Las autoridades informaron que dos adolescentes fueron descubiertas muertas en la madrugada del sábado en la cubierta superior de un tren de la línea J en Brooklyn. El presunto siniestro se vincula con la práctica del surf en el subte, una actividad que adquirió popularidad y se volvió letal en los últimos años.
Agentes respondieron a una llamada al 911 poco después de las 3 de la madrugada y encontraron a las chicas inconscientes sobre el techo del último vagón del tren, que llegaba a la estación de la Avenida Marcy, en el barrio de Williamsburg. El tren acababa de cruzar el puente de Williamsburg desde Manhattan. Las jóvenes fueron declaradas muertas en el lugar de los hechos; sus nombres y edades no fueron revelados.
El “juego” mortal y las cifras crecientes
El surfing en el subte -que consiste en que personas viajen encima de un vagón o se cuelguen de los laterales de trenes de alta velocidad- es una práctica que existe desde los inicios del sistema de transporte público hace más de un siglo. Sin embargo, se volvió más letal, especialmente entre adolescentes que se entusiasman con videos sensacionalistas de esta práctica.
Demetrius Crichlow, presidente de New York City Transit, lamentó el hecho en un comunicado, describiéndolo como “desgarrador que dos muchachas jóvenes hayan perdido la vida porque de alguna manera pensaron que viajar fuera de un tren subterráneo era un juego aceptable”.
Las cifras policiales demuestran la gravedad del fenómeno:
Esfuerzos de disuasión y la reacción comunitaria
Ante el aumento de fatalidades, la Autoridad Metropolitana de Transporte (MTA) y diversas instituciones municipales y estatales intensificaron sus esfuerzos para disuadir a la gente joven de surfear en el subte.
Desde 2023, la policía utiliza drones para atrapar en el acto a quienes practican el surf en el subte. Además, la MTA está colaborando con plataformas de redes sociales como Instagram y TikTok para lograr la eliminación de los archivos con grabaciones en video de esta peligrosa actividad.
Horas después del descubrimiento de los cuerpos, la estación de Marcy Avenue había retornado a su ritmo habitual de intensa actividad.
Duran Walker, de 47 años y padre de dos adolescentes, se enteró del incidente en una lavandería cercana. Walker expresó su angustia por la edad de las víctimas, pero dudó que la tragedia vaya a desalentar a otros practicantes. “Aunque acaban de fallecer dos chiquilinas, van a seguir haciéndolo,” lamentó. “Desafortunadamente, esto no para.”
Por su parte, Esrin Boran, de 38 años, quien trabaja en un puesto de frutas debajo de la estación, comentó que no lograba comprender el atractivo de un pasatiempo tan peligroso. “¿Qué pensás que es esto?”, preguntó Boran, señalando el impacto que la muerte tendrá en los familiares: “Si morís, tu madre se va a sentir peor que nunca en la vida. Te moriste”.