Daniel Lobos no era Daniel Lobos. El humilde instalador de aire acondicionados que en 2017 pasó una semana preso en la cárcel de Bouwer por un desatinado error policial, por el que fue confundido con el narcotraficante homónimo Daniel Orlando “Gangoso” Lobos (45), causó un revuelo en los Tribunales Federales de Córdoba por aquellos días.
El Ministerio de Seguridad de la Nación llegó, incluso, a confirmar que el integrante de la banda acusada de traficar marihuana en distintos puntos del país había sido detenido en barrio Vicor, tras varios meses de búsqueda y con pedidos de captura nacional e internacional sobre sus hombros.
Ese Lobos en realidad era un instalador de aires acondicionado y no aquel narco prófugo presuntamente sospechoso de integrar una organización desarticulada en Entre Ríos con más de 750 kilos de marihuana, prestos a ser enviados a Córdoba.
El juez federal Nº 3, Miguel Hugo Vaca Narvaja, responsabilizó a la Federal por el grave error por un simple detalle: “La Policía Federal hizo una ineficiente tarea de investigación. Fue un error grosero. Apenas lo vimos, nos dimos cuenta de que no era gangoso”. El instalador finalmente recuperó su libertad.
Una condena previa
“Versado” en procesos judiciales, “Gangoso”, “Lobito” o “Gangui” en 2015 fue condenado a seis años por almacenamiento y transporte de estupefacientes, luego de que un “arrepentido” aportara datos al juez Nº 1, Ricardo Bustos Fierro, para el desbaratamiento de otra banda con base en Córdoba.
Cayó en barrio José Ignacio Díaz Tercera Sección con casi un kilo de pasta base de cocaína en el auto. Los datos que trascendieron en la causa permitieron establecer que el líder de la agrupación, Juan José “Munino” Juncos, lo utilizaba como “cadete” para trasladar pasta que tenía almacenada en un lugar denominado “la oficina”.
Nueva causa de “Gangoso”
El nombre de “Gangoso” volvió a cobrar fuerza en la Justicia federal hace un año, cuando quedó nuevamente envuelto en una causa de estupefacientes. Junto con su hermano, Diego Mauricio Lobos (41), y Sergio Alejandro Brizuela (48), habrían conformado una organización destinada a la compra, la distribución y la comercialización de casi un kilo de marihuana. “Gangoso” habría fungido como coordinador desde su celda de Bouwer.
Por estas horas, la Sala B de la Cámara Federal de Apelaciones confirmó los procesamientos de los tres, dictados por el juez N.º 2, Alejandro Sánchez Freytes (secretaría penal de Josefina González Núñez), por presunta organización para el comercio de estupefacientes (a Diego se le sumó la presunta comercialización de estupefacientes).
Brizuela habría vendido una camioneta Fiat Qubo a cambio de droga, para luego proveérsela a su presunto socio, Diego, a pedido de su hermano alojado en Bouwer, ya que él habría sido el encargado de conseguir los compradores, de acuerdo el fiscal federal Nº 2, Carlos Casas Nóblega.
Así es que “Gangoso” habría pactado que otro interno, Carlos Manuel Naviliat (33), adquiriera la sustancia que luego Diego fraccionaría y acondicionaría en “ladrillos”. El plan habría consistido en que Diego entregaría la sustancia a Andrea Alejandra Ortiz Oviedo (32), novia de Naviliat, encargada de abonarla. Una vez obtenidos de la venta, los fondos habrían de ser divididos entre los Lobos y Brizuela.
La operación se habría concretado la mañana del 22 de mayo de 2021, cuando Diego buscó a Ortiz Oviedo en la nueva Terminal de Ómnibus y la llevó hasta un inmueble. Tras presuntamente pactar el precio y la entrega de la marihuana fraccionada en tres “ladrillos”, la trasladó nuevamente a la Terminal para que abordara un colectivo con rumbo a la localidad de Colonia Tirolesa.
