El reclamo ya es repetido y cada vez más frecuente. Pero en esta ocasión la preocupación de los vecinos de varios barrios del extremo sur de la ciudad de Córdoba es porque la violencia que encarna el hampa ahora pone en riesgo la vida de la gente. Al caer la tarde de este miércoles, medio centenar de ciudadanos de los barrios Jardín, Iponá y San Fernando cortaron una calzada de la esquina de Valparaíso y José Ignacio Díaz para exigir que cesen los delitos en la vía pública, las casas y los comercios.
Desde hace meses y años viven atemorizados porque todos los días ocurre un hecho delictivo que tiene como víctimas a vecinos, sea en la calle o dentro de sus domicilios. Los motochoros sorprenden a la gente que transita el lugar, a toda hora, llevándose carteras, celulares o bolsos. Los vehículos estacionados pueden perder alguna de sus ruedas o la roturua de un cristal sirve para sustraer algo que quedó en el interior. Las casas, con ocupantes pueden tener un ingreso furtivo, o ser desvalijadas si los cacos consiguieron el dato de una salida de pocas horas.
Pero, en las últimas semanas, estos y otros barrios aledaños (Jardín Espinosa, Santa Rita, Jardines del Jockey, entre otros) sufrieron otros hechos más violentos: una mujer debió pelear con su vida para que dos asaltantes no le lleven el auto con su bebé adentro. También se han dado algunos robos de motochoros que disparan al que se atreve a no entregarles de inmediato sus elementos de valor.
Mientras los automovilistas pasaban y hacían sonar sus bocinas, los vecinos de a pie que integraban la protesta barrial reclamaban que las autoridades escuchen sus reclamos que vienen haciendo desde hace años, aunque la escalada delictiva sigue subiendo y subiendo.
Se quejan porque están “desprotegidos”, porque los delincuentes circulan sin que la Policía los frene y porque, aunque llamen después del robo, eso no consigue cambiar la situación.
En las casas de estos barrios, no hay rejas ni nada que sirva de freno, con o sin ocupantes. De noche, los techos sirven para que los delincuentes salten de casa en casa para descolgarse en alguna vivienda donde puedan llevarse algo. En la calle, la gente circula y en cualquier momento puede ser sorprendida por ladrones de a pie o en moto, a veces, rodeados por “pirañas”.
A fines del año pasado también hubo algunos asaltos en comercios de avenida Valparaíso. En una heladería entraron armados y se llevaron el dinero de la caja, mientras que en un centro de pago encañonaron a los clientes en la cola.
Hay grupos de WhatsApp y reuniones de los centros vecinales, pero aunque se organicen y prevengan los movimientos de los amigos de lo ajeno, sienten que “ellos” se mueven con total impunidad, sin que nadie les ponga freno. En diálogo con La Voz, indicaron que muchos de esos esfuerzos terminan siendo infructuosos, porque aunque llamen a la Policía la respuesta es tardía o sin resultados.
Como si la protesta hubiera sido en vano, una hora después de que la gente desconcentró al protesta, se produjo un nuevo robo que ya es “un clásico” en la intersección de Carta Molina y Bunge: a las 21.35, una mujer fue golpeada por dos motochoros que le sustrajeron su bolso y la dejaron tendida en el piso.
El antecedente inmediato había sido, en ese mismo lugar, a las 7 de este mismo miércoles: allí se había producido un robo similar a un hombre al que le hicieron un disparo de arma de fuego porque no les entregó lo que le pedían. Dos robos calcados en el mismo lugar, con diferencia de horas.
Este diario presenció que, aunque en el segundo arrebato llamaron al 101, no se presentó ninguna patrulla.
