El esquema era simple. Los autos se robaban a pedido. Por lo general, se levantaban de la calle o de domicilios. Se usaban ganzúas manuales o inhibidores de alarmas. En otros casos, cuando el modelo era complicado de conseguir, ya se utilizaban armas de fuego con las víctimas. Esa era la primera parte del esquema.
La segunda parte tenía que ver ya con el modelo de rodado.
Por lo general, si eran viejos, se desarmaban y sus piezas eran revendidas. Si eran coches más nuevos y de alta gama, se comercializaban enteros en otras provincias. Para ese fin, obtenían papeles apócrifos.
El negocio “floreció” y se expandió: tanto así que no dudaron en enviar los autos y camionetas de alta gama robados desde Córdoba hasta Salta para luego cruzarlos a Bolivia.
Los vehículos recorrían casi 1.800 kilómetros de rutas. Quienes manejaban, llevaban los papeles truchos.
Para cruzarlos por la frontera, nada de aduanas. No sea cosa que algún uniformado avispado sospeche algo. Directamente, los coches eran pasaban por el río, literalmente.
La banda operó por algunos años y se expandió hasta que algo terminó fallando: unos “levantadores” cayeron en una redada policial en villa La Tela, en Córdoba capital.
Los celulares “hablaron”. El análisis de los aparatos guio a los investigadores hasta dar con otros involucrados y así se pudo dar con uno de los cabecillas. Esta persona mantenía, a su vez, contactos con un cómplice en Bolivia, quien encargaba los autos y concretaba los pagos en dólares.
La pesquisa de los investigadores del Departamento Sustracción de Automotores de la Policía fue avanzando y tuvo sus buenos resultados en las últimas horas: al menos 42 personas fueron detenidas en el marco de un centenar de allanamientos realizados en Córdoba, Santa Fe, Salta y Buenos Aires.
Hay varios prófugos. Al menos 18.
Graves cargos penales: asociación ilícita y contrabando
De allí que hay unas 60 personas imputadas por una “colección” de delitos que van desde la asociación ilícita hasta el encubrimiento agravado, pasando por contrabando agravado y robo calificado de automotor.
Las imputaciones fueron firmadas por el fiscal federal N° 3 de Córdoba, Maximiliano Hairabedian, quien presenció gran parte de los allanamientos policiales en Córdoba.
¿Por qué actúa la Justicia federal y no la provincial? Por el tipo de delito: el contrabando y porque los autos eran revendidos al exterior.
Precisamente, eso fue lo que había entendido el fiscal provincial Rubén Caro, quien estuvo en el arranque de la investigación pero, al comprobar las derivaciones e implicancias de la organización, terminó girando sus actuaciones a la Justicia federal.
Por ahora, la causa quedará radicada en esa instancia federal sobre todo porque se están analizando dos puntos extra y muy importantes: por un lado, el lavado de activos; y por otro, quién y cómo falsificaba los papeles para la reventa de los autos.
Entre los acusados sobresale un sujeto de apellido Scalamogna, de 45 años, domiciliado en barrio Centro América de Córdoba, quien figura como uno de los presuntos cabecillas. Hay otros “personajes” que figuran con rol destacado, pero aún no han terminado esposados.
Banda, roles y logística
“Como será la impunidad que tenían los delincuentes que cuando les caímos encima, estaban a punto de desarmar un viejo Fiat Palio que había sido robado hacía unas horas. Se demoraban en comenzar a ‘cortarlo’ porque llovía...”, comentó un investigador policial, a primera hora del miércoles en uno de los allanamientos realizados en villa La Tela, zona oeste de la Capital.
“Estos tipos te cortan un coche en cuestión de minutos”, añadió.
Como todas las bandas dedicadas al robo de autos, la banda tenía roles bien asignados: el cabecilla, los laderos, los encargados de robar, los que daban apoyo, los que desarmaban y, claro está, los que se encargaban de trasladar por rutas aquellos vehículos que iban rumbo a Bolivia.
Desde el seno de la pesquisa se indicó que el grupo dividía sus actividades en dos partes: los coches más viejos eran “cortados”, mientras que los más nuevos y de alta gama eran puestos en ruta y enviados a Salta para luego cruzar la frontera.
¿Autos para comprar droga y revenderla? No surge aún de la causa. Pero no se descarta. Los autos eran pagados con dólares allá en el norte”, contó otra fuente del caso.
Por su parte, el comisario inspector Carlos Palaver (un histórico jefe policial que ya desarticuló varias bandas), indicó que el grupo había comenzado a cambiar parte de la logística: algunos de los vehículos robados de alta gama también terminaban siendo desarmados.
Eso sí: las piezas eran limpiadas, arregladas y se les hacía un tratamiento posterior y hasta embalaje como si se tratara de piezas nuevas.
En la casa del principal acusado se hallaron piezas y partes de coches robados de marcas importantes.
Las ruedas constituían otro para nada despreciable botín: eran robadas para alimentar el mercado ilegal.
Por lo general, los vehículos eran robados a pedido y en la calle.
En otros casos, las sustracciones ya se concretaban en domicilios particulares. A veces, los autos eran sustraídos mientras las víctimas dormían: uno abría el portón y sacaba el rodado, mientras cómplices controlaban que nadie se despierte.
En otros casos, directamente ya se usaban armas de fuego.
El operativo fue bautizado como “Fénix”. “¿Por qué? Es que la causa tuvo varios altibajos porque iban cambiando las fiscalías... Siempre que estábamos por ‘pegar’ algo pasaba. Jajaja. Pero al final, la causa tomó vuelo”, bromeó un jefe policial.