Como supuesto proveedor de la droga, Brizuela ya había quedado en la mira del entonces fiscal federal N.º 2, Gustavo Vidal Lascano (luego reemplazado por Casas Nóblega), desde octubre de 2019. Fue a partir de que su nombre “saltara” en otra causa por drogas. El instructor ordenó una nueva investigación con el foco en su rol, por lo que a través de su línea telefónica surgieron nuevos sospechosos conectados entre sí.
Un informe policial apuntó nuevamente a Brizuela cuando realizó un viaje a Paraguay en compañía de otras personas: “Al regresar a esta ciudad fue denunciado telefónicamente por su expareja, que refirió que habría descargado de una camioneta material estupefaciente”.
En una escucha, Brizuela y “Gangoso” habrían quedado expuestos por presuntas alusiones al valor de la droga, su escasa rentabilidad y los supuestos proveedores. “No sirven los precios. Uno quiere hacer una moneda, está laburando para ellos”, le dijo Brizuela. En otro tramo, “Gangoso”, le aconsejó: “Tenés que ir buscando la gente para tener todo ya. (…). Agarramos la ‘ropa’, buscamos una moneda y hacemos un tin tin tin, cómo hacemos siempre”.
La “ropa” sería la droga que, en un igual lenguaje elusivo, habría mencionado también el propio Brizuela en otro diálogo con Diego sobre las presuntas operaciones vinculadas con estupefacientes, camuflados –en código– como “zapatillas”, “camperitas” y “pantalones”.
Escuchas reveladoras
Pocos días antes del secuestro de la droga en la Terminal, una nueva conversación entre Diego y Brizuela alertó a los investigadores sobre la posible transacción. “Habló mi hermano (por ‘Gangoso’). Dice que para el sábado tenés que tener ‘eso’”, le recordó Diego. “Después llegate, así te veo y te doy una monedita”, le mencionó a Brizuela sobre el supuesto pago que recibiría por la droga.
Para los camaristas, el diálogo develó la presunta coordinación que los Lobos habrían trazado para hacerse de la droga que luego terminaría oculta en la mochila secuestrada a Ortiz Oviedo. “Diego y Daniel Lobos habrían gestionado la entrega del material estupefaciente, y acordaron en forma previa la adquisición a Brizuela”, indicó la camarista Liliana Navarro.
“Se advierte la intervención activa de Brizuela en la logística para el comercio de drogas, efectuando consideraciones en torno a los valores de compra y reventa (…) previo a la entrega, como la posterior entrega de la sustancia estupefaciente”, añadió.
Pero el rol de los hermanos se habría afilado según la llegada de Ortiz Oviedo se aproximaba. “Va a venir una mujer. La van a tener que ir a buscar a la Terminal y después llevar a la Terminal de nuevo porque no es de acá. Es la mujer del chabón”, le dijo “Gangoso” a su hermano.
“Listo, no hay drama”, le contestó Diego, vislumbrando conocer su rol en la mecánica. Tres días antes del arribo de Ortiz Oviedo a la ciudad Córdoba, “Gangoso” le comunicó a su hermano –encargado de ir a buscarla– el nombre de la mujer: “Se llama Andrea, de parte de Carlos (por Naviliat)”.
Eso les permitió a los investigadores determinar no sólo la fecha y el lugar donde se realizaría la operatoria y la identidad de la compradora, sino ubicar fotográficamente el vehículo de Diego en la misma Terminal. Esto se evidenció cuando en la escucha “en vivo”, instantes antes de ser detenida, los efectivos oyeron que Ortiz Oviedo le había confirmado a su novio que viajaba con Diego rumbo a la Terminal.
“Me estoy yendo a la Terminal. Me está llevando Diego”, le dijo la mujer a Naviliat, con quien pasó la noche en la cárcel horas antes de ser detenida (ambos no apelaron su procesamiento).
Al anoticiarse de su captura de la mujer, “Gangoso” rápidamente le habría ordenado a su hermano que se deshiciera del teléfono celular, y Brizuela cambió su línea. Diego luego habría intentado ocultar su vehículo preguntándole a Brizuela si contaba con algún sitio para hacerlo.
Tras varios meses prófugos, cayeron presos.
Ahora, la Cámara confirmó los procesamientos de Brizuela y de los hermanos, y las preventivas para estos últimos.