“Los chicos quedaron a la buena de Dios”. La frase, elocuente, corresponde al fiscal Oscar Gieco y describe la situación de desamparo que vivieron Aralí Vivas y sus hermanos en Brinkmann. Lamentablemente, la niña de 8 años murió y de la peor manera. Fue asesinada y, se sospecha, para ocultar un abuso.
El caso mantiene en vilo a toda la comunidad de esta pequeña ciudad del departamento San Justo, de poco más de 11 mil habitantes y distante a unos 60 kilómetros de San Francisco.
El espanto sacude a Córdoba.
La nena se encontraba dentro de una casa que fue escenario de un incendio en la tarde del último sábado. Pero no murió a causa de las llamas. Su cuerpo habló en la autopsia y destapó el horror que vivía.
“Se fue el viernes y no apareció más. Dejó a los niños a la buena de Dios, en manos de esta gente”, describió el fiscal este martes en una conferencia de prensa en la ciudad de Morteros, en referencia al accionar de Rocío Milagros Rauch (28), madre de Aralí. La mujer fue detenida el pasado lunes e imputada por el supuesto delito de homicidio calificado por el vínculo en calidad de partícipe necesario. La acusación es por omisión del cuidado de su hija.
“Su falta de cuidado, como guardián de los menores, los dejó indefensos y propició que de alguna manera su pareja provocara el deceso de la niña”, agregó el fiscal.
Por otra parte, Gieco deslizó que la muerte pudo haber sido producto de un traumatismo de cráneo, algo que ya sugerían los primeros resultados de la autopsia.
Pero, además, la niña tenía un desgarro en su zona genital, lesión compatible con un abuso sexual.
“Estas muestras serán remitidas al Instituto de Medicina Forense para la realización de análisis anatomopatológico para determinar si efectivamente fue abusada. Se desconoce por ahora si las lesiones eran antiguas o recientes”, añadió.
Se espera que el informe forense completo esté listo en 15 días.
Horror en casa
Gieco informó que la niña asesinada y sus cinco hermanos estuvieron la noche anterior al homicidio en la casa con los dos hombres imputados por este hecho: la pareja de la madre de Aralí, Matías Ezequiel Simeone (33), y un amigo de este, Cristian Hernán Varela (40).
Ambos están presos e imputados por homicidio simple, aunque no se descarta cambiar la carátula a homicidio criminis causae.
Precisamente, este agravamiento podría disponerse cuando el fiscal tenga todos los informes forenses.
Simeone estaba con libertad condicional luego de haber sido condenado el año pasado por la Cámara del Crimen de San Francisco, por serios hechos de violencia de género. Sería el padre de los cuatro hijos menores de Rauch, el más chico de los cuales es un bebé de pocos meses.
“De acuerdo a las cámaras de seguridad de la zona, los chicos estuvieron el viernes con Simeone y con Varela desde las 21 hasta la medianoche. Luego quedaron solos hasta pasadas las 3, cuando llegó Simeone nuevamente a la casa”, detalló el fiscal, y aseguró que el ambiente en que vivían los menores era de “extremada violencia”.
“En octubre pasado, esa vivienda fue allanada, se encontró a un prófugo de la Justicia por violencia familiar y se secuestró un arma de fuego. El lugar no era el adecuado para los menores”, afirmó.
Por otra parte, no se descartan más imputaciones, como la del padre biológico de Aralí, quien declaró que su hija le había contado que su madre la golpeaba debido a que se orinaba encima, lo que indica un contexto de maltrato previo a la tragedia.
La coartada del incendio
Gieco confirmó que la niña no inhaló humo, lo que indica que ya estaba muerta al momento del incendio, tal como lo había adelantado La Voz con base en fuentes oficiales.
“Los pulmones (de Aralí) no estaban colapsados y se descartó la presencia de monóxido de carbono, así como la posibilidad de que hubiera sido asfixiada, dado que los pulmones estaban en buenas condiciones, dentro de lo calcinados que se encontraban. Dentro de los órganos que no se destruyeron en su totalidad, se pudo establecer que no había signos de que hubiese sido agredida con elementos punzantes o cortantes, ni con arma de fuego”, señaló.
Destacó que el fuego fue claramente para ocultar el homicidio de la niña y estimó que el crimen ocurrió alrededor de la medianoche anterior: “El incendio habría sido de forma dolosa. Los bomberos descartaron un fenómeno eléctrico y confirmaron que un agente externo lo provocó”, afirmó.
Asimismo, dio un dato que demuestra aún más el horror que vivieron esos niños: “En cámara Gesell, una hermanita de Aralí contó que fue a despertarla esa noche y que, como no se movía, pensó que estaba dormida”.
De esta forma, la hipótesis sigue siendo que el incendio fue generado para ocultar el homicidio de la niña.
Desconsuelo de una tía
Nazarena Rauch, hermana de la madre de Aralí, dijo: “Simeone (el padrastro) nos vendió a todos un verso de que era bueno porque se hacía cargo de los chicos, se encargaba de lavarles la ropa, de hacerles la comida, y todos creímos que dentro de todo los trataba bien, pero hoy en día saber que le hizo todo eso a nuestra sobrina nos tiene desgarrados”.
También cuestionó a la Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) por darle nuevamente el cuidado de los niños a Rocío Rauch, debido a que ella “no estaba en condiciones” por su adicción a drogas.
En ese marco, comentó que la familia había intentado ayudar a su hermana con sus adicciones, pero la falta de voluntad de ella dificultó el proceso: “Sentimos impotencia y bronca..., pudimos haber hecho más y no lo hicimos”, agregó a la prensa.
Sumario interno de la Senaf
A todo esto, fuentes de la Senaf señalaron que la institución “no se va a referir a lo sucedido en Brinkmann, ya que hay una investigación abierta”, y se indicó que se ha iniciado un sumario interno para determinar cómo fue el trabajo realizado con esa familia y qué acciones se ejecutaron. Se desconoce si habrá sanciones.
