La investigación que develó el tráfico de cocaína triangulado desde Bolivia-Salta-Córdoba terminó con una triple condena para un cordobés, una peruana y un colombiano, y permitió establecer lo fácil que es mover droga desde el norte del país hasta los principales centros urbanos.
El Tribunal Oral Federal N° 3 de Córdoba capital, integrado por Cristina Giordano, Facundo Zapiola y Noel Costa, condenó a Hugo Alberto Mansilla (69) y a Andrea Calampa Torres (62) a cuatro años y tres meses de prisión, y a Francisco Alarcón Suárez a cuatro años y dos meses, por el delito de transporte de estupefacientes (los dos primeros como coautores y el restante, como partícipe necesario de las maniobras).
Ninguno irá a la cárcel, ya que, por sus estados de salud y enfermedades, cumplirán la pena en sus casas. El auxiliar fiscal, Augusto Richter, estuvo de acuerdo con la modalidad de ejecución.
La causa de los “viejitos peruanos” que surgió de otra
Mientras los investigadores comandados por el fiscal federal N° 2 de Córdoba capital, Carlos Casas Nóblega, analizaban datos en banda narco liderada por Rodrigo “Billy” Catacata, advirtieron un dato llamativo: la vinculación de la peruana Calampa Torres y su pareja, Mansilla, sospechados de guardar estupefacientes para esa organización.
Los pesquisas establecieron que “los viejitos peruanos del Corsa amarillo”, como afirmaron, paralelamente y de forma independiente, también intentaban adquirir y luego distribuir droga en Córdoba y en San Luis.
A través de las intervenciones telefónicas, detectaron que el tercero en la operación era Alarcón Suárez, apodado “el Colombiano”, por su procedencia natal.

Los tres frecuentemente viajaban desde la ciudad de Córdoba en un auto a distintos puntos del país (norte argentino o Buenos Aires) y sospechosamente por poco tiempo. Menos de una semana después, regresaban a Córdoba y a diversas zonas de San Luis.
La finalidad de los viajes era comprar droga para luego “bajarla” hacia el centro del país, una mecánica muy usual, ya que tanto Córdoba, Santa y Buenos Aires concentran la mayor densidad poblacional. Una franja muy fértil para el negocio del narcotráfico por las amplias posibilidades.
Reacondicionamientos de autos
Las escuchas se profundizaron y terminaron siendo un elemento probatorio clave para comprobar el asiduo vínculo entre los imputados en la coordinación del tráfico. Mansilla y “el Colombiano” mantuvieron varias conversaciones sobre el acondicionamiento de vehículos para realizar viajes, reunirse cerca de la medianoche y contactarse con personas del norte para coordinar los tiempos.
A través de las antenas de telefonía, los investigadores trazaron el “itinerario” de los tres sospechosos a su paso por Buenos Aires y el viaje de “los viejitos peruanos” (aunque Mansilla es argentino) a Aguas Blancas, Salta.
Descubrieron que los tres realizaron un aporte común de fondos para la compra de estupefacientes a la presunta proveedora, “Gloria”, que residía en Buenos Aires. Aunque nunca se supo si era el verdadero nombre o un apodo o uno falso, los pesquisas detectaron que Calampa Torres, Mansilla y “Colombiano” se habrían reunido con “Gloria” para ultimar detalles del tráfico.

Pero, en ocasiones, Calampa Torres utilizaba como “intermediara” para llegar a “Gloria” a Aída Patricia “Patri” Rivera Jativa, una colombiana condenada en Salta por haber liderado una banda que distribuía cocaína con el sello del narco Delfín Reinaldo Castedo, conocido como el “Patrón del Norte”, reveló Infobae.
La peruana mantenía contacto con “Patri” desde su celda, lo que siguió arrojando datos sobre los movimientos de los “viejitos” y del colombiano.
En un lenguaje encubierto, el cordobés reveló a Suárez Alarcón que había viajado a Bolivia y que todo marchaba “bien”. “Así que en cualquier momento está habiendo efervescencia por ese lado. Gastamos, pero valió la pena… aparte tuve que hacer todo el auto para ya dejarlo en condiciones de movernos”, le aseguró.
Eso encendió las alarmas de que se concretaría la compra de drogas para trasladar luego a Córdoba en un auto ya reparado (todo financiado por el colombiano) y listo para consumar el tráfico. No pasó inadvertido que Calampa Torres ya arrastrara una condena en Jujuy por transportar cocaína en un remis, mecánica que, a priori, parecía que se repetiría, pero ahora con distinto destino.
“Los viejitos” se reunieron nuevamente con el colombiano, ahora en Córdoba, lo que alertó al fiscal sobre un posible tráfico desde el norte a Córdoba. El seguimiento de la línea telefónica de Calampa Torres permitió develar que viajaban en el Corsa, a la altura de la localidad cordobesa de Sarmiento, en Totoral.
Les secuestraron casi cuatro kilos escondidos debajo de la alfombra del habitáculo con el sello del “delfín”, U$S 1.700 y 490 pesos bolivianos, lo que demostró su viaje a Bolivia.























