Son varones jóvenes los que matan y, también, en su mayoría, los que mueren. Viven en la periferia de la ciudad de Córdoba y de las grandes ciudades de la provincia. Matan porque pelean, no por robar. Con su pareja, con otros varones, con amigos, socios o desconocidos. Matan los fines de semana y por la noche. En la calle del barrio que habitan. Cada vez más armados, con fuego. Y matan mucho menos que hace dos décadas y que hace una también.
En lenguaje coloquial, estas son algunas de las revelaciones de un enorme estudio del Observatorio de Seguridad y Convivencia (OSC) -dependiente del Consejo para la Planificación Estratégica de Córdoba (Copec)- en conjunto con la Fundación Observatorio Seguridad Ciudadana que analizó la características de los homicidios registrados en Córdoba desde el año 2000 en la provincia. El estudio, que compiló más de 2 mil casos, pero se enfocó en los de los últimos siete años (2017 a 2023) por tener mejor información disponible, destaca como aspectos salientes que existe un tendencia decreciente a largo plazo en la tasa de homicidios, que los “homicidios asociados a conflictos interpersonales representan el 64% de los homicidios en el periodo” y que tanto víctimas como victimarios son, en su gran mayoría, varones jóvenes, del grupo de 15 a 29 años.
El análisis territorial aporta otro dato sociológico: el 58% de los homicidios se produjeron en barrios vulnerables de la ciudad de Córdoba.
El estudio utiliza una clasificación diferente para caracterizar los homicidios: la clasificación internacional de delito con fines estadísticos (Iccs, por su sigla en inglés), que diferencia el fenómeno según estos grandes patrones: los homicidios asociados a otras actividades delictuales, los asociados a conflictos interpersonales y los asociados a intereses sociopolíticos (como la violencia por odio racial).
Antes de ir al desglose por esa clasificación, dos datos contextuales:
- La tasa global es de 5,8 muertes cada 100 mil personas. La de Latinoamérica y el Caribe es de 20 cada 100 mil habitantes. Argentina, con 4,4 está por debajo y Córdoba, con 3, más bajo aún. En el país el único distrito que parece tener el comportamiento de la región es Santa Fe, que en 2023 registró 11 asesinatos cada 100 mil personas, en un contexto de auge narcocriminal. Este 2024 ese registro está a la baja.
- Los homicidios no son la principal causa de muertes violentas en Córdoba. Entre 2014 y 2023 hubo en promedio 387 muertes por siniestros viales, 273 por suicidios y 118 por homicidios, siempre según el estudio citado.
Conflictos interpersonales
En un corte de los últimos siete años, el estudio identificó que el 64,8% de los homicidios estuvo asociado a conflictos interpersonales y el 32% restante a otras actividades delictivas. Un apartado más minucioso establece que los homicidios en ocasión de robo son la primera causa de muerte, con 26,7% de los casos, pero inmediatamente por debajo se ubican los conflictos interpersonales familiares o de pareja (26,3%), los conflictos con otras personas conocidas (20,7%) y los conflictos con desconocidos (18%).
Tan significativo como lo que hay es lo que no hay o hay poco: 4% de los homicidios están vinculados a pandillas o grupos rivales y 1,7% a intereses sociopolíticos, dos categorías que en una región con guerrillas aún activas, violencia política y narcocriminalidad están mucho más presentes.
Para Carla Tassile, politóloga, directora del OSC, el dato principal habla de problemas de “cohesión social” y de “conflictividades previas” que anteceden el hecho violento. Un enfoque preventivo basado en esta evidencia exigiría un trabajo mucho más orientado a la promoción de soluciones no violentas a los conflictos como la mediación o un acceso más extendido a la Justicia antes que la policialización de algunos sectores, considera junto a los demás investigadores.
En la semana que pasó se sucedieron asesinatos producto de la violencia urbana, con poco tiempo de diferencia entre uno y otro, en la ciudad de Córdoba. La seguidilla de casos en un corto plazo puede inducir a pensar que existe un incremento de la violencia extrema en Córdoba, algo que las estadísticas con un largo recorrido histórico parecen descartar. En psicología se denomina a ese efecto de prevalencia en la percepción de corto plazo “la ilusión de frecuencia”. Es muy frecuente con las noticias y el abordaje periodístico. Considerada la violencia homicida desde una perspectiva epidemiológica, son las recurrencias en periodos largos de tiempo los que pueden mostrar correlaciones significativas.
Desde hace 20 años, Córdoba está por debajo de la media del país en la tasa de homicidios. El último dato cerrado es de 2023 con una media nacional de 4,4 cada 100 mil personas en el país y con 116 casos, la tasa fue de 3 cada 100 mil personas en Córdoba. Este año ya hay 102 asesinatos en la provincia. La tasa es apenas inferior: 2,99. En la secuencia histórica, 2014 fue el año con el peor registro, con una tasa de 4,2. Ese año, en el país, el indicador había sido de 7,6, el mayor en la década. 2021 y 2022 habían dado más bajos, un efecto colateral benigno de la pandemia. Repuntó en 2023 y es probable que termine el año levemente arriba en 2024.
Matar en un robo
El análisis de siete años que hizo el OSC muestra una tendencia decreciente en este tipo de crimen asociado a otro delito.
En un análisis de la última década, el estudio identificó que en el 97% de los 1.179 homicidios ocurridos entre 2014 y 2023 en Córdoba hubo una sola víctima y en el 93,7% de los casos fue uno el agresor.
