Entre quienes mataron, hay un subgrupo que integran quienes lo hicieron más de una vez. Casi todos mataron a otros hombres, sin una motivación excluyente: si hubo robo, la desproporción es tal que impide ubicarlos en la categoría de homicidas en ocasión de robo, incluso entre los criminis causae.
Roberto José Carmona es el más famoso de los perpetuos contenidos en esta categoría, pero no es el 1, sino el 2 entre los internos a quienes se les atribuyen más muertes en las prisiones cordobesas. Rodolfo Alberto de Luca, hoy con 78 años, detenido en Río Cuarto, tiene un doble crimen en 1971, otro triple homicidio en 1997 y una muerte dentro del penal, más tarde: seis, de las cuales él sólo reconoce las primeras dos, con un relato invertido: se defendió de quienes lo querían matar. También dice que en la cárcel se defendió, no atacó. Y niega todo del triple crimen, que atribuye a que tuvo problemas en prisión, porque fue mandado a soldar hierro en su primera condena, pero se negó a trabajar en los barrotes que lo mantendrían encerrado.
Estas son sus historias, resumidas:
Rodolfo Alberto De Luca. Tiene 78 años y es el delincuente común con mayor cantidad de asesinatos en sus espaldas. Está condenado por seis homicidios; uno de ellos, intramuros, contra otro preso. En 1997 fue detenido por matar a los hermanos Gustavo y Carlos Funes, de 26 y 29 años, respectivamente, y a Mario Álvarez, de 31 años entonces. Pero ya tenía una condena previa porque en 1971 De Luca asesinó a balazos a dos personas (de apellidos Galimberti y Antúnez), empleados de la empresa Mercedes Benz, de la ciudad de Córdoba, que viajaban de la capital provincial a Río Cuarto. Por ese hecho fue condenado y cumplió una pena de 15 años.
Preso en Cruz del Eje, mató a otro detenido en una riña, con un cuchillo. El triple crimen ocurrió en julio de 1995 en el Camino de Altos Fierro, entre las rutas 36 y 5, a pocos kilómetros de Río Tercero. De Luca dijo que no conocía a los hermanos Funes. Sin embargo, un vecino suyo declaró en el juicio que el día anterior al crimen los vio conversando frente a su propia casa.
Un revólver que De Luca había comprado y que fue secuestrado a pocas cuadras de su casa, y las manchas de sangre que dejaron huellas después de ser lavadas de su pantalón y su campera, fueron las otras pruebas que condujeron al Tribunal a declarar a De Luca culpable y condenarlo a reclusión perpetua. También se tomó en cuenta la declaración de un automovilista que lo vio huir. Cumple su condena en Río Cuarto.
Eduardo Ramón Barrera. Preso desde 1997 por un segundo homicidio calificado. En 1992 ya se lo había condenado a ocho años de prisión por otro crimen. Con la segunda condena, a perpetua, se le revocó la libertad condicional que le duró menos de un año: desde 1996, tenía salidas autorizadas. Con ese solo intervalo, lleva preso 32 años. Cumple condena en el penal de Cruz del Eje. No hay más datos sobre sus víctimas.
Jorge Marcelino Chávez. El 20 de noviembre de 1996, mató a dos personas en un enfrentamiento típico de la violencia urbana. Fue condenado a prisión perpetua en junio de 1998, por la Cámara 9ª del Crimen. Presumiblemente por diferencias surgidas tras consumir bebidas alcohólicas, junto con los hermanos Pucheta, Chávez enfrentó a balazos a los hermanos Romo. Murió Manuel Romo, alcanzado por cuatro balazos. Y en la balacera fue alcanzado Roberto Arnaldo Pérez, un joven ajeno al episodio y que en esos momentos estaba disputando un partido de fútbol. Cumple condena en Bouwer.
Juan Marcelo Reales. Mendocino, nació el 21 de junio de 1981 en Guaymallén: tiene 43 años. Se le atribuyen tres muertes y una tentativa de homicidio. En 2004, cuando trabajaba como vigilador en un barrio privado en Villa Mercedes, San Luis, asesinó a una pareja a puñaladas en un departamento. Tenía entonces 23 años y se olvidó una campera con su celular en la escena donde aparecieron muertos Laura Rigoni (25) y su novio José Pizarro (27). Reales intentó modificar la escena para simular un pacto suicida. En febrero del 2013, volvió a matar: asesinó de 30 puñaladas al interno Luciano Barbero, considerado uno de los más peligrosos del penal de San Luis, quien cumplía una condena a perpetua por violar y matar a Lorena Natalia Luján (19).
En 2014, el 30 de diciembre, atacó por la espalda a Facundo Jiménez, también condenado a perpetua por un doble homicidio. Está en la cárcel de Villa María desde 2017.
Walter Alejandro Zapata. Su última condena es por un femicidio, que intentó disfrazar de un robo. Fue sentenciado a perpetua por matar a su esposa en 2012 en la casa que compartían en la localidad de Malvinas Argentinas. Había conocido a María Augusta Tissera, entonces de 65 años, en prisión. Para distraer la investigación, dijo que dos personas encapuchadas ingresaron a la vivienda y lo amenazaron con un arma de fuego para robarle, le sustrajeron $ 1.000 y lo ataron en el baño, y luego habrían golpeado a la mujer hasta quitarle la vida. Se demostró que eso era falso. Zapata había salido de prisión en 2011, luego de ser condenado en junio de 2003 a 15 años de prisión, acusado de asesinar a Miguel Ángel Guzmán, un chapista de la firma Tagle, y por un robo calificado contra Miguel Ángel Sosa, hechos ocurridos en 2001. Además, se lo investigó por otro homicidio en el que Salvador Hernán Navarrete, un exguardiacárcel, fue asesinado de 109 puñaladas y su cuerpo fue arrojado a las márgenes del río Suquía, a la altura de Villa Páez. Zapata solicitaba, a través de avisos clasificados, empleados para desempeñar tareas de seguridad u ofrecer servicios de parapsicología. Tras la entrevista, que realizaba en su domicilio de barrio Villa Cabrera, le suministraba psicotrópicos a sus víctimas para luego robarles y abandonarlos. De la condena fijada por la Cámara, el hombre cumplió de manera efectiva ocho años, y se encontraba bajo libertad asistida desde 2011, cuando mató a su pareja.
Roberto José Carmona. Fue condenado a perpetua por haber secuestrado, violado y asesinado a la adolescente Gabriela Ceppi (16) en enero de 1986. Por ese crimen, ya tenía una reclusión por tiempo indeterminado. En la cárcel, volvió a matar, dos veces.
En 1994 cometió otro asesinato. Esta vez contra Héctor Bolea, un preso con quien disputaba el control del pabellón. Este crimen le valió su segunda condena, a 16 años de prisión. Tres años más tarde, mató a Demetrio Pérez Araujo, otro interno de la ex-Penitenciaría. Aquí la Justicia volvió a condenarlo a prisión perpetua. Finalmente, la pena fue anulada y modificada por la figura de responsable de homicidio simple.
En agosto de 2023 fue condenado por cuarta vez a la pena máxima por matar al taxista Javier Rodrigo Bocalón, de 42 años. Lo asesinó en diciembre de 2022, cuando se fugó durante una visita a su esposa –para la que fue trasladado con fuerte custodia desde una cárcel de Chaco– y fue recapturado horas después, en medio de los festejos por la clasificación de la Argentina frente a Croacia en el Mundial de Qatar. Cumple condena en Cruz del Eje.
