Un hombre desaparecido. Luego, un cadáver calcinado a orillas del Suquía, en barrio Yapeyú, junto a la intersección de la Costanera Ramón Mestre con la calle Bajada de Piedra. Después, les “caen” encima a cuatro sicarios y a un partícipe necesario del asesinato. Al final, se descubre que todo había sido ordenado desde la cárcel de Cruz del Eje, para cobrar “una deuda”.
Esto fue lo que estableció en su investigación judicial la fiscal del Distrito III, Turno 4 de la ciudad de Córdoba, Claudia Rita Palacios. Los hechos ocurrieron a mediados de febrero pasado, cuando se buscaba a un joven de Malvinas Argentinas que había salido de su casa para encontrarse con unos “amigos”.
Desde ese 14 de febrero, cuando salió de su hogar con su moto, no se lo vio más. En principio, se sabía que Daniel Enrique Coria había sido visto por última vez esa tarde cuando ascendía a un automóvil con dos hombres.
Poco después, se dio con quienes lo trasladaron bajo engaños al lugar que terminó siendo donde lo torturaron y ejecutaron.
Cuando los detuvieron y comenzaron a investigarlos, determinaron por sus últimos movimientos y comunicaciones que esos tres sicarios habían actuado bajo las órdenes de un presidiario que cumple su condena en el Establecimiento Penitenciario N° 2 de la ciudad de Cruz del Eje.
A su vez, el “enlace” de los tres asesinos con el autor ideológico era el quinto hombre, el hermano del condenado, que además de suministrarles algún apoyo logístico se ocupó del pago de la recompensa por los “servicios prestados”, según habían sido convenidos.
Investigación concluida
Este crimen por encargo acaba de ser elevado a juicio por la fiscal Palacios, a menos de seis meses del inicio de la investigación. Este martes la instructora envió las actuaciones para que sea sorteada una cámara del crimen a fin de que celebre el debate, oral y público.
Los señalados por esta investigación son los tres “ejecutores”, Carlos Daniel “Manco” Figueroa, Héctor Oscar María “Pirilo” Figueroa, Michael Joel “Maicol” Figueroa, y el presidiario “autor intelectual”, Pablo Mario “Pistola” Silva.
La fiscal considera a los cuatro –ejecutores y pagador– coautores de homicidio doblemente calificado, “por precio o promesa remuneratoria” y “con el concurso premeditado de dos o más personas”.
Como es sabido, los crímenes calificados tienen una única condena posible, según el Código Penal argentino: la prisión perpetua.
Además, esta instrucción incluye también a Martín Ezequiel Silva como partícipe secundario de ese homicidio doblemente calificado. Él es hermano de “Pistola” Silva, el ideólogo y “pagador” de la maniobra asesina.
Desde fuentes judiciales se indicó a este diario, al momento de elevar las actuaciones a juicio, que “se continuará la investigación en relación a la posible existencia de una organización delictiva con vínculos fortalecidos, así como también para identificar a demás sospechosos que podrían haber tomado participación tanto en el presente como en demás sucesos delictivos” que investiga la fiscalía de Palacios.
Búsqueda y cruento hallazgo
Los hechos relatados en la instrucción indican que, tras la desaparición del 14 de febrero, los familiares del joven Coria hicieron la denuncia policial. Al día siguiente, la Policía ya había hallado un cadáver en un basural ubicado sobre calle Bajada de Piedra, a metros de la ruta nacional 19, que conecta Córdoba con Malvinas Argentinas y el este provincial.
La presencia policial tenía que ver con el inicio de un incendio, pero un torso humano quemado sobre una pila de cubiertas de auto hizo pensar en algo grave. Los restos carecían de cabeza y extremidades, por lo que la identificación se presumía dificultosa.
Pero unas llaves de la moto de Coria halladas allí contribuyeron a acelerar la identificación. Pocas horas después se confirmó que el joven de Malvinas Argentinas desaparecido tenía identidad con el cadáver.
Semanas después, los análisis de ADN despejaron totalmente las dudas.
Los pesquisas policiales que actuaban a las órdenes de la fiscal Palacios dieron con los tres Figueroa, vecinos del barrio Parque Este, en camino a Chacra de la Merced, muy cerca de donde se encontró el cuerpo.
Inteligencia intramuros
La hipótesis que en aquel momento se manejaba era que el condenado por drogas podría ser el responsable de un crimen por encargo para “saldar” una deuda por una entrega de estupefacientes robada.
A los sicarios y al preso, cuya celda también se allanó, les hallaron contundente prueba como para acreditar el encargo y la ejecución del crimen.
Entre las evidencias incontrastables habría una grabación de video en la que se apreciaría cómo mataron a Coria. Trascendió que esos registros también incluirían torturas previas a la ejecución.
La investigación “cerró” el círculo sobre el autor intelectual, “Pistola” Silva, que también terminó imputado del homicidio mafioso.
El mandante, el gestor y sus tres mandatarios responderán ahora por la vida de Coria en un juicio.
