El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional (TOCC) Nº5 de Buenos Aires comenzó este lunes con el juicio al podólogo acusado de haber asesinado en 2020 a su esposo con suero envenenado durante su internación en un sanatorio del barrio porteño de Recoleta, según informó el Ministerio Público Fiscal (MPF).
La acusación contra el podólogo
Guillermo Germán Berjeli (47) llegó a juicio acusado del delito de homicidio cuádruplemente agravado por el vínculo, por haber sido cometido con alevosía, por el suministro de veneno y por codicia, que prevé como única pena la prisión perpetua. El hombre se encuentra detenido en el Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza.
El podólogo se casó con el chileno Roberto Alfonso Aquiles Guzmán Jaque el 16 de septiembre de 2019 y ambos convivían en un inmueble de la calle Thames al 100 del barrio porteño de Villa Crespo. Allí también vivía la madre de la víctima.
Tres meses después, Guzmán Jaque sufrió una descompensación que concluyó con una internación en el Sanatorio Anchorena, con un cuadro de deterioro del sensorio, insuficiencia renal, desorientación, trastorno en la marcha y alteración en el habla.
Si bien la víctima era portador del VIH, los médicos que lo trataron sostuvieron que se encontraba bajo control y que poseía una carga viral indetectable. Tras 27 días de internación en terapia intensiva, el hombre falleció el 12 de enero de 2020 en el centro médico privado.
Pocos días antes, una enfermera se había percatado de que se habían cambiado los sueros que ella había colocado. Tras alertar a las autoridades, la jefa de la unidad de terapia intensiva solicitó los videos de la sala donde la víctima estaba internado, que fueron remitidos luego de la muerte de la víctima.
Allí observó que el podólogo manipuló o intercambió trece veces durante diez días consecutivos los sueros de su esposo por bolsas que traía en una mochila. Esta situación la llevó a realizar la denuncia, cuya investigación estuvo a cargo del titular del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°19, Diego Javier Slupski, y del titular de la Fiscalía N°44 del mismo fuero, el fiscal Pablo Recchini.
“No alteré medicación”
Ante el tribunal, integrado por la jueza Cinthia Oberlander y sus colegas Adrián Pérez Lance y Juan Manuel Grangeat, el podólogo sostuvo: “No se me ocurriría matar a nadie, ni siquiera a un animal”. E indicó que no alteró ninguna medicación y que siempre confió en los médicos y enfermeros del sanatorio.
El caso conlleva la dificultad de probar el homicidio sin que se haya hecho una autopsia, ya que, según la fiscalía, como cónyuge de la víctima, el imputado logró que el cuerpo sea cremado a las 48 horas del deceso y antes de que se iniciara la investigación penal con la denuncia formulada por la familia y el sanatorio donde ocurrió el hecho.
Al recordar la internación, dijo que nunca se imaginó que su pareja iba a morir. “La madre decidió la cremación y las dos horas de velorio. Yo no estaba de acuerdo”, afirmó. Ante la acusación de que había matado a Guzmán Jaque por cuestiones económicas, marcó que él siempre tuvo dinero y que ganaba bien. Además, indicó que, si bien él cobró como viudo el seguro de vida de la empresa Metlife, lo hizo porque la madre de la víctima no tenía cuenta en el país y aseguró que luego le transfirió ese dinero a la mujer.
Ante las preguntas del fiscal Fernández Buzzi sobre cuál era la sustancia que llevaba al centro médico, el imputado dijo que era “solución fisiológica para limpiar lentes de contacto” que había en su casa y que la había hecho bendecir “por un cura” en una ceremonia realizada en una parroquia de Villa Crespo.
“No sé si alguna vez me vieron sacando el suero, pero no era nada malo. Además, yo me ponía el líquido en las manos y le mojaba así las piernas, los pies, los brazos”, relató. Luego, remarcó que su esposo tomaba estupefacientes y consumía bebidas alcohólicas en grandes cantidades pero que no había querido decirlo antes para “no hablar mal de un muerto”.
La declaración del hermano de la víctima y del personal médico
Después de la indagatoria, el hermano de Guzmán Jaque habló ante los jueces y contó que conoció al acusado recién cuando viajó a Argentina desde Chile al enterarse del fallecimiento. Recordó que sus dos familiares estaban radicados en el país desde 2010 aproximadamente, ya que la pensión que recibía su madre por haber sido esposa de un diplomático, les permitía vivir mejor aquí que en su país natal.
Tras las preguntas de la fiscalía, relató que su hermano no tomaba alcohol en exceso, sino que era un bebedor social y que su madre le había comentado que el estado de salud del hombre había empeorado de golpe, tras haberse sentido mal durante la navidad de 2019.
Al contrario de lo expresado por el acusado, aseguró que su madre no decidió nada con respecto al velatorio ni a la cremación y que la mayor cantidad de amigos y familiares no pudieron asistir porque todo se realizó con rapidez. “No se me ocurriría matar a nadie, ni siquiera a un animal”, dijo Berjeli al declarar ante el Tribunal.
“Después de la ceremonia, escuché a Germán discutiendo con mi mamá, diciéndole que ya tenía todo resuelto para hacer uso de los bienes que mi hermano tenía en Chile”, recordó. “Me pareció algo extraño que, frente a la muerte, estuviera preocupado de los bienes y no se mostrara acongojado por la situación”, concluyó.
Luego declaró la jefa de la unidad de terapia intensiva del sanatorio que fue quien presentó la denuncia por las filmaciones donde se veía a Berjeli manipulando los sueros. La médica describió el cuadro con el que llegó el paciente: una “acidosis metabólica severa, trastornos del habla, inestabilidad en la marcha y la postura e insuficiencia renal aguda”.
Tras analizar la situación, sostuvo que le sacaron el medicamento antirretroviral y buscaron posibles causas de una infección, además de que le realizaron diálisis. Si bien presentó una mejoría, lo que permitió extubarlo, a los pocos días presentó los mismos síntomas y falleció.
Relató que, cuatro días antes de la muerte, una enfermera había detectado que el rótulo de uno de los sueros no era el que había colocado. Al día siguiente, tras constatar otra situación irregular, la profesional le comunicó lo sucedido, lo que permitió que ella, en su rol de jefa de terapia, pudiera pedir las cámaras de la habitación.
“Los videos llegaron 15 o 20 días después de la muerte, los analicé igual porque no nos cerraba la situación y ahí fue cuando vi que los sueros los cambiaba el imputado”, rememoró.
Explicó entonces que los síntomas que tenía el acusado eran compatibles con una intoxicación por metanol o etilenglicol, dos alcoholes que se utilizan en solventes, anticongelantes o en cosméticos. En concreto, marcó que el etilenglicol es un líquido incoloro “con un gusto dulce, que se absorbe y se metaboliza muy fácil”.
Ante el tribunal, también declararon la enfermera que registró la maniobra, el jefe de enfermeros y las coordinadoras de la terapia intensiva. El juicio continuará el 19 de marzo.