Esclavizada, golpeada y sometida a inyecciones de estupefacientes para anular su resistencia defensiva. El martirio de una mujer víctima de trata finalizó, al menos en la faz judicial, con la condena de dos reincidentes explotadores sexuales de Villa María.
Durante un juicio abreviado, el Tribunal Oral Federal N° 1, a cargo de Jaime Díaz Gavier, condenó a Darío Sebastián “Quique” González (34) a ocho años de prisión por trata de personas y a Luis Adelmo López (69), a cinco años por rufianería agravada.
Captación y vulnerabilidad
El calvario comenzó en mayo de 2013. Desocupada, sin ingresos y con un bebé de 11 meses bajo su responsabilidad, la víctima (de 22 años al momento de los hechos) se contactó con otra mujer para solicitarle trabajo.
Le ofreció el número de teléfono de López, quien explotaba un prostíbulo en Villa María. La joven, residente en la ciudad de Santa Fe, y López acordaron que él le pagaría el pasaje y que ella ejercería la prostitución, con división de ganancias por igual.
El “contrato” verbal duró poco en el antro ubicado en Intendente Maciel al 1070. A tres días de su llegada, el hijastro de López, Darío Sebastián González, la encerró en una habitación obligándola a ejercer la prostitución, según la acusación del fiscal Carlos Casas Nóblega.
La mujer nunca percibió ninguna “ganancia” (prometida) durante los cinco meses y medio que duró la explotación. Para coaccionarla, le retuvieron su DNI y el de su bebé. González, un ladrón multicondenado incluso, anuló cualquier posibilidad de vínculo externo de la víctima: le quitó el teléfono celular.
De forma sistemática, la explotó durante jornadas de 10 horas diarias (de lunes a lunes), bajo un contexto de agresiones físicas constantes en la cabeza y en el cuerpo, que le provocaron hematomas y cortes.
López y su pareja le retuvieron al bebé para que no escapara. De acuerdo con la investigación, González –un drogadicto empedernido– atacó a golpes al bebé provocándoles múltiples lesiones.
Para el fiscal, el claro objetivo de la familia explotadora era obtener ganancias. A la retención de su DNI, de su hijo y a la privación ilegítima de su libertad, se sumaron los efectos que las drogas ejercieron en la víctima.
Contra su voluntad y con el fin de anular sus posibilidades defensivas, le inyectaron drogas antes de que comenzara a ser explotada. El horror duró más de cinco meses, hasta que pudo escapar y pedir ayuda en la comisaría local. Al tomar intervención la Policía Federal, López y su pareja entregaron al bebé de la víctima.
Un llamado clave
Un mes antes de que lograra huir, la joven se comunicó desesperada a su madre en Santa Fe. Rápidamente, la mujer se presentó en la Dirección Especial de Prevención y Sanción del Delito de Trata de Personas.
Viajó hasta Villa María y advirtió a la Policía de que su hija se encontraba trabajando en un local ubicado en la “ruta de la muerte”, y que González la tenía retenida contra su voluntad.
Con el correr de los días, la fiscal federal de entonces, Virginia Miguel Carmona, advirtió que tenía en su poder una causa por la denuncia de desaparición de una mujer (la de la víctima). Se percató que se trataba de la misma joven, que ya había escapado y que se encontraba en la comisaría.
Al indagarla, relató que había viajado a Villa María para prostituirse cuando se “enganchó” con González, quien comenzó a explotarla, mientras sometía a golpes a ella y a su hijo. Si no lograba “recaudar” dos mil pesos diarios, era reducida a golpizas, la encerraban y la amenazaban con quitarle a su bebé.
En paralelo, relató que el depravado la abusó en reiteradas oportunidades, incluso delante del niño, y que llegó hasta mantenerla atada varias horas a la cama.
También denunció que las penurias se acentuaron porque no contaba con alimentos para consumir ni asearse adecuadamente, ya que sólo le permitían bañarse cada dos días. En completa vulnerabilidad, debía hacer sus necesidades en un balde y dormir en un colchón sobre piso de tierra y sin frazadas.
Por miedo a que le quitaran a su hijo o secuestraran a su familia en Santa Fe, la joven narró que no escapó antes. En el allanamiento en el prostíbulo, encontraron documentación del bebé, incluido su DNI.
Condena
En el marco del juicio abreviado, en el que los imputados prestaron su conformidad al contenido de la acusación y a instancias de los elementos probatorios, el juez Díaz Gavier condenó a padre e hijastro.
“Ha quedado demostrado (…) que López la captó en Santa Fe, trasladándola a la ciudad de Villa María, mediante engaño, fraude y violencia, aprovechándose de su situación de vulnerabilidad para que ejerciera el comercio sexual. Y que González la recibió y dio acogida, obligándola a ejercer la prostitución para su propio beneficio económico”, señaló.
González recibió ocho años de prisión por la trata, que se unificaron en nueve por dos condenas anteriores, de 2016 (por robo y daño) y de 2017 (por robo calificado), impuestas por la Cámara en lo Criminal, Correccional y de Acusación de Villa María.
Por su parte, López fue sentenciado a cinco años por rufianería agravada. Hace poco menos de tres años, ya había sido condenado, en otra causa, a 10 años. En ese otro caso, la mecánica desplegada por el explotador había sido similar y también con una mujer de Santa Fe como víctima.
