Humo. Fue en un helado anochecer de hace 12 años que el pistolero con más cartel del hampa de los últimos tiempos en Córdoba se hizo humo y se convirtió en paranoia y pesadilla para muchos.
Gobernador, funcionarios, autoridades policiales y judiciales, todos enloquecieron de pronto. Parecía broma, pero no lo era en absoluto.
El hombre se había escapado de prisión sin efectuar un solo tiro; sin golpear a nadie; sin que se activara la alarma. Nada.
Ni en helicóptero, ni a través de un túnel, ni por los caños, ni en el camión de la basura, ni vestido de mujer. Nada de eso.
Luzi, Martín Ernesto, el secuestrador, se fugaba de la Cárcel de Bouwer, 40 kilómetros al sur de Córdoba, tras voltear un alambrado del frente junto a dos improvisados secuaces, armas automáticas en mano, en un vehículo del mismísimo Servicio Penitenciario de Córdoba. Se caía para siempre la “chapa” de cárcel más segura del interior del país.
Fue en el gélido viernes 12 de agosto de 2005 que se consumó ese burdo y, al tiempo, espectacular escape de Bouwer.
Visto a la distancia, difícil no insistir con que podría haberse tratado de un complot desestabilizador para el entonces gobernador José Manuel de la Sota.
El funcionario acababa de sobrepasar, en ese maldito 2005, un trágico motín en la Penitenciaría y un amotinamiento policial (luego, tendría otro años después) y con esa fuga carcelaria se convertía en un hazmerreír nacional. Acababa de hacerse humo un delincuente peligroso que había aprendido a secuestrar en Córdoba con ayuda de malos policías y a cobrar rescate en Buenos Aires.
La hoja de ruta de Luzi fue muy movida. Tras pasar la noche en un aguantadero de Villa El Libertador, se ocultó en Villa Allende. Luego, escondido en camión y con peluca y bigote falso traspuso Córdoba y se refugió (con sus secuaces) en un supermercado que explotaba un excandidato a intendente menemista en Vinchina, La Rioja. No llegaría a pasar a Chile.
El dato sobre su fuga a La Rioja se le escapó a alguien en un trasnochado asado y la información llegó a oídos del excomisario Ramón Frías quien, con (su por entonces archienemigo) Alejo Paredes logró cazarlo en la Precordillera. Tampoco hubo tiros.
A 12 años, la vergonzosa fuga de Bouwer se ganó el rótulo de (otro) hecho impune en Córdoba. Sí. Tan burda como la fuga, la causa judicial del fiscal Víctor Chiapero terminó prescribiendo y aquí no ha pasado nada. No sólo que no se llegó a desenmascarar el trasfondo de la evasión, sino que tampoco se llegó a juzgar al mismísimo Luzi por ese hecho.
Tan penoso y vergonzoso como eso, resulta ver que ninguna alta autoridad judicial cordobesa evitó la prescripción. Difícil no preguntarse: ¿hubo mera negligencia judicial o algo extraño, como la fuga misma, detrás?
Eso sí, Luzi –bautizado “el Porteño” pese a ser cordobés– recibió 25 años de cárcel tras ser condenado por dos secuestros extorsivos y robos varios.
Salidas transitorias
Desde el sur del país llegan novedades.
En la cárcel de Rawson (Chubut), y a sus 38 años, Luzi avanza con sus estudios para ser abogado, mientras pugna por salir en libertad. Legalmente, esta vez.
De un momento a otro, comenzará con salidas transitorias. ¿Cómo?
Por un lado, sus estudios universitarios; por otro, el tiempo transcurrido preso (ya sin fugas), sumado a una conducta intramuros “excelente” y su buen concepto (sobre todo desde que se hizo pastor evangelista), le permiten acceder a salidas transitorias. Esto implica salir del penal y pasar los fines de semana en un domicilio. De allí, a la libertad condicional hay un paso.
"Desde chico, aprendí a tomar lo malo por bueno. Me crié en la villa. Robaba para comer. Sí, me merezco las condenas. Sé lo que hice. Robé, secuestré, hice miles de cosas malas. Y las estoy pagando en prisión", supo decir Luzi años atrás a La Voz .
Sus padres Ernesto e Inés, quienes viven en el partido bonaerense de San Miguel, insistirán ante los jueces para que lo manden a la cárcel de Ezeiza y siga allí con salidas transitorias.
Luzi y los suyos juran que no piensa más en el delito. Que está en otra. Que quiere ejercer la abogacía o manejar un remise.
“No tuve gente para seguir trabajando, no tuve apoyo para avanzar. Tuve casos más urgentes”, se justifica siempre el fiscal Chiapero, quien debió haber enjuiciado la fuga de Bouwer. “De todas formas, si hubiera sido condenado por la evasión, no le hubieran agregado más años”, agrega.
Mientras Luzi ya saborea la libertad, varios de sus compinches en los secuestros han vuelto a caer presos y hasta fueron condenados otra vez en Córdoba.
Aldo Villafañe se llama el último. El motivo: otra vez un secuestro extorsivo.