Milagros “Pitu” Bastos saludó a su pequeño hijo y le prometió volver a casa pronto. Era la noche del 6 de agosto de 2024. Pero eso nunca sucedió.
El 5 de julio se produjo el horroroso hallazgo de sus huesos en el placar del departamento del 3° B, en la calle Buenos Aires al 315, en pleno centro de la ciudad de Córdoba, donde según se sospecha podría haber ocurrido un femicidio.
A dos meses de este descubrimiento que conmocionó a la población, este lunes los peritos policiales, los albañiles que descubrieron los huesos escondidos y los primeros uniformados que intervinieron en la escena volvieron a ese mismo lugar.
Realizaron una inspección ocular, según pudo establecer La Voz según fuentes de la causa.
La Justicia busca saber qué sucedió con la joven madre de 22 años, pero no cuenta con suficiente material probatorio.
Apenas tienen un puñado de huesos con escasa información genética.
Ese vacío probatorio mantiene en una suerte de limbo procesal al expolicía Horacio Grasso, quien vivía en ese departamento bajo arresto domiciliario purgando una condena por haber asesinado en 2007 al niño Facundo Novillo en barrio Colonia Lola.
Aunque ahora está imputado por femicidio, todavía no pudo ser indagado.
La gran incógnita sigue abierta: ¿cómo murió Milagros y, en caso de haber sido un homicidio, quién la mató?
La inspección ocular en el departamento de Grasso
La reconstrucción de los hechos en el departamento del 3°B que realizaron este lunes los comisionados enviados por el fiscal de la causa, José Bringas, buscó ordenar las piezas de un rompecabezas incompleto.
Fuentes de la investigación confirmaron que se trató de un repaso minucioso del hallazgo.
“Fuimos al domicilio con los primeros que intervinieron, incluidos los albañiles. Tratamos de ver qué coincidía, qué habían visto primero y qué después. Terminamos secuestrando unas colchas que estaban ahí desde aquel día, pero que antes no habían sido descubiertas”.
Esas mantas, según se reconstruyó, no serían las mismas que habrían envuelto los restos de la joven.
Sin embargo, creen que podrían haber estado en contacto con el cuerpo de Milagros.
Los huesos estaban depositados en un placar en construcción, aclararon los pesquisas, en un hueco disimulado con cemento.
La escena, pese a lo macabra, resultó escasa en pistas: no había piel ni tejidos blandos, apenas huesos pelados, envueltos y cubiertos con cal u otra sustancia que aceleró la descomposición.

Los investigadores creen que la manipulación del cadáver fue meticulosa, pero no alcanzan a determinar la mecánica de muerte. “No sabemos si la estrangularon, si fue un golpe o si murió de otra manera. Con solo huesos es difícil”, reconoció un pesquisa.
Por ahora, las colchas secuestradas son el único nuevo indicio en un expediente que avanza con lentitud y muchas sombras.
La búsqueda de Javier Grasso, el hermano del expolicía
La otra “pata” de este complejo caso involucra al hermano del expolicía, quien actuaba como el enlace entre Horacio Grasso y el exterior.
La Justicia intenta dar con él, pero Javier Grasso no ha sido localizado. Por ahora está acusado de encubrimiento agravado.
Sobre él pesa una orden de captura internacional, pero hasta ahora no lograron localizarlo.
“Creemos que sigue en Córdoba, porque hay allegados suyos que andan por los barrios de Córdoba. Lo que estamos haciendo es seguir esos movimientos para llegar a él”, admitió una fuente de la investigación.
El carácter secundario de la imputación –solo encubrimiento– hace que la presión judicial sea menor. Por ahora no hay recompensa, ni difusión pública de su búsqueda.
Javier es, hasta ahora, un “fantasma” que se escurre en los márgenes de la ciudad.
Su rol en la desaparición y ocultamiento del cuerpo de Milagros es todavía una incógnita, aunque las sospechas se centran en que pudo haber colaborado en el ocultamiento del cadáver.
La desaparición de Milagros: un delito que clama Justicia
El caso de Milagros Bastos es también la historia de una joven atravesada por la pobreza, la violencia y el consumo problemático.
La chica había nacido en barrio Renacimiento y creció en una familia numerosa, “del corazón”, donde su mamá biológica debió dejarla a los muy pocos meses de vida por estar atrapada por una aguda problemática de consumo.
Desde chica dejó la escuela y sobrevivió en las calles de barrio Pueyrredón, donde se la veía deambular en los últimos meses antes de desaparecer.
Sus familiares recuerdan que, pese a sus problemas con las drogas, “Pitu” nunca se alejó de su pequeño hijo. “Se rescataba y venía a verlo. Era lo más importante que tenía”, contaron allegados.
La organización Ni Una Menos Córdoba había difundido su foto en redes sociales en noviembre de 2024, pidiendo por su paradero. “Nunca nos imaginamos este final”, dijo Isaías, uno de sus hermanos, tras conocerse la confirmación de su identidad por ADN.