En este mismo periodo analizado los homicidios asociados a otras actividades delictivas fueron un 32% del total. En este total, un 26,7% se explican en el contexto de un robo, pero otro 4% a disputas de pandillas o grupos delictivos organizados y otro 2% a otros delitos.
El estudio no ofrece respuestas causales, pero a modo de hipótesis desde el Ministerio de Seguridad ensayan la posibilidad de que el alto grado de esclarecimiento que tienen los homicidios en Córdoba pueda actuar como un disuasor: el ladrón que está en una situación en la que para salir impune tiene que matar, sabe que no logrará su cometido de impunidad. Es una hipótesis, tan válida como valorar la enorme pericia y el talento de los médicos emergentólogos y la red de salud de urgencias en Córdoba, que salva vidas en siniestros viales y, también, en intentos de homicidios.
Lugares, horarios, armas
La mayoría de los homicidios que relevó el estudio ocurrieron en la calle, un espacio abierto o un transporte público (56,8% del total). El 38% restante se produjeron en domicilios particulares.
Entre la noche del sábado y la madrugada del domingo se mata en Córdoba. El 44,8% de los homicidios sucede en esas horas y días de la semana. La distribución del resto de los días es más uniforme, con un nivel más alto que el resto de los días hábiles los lunes, con un 14% de los casos. En la comparación con otras actividades delictivas se ve que la tendencia por sábados y domingos es más pronunciada. Por caso, los robos y hurtos ocurridos en los días del fin de semana son un 35% del total.
Entre 2017 y 2023 el 52% de los homicidas utilizó un arma de fuego para matar. Y un 33% otro tipo de arma, generalmente blanca, cuchillo o puñal. En el cruce con las motivaciones para el homicidio, surge un dato interesante: es más alta la proporción de uso de armas de fuego en homicidios producidos en el contexto de otro delito en relación con los homicidios que surgen como producto de conflictos interpersonales, donde crece la presencia de “armas de ocasión” como objetos contundentes y cortantes, y la propia fuerza física. Esta característica se ve, en especial, en los 123 femicidios analizados en los siete años citados.
Cosa de varones
El 73% de las víctimas de homicidios en los últimos siete años completos analizados son varones y esta proporción creció al 75,7% en 2023. Y el 93,2% de los victimarios también son varones. Dentro de este grupo, la mitad (50,6%) de los victimarios son varones del grupo de 15 a 29 años.
De la clasificación de víctimas surge como dato relevante que el segundo grupo etario más vulnerable, por detrás de los varones jóvenes, son los adultos mayores, sin distinción de género, que concentraron en el periodo analizado el 15% del total, pero si se cruza este dato con el contexto del crimen, este valor trepa a un 27% de víctimas mayores de 60 años en homicidios en ocasión de robo u otros delitos asociados.
Para Tassile, estos datos invitan especialmente a diseñar políticas que aborden las masculinidades, en particular en los territorios con mayor prevalencia de soluciones violentas a los conflictos.
Desarme, acceso a soluciones dialogadas
El estudio sugiere una serie de recomendaciones de política pública, “basadas en la evidencia aportada, las buenas prácticas internacionales en la materia, y la orientación de organismos internacionales”.
En función de la alta incidencia de los homicidios asociados a conflictos interpersonales, sugiere “fortalecer el acceso a la Justicia, diseñar e implementar programas y espacios de resolución alternativa de conflictos y desarrollar intervenciones integrales focalizadas en los territorios y poblaciones más afectados”.
Con relación a la alta incidencia de las armas de fuego como mecanismo para ocasionar la muerte, sugiere controlar más el comercio ilegal y promover el desarme civil.
Sobre “la prevalencia de violencia letal en el espacio público”, los investigadores piden diseñar e implementar intervenciones en el espacio público tendientes a mejorar la habitabilidad y reducir las oportunidades de comisión de delitos, como por ejemplo en materia de alumbrado, transporte público mobiliario urbano y diseño ambiental.
Y sobre la concentración de víctimas y victimarios en determinado segmento de sexo y edad, se sugiere “trabajar con adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad, abordando los factores de riesgo a nivel individual, grupal y territorial”.
Sobre los femicidios, finalmente, sugieren “fortalecer los mecanismos de respuesta del Estado frente a denuncias de víctimas de violencia de género”.
Un problema más acuciante: la inseguridad
Los homicidios dolosos no son el punto flaco en la seguridad en Córdoba. El dato que se sigue con mayor atención es la evolución de delitos contra la propiedad. En el último reporte que envió Córdoba al Sistema Nacional de Información Criminal (Snic) correspondiente a octubre se informaron 8.667 robos y hurtos, un dato que representaría un descenso de un 16% en relación con los 10.230 delitos contra la propiedad denunciados en octubre de 2023.
El año había empezado mal: 11.840 denuncias, el número más alto en la serie bianual, coincidente con el impacto del salto devaluatorio-inflacionario y la estacionalidad de enero, un mes siempre alto en robos por las familias que dejan sus casas para salir de vacaciones. El descenso fue sostenido en todo el año y en los últimos dos meses se estacionó en torno a las 8.600 denuncias. A diferencia de los homicidios, en este tipo de delitos hay una cifra oculta no denunciada difícil de estimar. Así como el nivel de esclarecimiento de causas es alto en homicidios, en robos y hurtos se da el opuesto: en el 93,4% de los delitos no hay personas inculpadas. Si la efectividad investigaba disuade homicidios, ¿su falta en robos y hurtos podría tener un impacto invertido?