido un dinero guardado.
Desde el seno de la causa se insiste desde un primer momento que no se ha dejado nunca de trabajar. En ese marco, se señala que hay algunas hipótesis.
Sin embargo, y por ahora, el crimen permanece impune.
